La manipulación de los medios en su cobertura de las elecciones británicas
Vicenç Navarro
Ha habido casi un consenso entre los mayores medios de información en la presentación de lo que ha ocurrido en las últimas elecciones británicas, presentándolas como una victoria arrolladora del Partido Conservador, consecuencia del éxito de sus políticas de austeridad, que han consistido en unos enormes recortes del gasto público social —desmantelando y privatizando su Servicio Nacional de Salud— y unas reformas laborales que han llevado a un gran deterioro de su mercado laboral, con un gran incremento de la precariedad y el descenso de los salarios. Se asume que, como consecuencia de estas políticas de austeridad, la economía británica se ha reanimado con uno de los crecimientos económicos más elevados que existen hoy en Europa, lo cual explica el voto tan favorable al Partido Conservador.
Esta gran victoria del Partido Conservador se presenta junto con lo que se define como el gran colapso del Partido Laborista, el cual se atribuye al “izquierdismo” de su dirigente, el Sr. Ed Miliband, que se distanció de la Tercera Vía o Blairismo, que supuestamente ganó las elecciones británicas en tres ocasiones consecutivas aplicando sus políticas de claro corte liberal. Este argumento, a favor de la Tercera Vía, es utilizado constantemente por los grandes medios de comunicación para acentuar la importancia de que los partidos laboristas o socialdemócratas se vayan al centro político, que es donde se asume están la mayoría de votos.
En esta presentación se ignoran u ocultan los datos que muestran el error y/o falsedad de cada uno de sus supuestos. Veamos los datos:
1. Veamos primero el “gran éxito del blairismo”. Como ya mostré en su día (ver mi artículo “Tony Blair y el declive de la Tercera Vía”, Sistema, 16.11.12), las políticas del gobierno Blair fueron enormemente impopulares y sus victorias consecutivas no se debieron al apoyo popular, sino al sistema electoral británico, que es de los menos representativos hoy en la Unión Europea. El Partido Laborista pasó de recibir el apoyo electoral de un 33% del electorado en el inicio de su periodo gobernante, 1997, a un 25% en 2001, y un a 22% en 2005. Si el Reino Unido hubiera tenido un sistema electoral proporcional, el Partido Laborista habría perdido la mayoría parlamentaria ya en las segundas elecciones. Que consiguiera la mayoría hasta el año de su colapso parlamentario, 2005, no fue –como sus ideólogos, como Anthony Giddens, indicaban- resultado de su supuesta popularidad, sino al contrario, como consecuencia del enorme sesgo del sistema electoral y de la crisis del Partido Conservador. Un tanto semejante le ocurrió, por cierto, al partido gobernante socialdemócrata alemán. Todos los partidos socialdemócratas pertenecientes a la Tercera Vía (que eran la mayoría que gobernaban la Unión Europea) han sido derrotados electoralmente con una gran pérdida de su apoyo electoral, perdiendo a su vez un gran número de militantes y simpatizantes. Lejos de ser un éxito, la Tercera Vía ha sido un fracaso electoral de primera magnitud en todos los países donde ha gobernado.
2. El Partido Laborista, en estas últimas elecciones, lejos de sufrir un colapso, aumentó sus votos (737.799), más de los que vio aumentar el Partido Conservador (607.906). En realidad, pasó de obtener el 29% de los votos al 30,4%. A pesar de ello, perdió 26 escaños (pasando de 258 en 2010 a 232 en 2015) debido a la enorme falta de proporcionalidad del sistema electoral. En cambio, el Partido Conservador pasó de tener 307 a tener 331, consiguiendo mayoría absoluta en el Parlamento.
3. El voto del otro partido de izquierdas, situado más a la izquierda que el Partido Laborista, el Partido Nacionalista Escocés, aumentó especialmente (936.050 votos más), pasando de 491.386 votos a 1.454.436, consiguiendo 56 escaños.
4. El voto del Partido Verde, más a la izquierda que el Partido Laboralista, aumentó también espectacularmente, de 285.616 en 2010 a 1.157.613 en 2015.
