La mitad de los establecimientos de salud del mundo carecen de servicios básicos de higiene
Eduardo Camín
La mitad de los establecimientos de salud del mundo carecen de aseos y de servicios básicos de higiene dotados de agua y jabón o desinfectante hidroalcohólico en las instalaciones donde se presta atención a los pacientes. Los cerca de 3.850 millones de personas que acuden a estos establecimientos corren un gran riesgo de contraer infecciones, más aún si se tiene en cuenta que 688 millones son atendidos en establecimientos donde no hay ningún tipo de servicio de higiene.
En realidad las nuevas estimaciones mundiales sobre higiene – de acuerdo con el informe más reciente del Programa Conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)- revelan que el riesgo de presentar enfermedades infecciosas aumenta entre los pacientes y los trabajadores de la salud.
Maria Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, señalo que «La existencia de instalaciones y prácticas de higiene en establecimientos de salud es innegociable. Es imprescindible mejorarlos de cara a la preparación y la prevención frente a las epidemias y la recuperación tras ellas, pero no podremos avanzar si no se incrementan las inversiones en medidas básicas como el agua no contaminada, los aseos limpios y la gestión sin riesgos de los desechos de las actividades de atención de salud”.
Neira animó a los Estados Miembros a intensificar sus esfuerzos por llevar a la práctica el compromiso adquirido en 2019 por la Asamblea Mundial de la Salud de reforzar los servicios de agua, saneamiento e higiene en los establecimientos de salud, así como por hacer un seguimiento de dichos esfuerzos.
En el informe sobre los progresos realizados en el periodo 2000–2021 en materia de agua, saneamiento e higiene en los establecimientos de salud, que se centra especialmente en su utilidad para prevenir y controlar las infecciones, se establecen por primera vez unas referencias aplicables a todo el mundo sobre los servicios de higiene.
Ello fue gracias a que el número de países que han proporcionado datos sobre elementos esenciales de los servicios de agua, saneamiento e higiene en sus hospitales y establecimientos de salud ha sido más alto que en los informes anteriores, lo que ha permitido establecer estas referencias relativas al acceso en los puntos de atención de salud y los aseos.
Actualmente se dispone de datos sobre los servicios de higiene procedentes de 40 países, que abarcan el 35% de la población mundial, mientras que en 2019 y 2020 solo se tenían datos de 14 y de 21 países, respectivamente.
Estas nuevas estimaciones ponen de manifiesto un panorama claro y más alarmante sobre la situación de la higiene en los establecimientos de salud. Aunque el 68% de ellos disponen de estas instalaciones en los lugares donde se atiende a los pacientes y el 65% cuentan con puntos para lavarse las manos con agua y jabón en los aseos, solo el 51% dispone de ambos recursos y cumple los criterios establecidos para los servicios básicos de higiene. Otro dato revelador: uno de cada 11 establecimientos (9%) no dispone de ninguno de estos recursos.
Por su parte, Kelly Ann Naylor, directora del Grupo de Programa sobre Agua, Saneamiento e Higiene y Clima y sobre Medio Ambiente, Energía y Reducción del Riesgo de Desastres de UNICEF, señaló que si los trabajadores de la salud no tienen acceso a servicios de higiene, no se puede decir que se presta atención de salud los usuarios de estos establecimientos.
“Los hospitales y dispensarios que carecen de agua no contaminada y servicios básicos de higiene y saneamiento pueden ser una trampa mortal para las embarazadas, los recién nacidos y los niños. Cada año, cerca de 670000 neonatos fallecen a causa de infecciones. Es una enorme tragedia, sobre todo teniendo en cuenta que estas defunciones se pueden prevenir», añadió Naylor.
En el informe se advierte que los ambientes y las manos contaminadas son una fuente importante de transmisión de patógenos y de generación de resistencias a los antimicrobianos en los establecimientos de salud. Para mejorar los programas de control y prevención de las infecciones es fundamental dotar de más acceso a puntos para lavado de manos con agua y jabón e higienizar el entorno. Se trata de medidas imprescindibles a fin de prestar una atención de calidad, sobre todo para el parto sin riesgos.
La cobertura de las instalaciones de agua, saneamiento e higiene sigue siendo desigual en las distintas regiones y países en función del grupo de ingresos al que pertenecen:
- Los establecimientos del África subsahariana están rezagados en cuanto a los servicios de higiene. Mientras que las tres cuartas partes (el 73%) de los establecimientos de salud de la región disponen de servicios para lavarse las manos con alcohol o con agua y jabón en los puntos de atención, solo un tercio (el 37%) proporciona agua y jabón en los aseos. La gran mayoría (el 87%) de los hospitales dispone de instalaciones destinadas a la higiene de las manos en los puntos de atención, mientras que esta proporción es del 68% de los demás establecimientos de salud.
- En los países menos desarrollados, solo el 53% de los establecimientos de salud disponen de una fuente de agua protegida en sus instalaciones. A modo de comparación, la cifra mundial es del 78%. En los hospitales se llega al 88%, mientras que en los establecimientos de salud más pequeños el porcentaje es del 77%; en Asia oriental y sudoriental, esta proporción es del 90%. En todo el mundo, alrededor del 3% de los establecimientos de salud de las zonas urbanas y el 11% de las zonas rurales carecen de servicios de agua.
- En los países de los que se dispone de datos, uno de cada diez establecimientos de salud no tiene servicios de saneamiento. La proporción de establecimientos de salud sin servicios de saneamiento oscila entre el 3% en América Latina y el Caribe y en Asia oriental y sudoriental y el 22% en el África subsahariana. Además, apenas uno de cada cinco (el 21%) de los países menos desarrollados dispone de servicios de saneamiento básicos en los establecimientos de salud.
- Los datos revelan además que muchos establecimientos de salud carecen de servicios básicos de higiene del entorno y de separación y eliminación segura de los desechos sanitarios.
La OMS tenía la respuesta hace 44 años
La Organización Mundial de la Salud es el organismo que encabeza las actividades mundiales en materia de salud pública en el sistema de Naciones Unidas. La misma, se fundó en 1948, trabaja con sus 194 Estados Miembros, en seis regiones y desde más de 150 oficinas, y tiene como objetivos principales promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a la población vulnerable.
Su objetivo para 2019-2023 es que mil millones de personas más dispongan de cobertura sanitaria universal, proteger a mil millones de personas más frente a las emergencias sanitarias, y mejorar la salud y el bienestar de otros mil millones de personas.
Por azares del calendario el informe se da a conocer a escasos días del 44 aniversario de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata (setiembre de 1978) llevada a cabo en Kazajistán, que sin dudas, marcó un antes y un después, ya que fue el evento de política de salud internacional más importante de la década de los setenta, y posiblemente el más trascendente de la historia de la OMS.
La conferencia estuvo organizada por la OMS/OPS Y UNICEF y patrocinado por la entonces Unión Soviética (URSS). En ella participaron 134 países y 67 organizaciones internacionales, con la ausencia importante de la República Popular China.
La Atención Primaria de Salud (APS) tal como estaba propuesta por la Declaración de Alma Ata de 1978 fue un proyecto revolucionario de justicia social titulado Salud para todos para el año 2000. Pero la APS, no recibió apoyo. Por el contrario, en un par de años, sus fundamentos de justicia social y económica quedaron más o menos destruidos y el proyecto se desmanteló progresivamente durante la siguiente década.
La primera enseñanza de esta conferencia es que, si se hubiera apoyado el magnífico proyecto de justicia social de la OMS, todos los países estarían hoy en día adecuadamente equipados para hacer frente a las actuales crisis sanitarias, y a cualquier problema sanitario común.
En el informe actual -44 años después-, vale la pena reflexionar sobre estos hechos sobre el sentido original de ese objetivo, porque en reiteradas ocasiones ha sido mal interpretado y distorsionado: el lema ‘Salud para todos’ que en múltiples ocasiones fue víctima de simplificaciones conceptuales y facilismos coyunturales condicionados por un modelo hegemónico mundial, que confunde la salud y su cuidado integral con una atención médica reparativa y centrada casi exclusivamente en la enfermedad, y sobre todo en su rentabilidad.
En el capitalismo la justicia social, amenaza para los intereses privados
Es importante señalar que la APS no era sólo un nivel de servicio de salud, sino que se refería a un sistema integral y multisectorial en el que los Estados (no el sector privado o los capitalistas filántropos) tenían la responsabilidad primordial de proporcionar las condiciones esenciales para la salud, es decir, alimentos, agua, saneamiento, educación, vivienda, trabajo decente, un entorno seguro y, por supuesto, los servicios de salud básicos.
Además, está demostrado, que el acceso universal se facilita considerablemente cuando los servicios de salud son gratuitos en el lugar de atención, lo que es particularmente importante en tiempos de crisis, como una epidemia de enfermedad infecciosa.
Para situarnos en aquel espacio del tiempo diremos que La Salud para todos, estaba sustentado en gran parte en el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) propuesto por el Grupo de los 77 en la VI Asamblea Mundial de Naciones Unidas en 1974 y como tal amenazaba profundamente el orden geopolítico.
La experiencia empírica ha demostrado que ningún país cuya economía nacional se vea estrangulada por la deuda externa, por una relación de intercambio injusta y por el continuo saqueo de los recursos naturales y que se vea desestabilizado por salidas financieras incontroladas, por la fluctuación desmesurada de los precios de los productos básicos y por la injerencia exterior en cuestiones de soberanía nacional, podrá establecer y mantener un sistema de salud que funcione.
La oposición al proyecto de justicia social de la OMS fue poderosa, brutal y extremadamente rápida. Fue inmediatamente desestimada como “irrealista”, que en lenguaje onusiano significa “no querido por los que deciden”. En la actualidad, casi toda la labor sanitaria internacional se organiza a través de asociaciones entre el sector público y el privado, que representan otro mecanismo más de extracción de riqueza aprovechando el sector público para obtener beneficios privados.
Sólo hay una razón por la que las organizaciones con responsabilidades públicas están adoptando estos acuerdos. Se considera que son la única fuente de fondos sin explotar, lo que en cierta medida es cierto. Pero eso se debe a que, bajo los regímenes neoliberales, los presupuestos del sector público han sido recortados y las bases impositivas destruidas. Esta evolución es a su vez el resultado de la influencia de las transnacionales en los gobiernos y las instituciones financieras internacionales.
La solución al problema de los recursos para la salud no es que los organismos públicos vayan a mendigar al sector privado o a las fundaciones de famosos filántropos, completamente identificados con el capitalismo transnacional. Bajo la presión de los Estados Miembros ricos, la OMS se ha ido desviando progresivamente de su amplio mandato de salud pública, de desarrollo, equidad y sistemas de salud sostenibles y se ha orientado hacia enfoques biomédicos limitados y verticales.
A modo de ilustración, en 2019, el actual Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, presentó el “business case” del Plan de Acción Mundial de su organización de esta manera: “La inversión inicial de 14.100 millones de dólares para el período 2019-2023 es una excelente relación calidad-precio y permitirá rentabilizar la inversión generando un crecimiento económico del 2-4%. Ningún producto básico en el mundo es más valioso”
Cabría preguntarnos por qué el Dr. Tedros debe vender el sector de la salud a los inversores en lugar de discutir el plan quinquenal de la OMS con sus 194 Estados Miembros. Porque la OMS hoy en día está más o menos privatizada, ya que controla sólo el 20 % de su presupuesto. El 80% restante consiste en contribuciones voluntarias extrapresupuestarias de los Estados Miembros (ricos) y de fundaciones privadas, casi todas ellas destinadas a prioridades y programas específicos impulsados por los donantes, como la fundación Gates.
Los Estados miembros de la OMS más poderosos, sus empresas transnacionales y las instituciones financieras internacionales son en gran medida responsables de impedir el establecimiento y mantenimiento de sistemas de salud funcionales y equitativos en los países pobres, además de debilitar y desmantelar los servicios de salud en los países ricos. Los servicios básicos de higiene a los ojos del capital no son más que gastos superfluos.
*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebras. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)