Sumando las izquierdas, el número de votantes de izquierdas es muy superior al voto de las derechas, siendo su crecimiento mucho mayor que el del Partido Conservador. Y, en cambio, en el Parlamento Británico, el Partido Conservador, que no contó con el apoyo de casi el 70% de los votantes, tendrá mayoría absoluta, presentándose esta mayoría como un indicador del giro a la derecha (que llaman el centro) de la población británica.
Qué ha pasado en realidad en el Reino Unido y su relevancia para España
Es sorprendente que un partido como el Partido Conservador, cuyas políticas han dañado sustancialmente a las clases populares de las distintas naciones que constituyen el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, País de Gales e Irlanda del Norte), no solo no descendiera, sino que incluso viera aumentado su apoyo electoral. Y dos fueron las causas de que ello ocurriera (ver “What Went Wrong For Labour In The UK Election?”, de Henning Meyer, 08.05.15, en Social Europe Journal). Una fue que el Partido Laborista, aunque intentó distanciarse del blairismo, no rompió con el marco liberal, y por lo tanto no criticó con suficiente fuerza, contundencia y credibilidad las políticas de austeridad del gobierno conservador, pues incluso su programa (el laborista) aceptó la necesidad de seguir la ortodoxia liberal que exige equilibrar las cuentas del Estado. Lejos de ser demasiado “izquierdoso” (como los mayores medios lo presentaron), el programa todavía estaba enmarcado en muchos elementos de la ortodoxia liberal que dificultó la imagen de cambio que quería dar.
Y la segunda razón es que el Partido Conservador jugó muy fuerte su carta de “defensor de la Patria y de la Nación británica”, alertando al electorado de que la dependencia de un futuro gobierno laborista del apoyo ofrecido por el Partido Nacionalista Escocés, pondría en peligro la unidad del Reino Unido. Dicho partido escocés, que no acentuó su compromiso independentista en su campaña, enfatizando en su lugar su programa claramente a la izquierda del Partido Laborista, había ofrecido su alianza al Partido Laborista para desbancar al Partido Conservador. Como he indicado en la sección anterior de este artículo, sumando todos los votos de las izquierdas, su número es mayor que los del Partido Conservador, con lo cual, en un sistema proporcional, las izquierdas hubieran tenido una clara mayoría.
En España vemos paralelismos con lo ocurrido en el Reino Unido. El Partido Popular continúa siendo uno de los partidos mayoritarios en el país, aunque ha perdido un número muy elevado de sus votantes. Conocedor de la gran impopularidad de sus políticas de austeridad, este partido sigue una estrategia muy parecida a la del Partido Conservador en el Reino Unido. Primero, atribuye el crecimiento de España a las políticas de austeridad, lo cual es claramente falso, pues esta recuperación se debe al propio enlentecimiento y tímida reversión de las políticas de austeridad (habiendo crecido, por ejemplo, el gasto y el empleo públicos este año), al abaratamiento del petróleo, a la devaluación del euro y a las medidas expansivas necesarias del Banco Central Europeo.
La otra estrategia ha sido la de intentar movilizar a su electorado frente a los “rojos” y “separatistas” que amenazan con destruir la unidad de España. Las políticas del Ministro Wert, claramente provocadoras hacia el catalanismo, tienen un objetivo claro: el de acentuar el conflicto Catalunya-España, que les ha ido pero que muy bien a los nacionalistas de ambos lados del Ebro. El PP siempre ha sido un partido minoritario en Catalunya. De ahí que su anticatalanismo vaya orientado al resto de España a movilizar a los defensores de la patria. Y les está yendo muy bien.
Por otra parte, el PSOE no ha roto con su marco liberal. Basta leer u oír al economista asesor del candidato Pedro Sánchez, el Sr. José Carlos Díez, para ver su hostilidad hacia el gobierno Syriza (el gobierno griego que está intentando romper con la austeridad impuesta por una estructura de poder uno de los portavoces de la cual es el laborista holandés Jeroen Dijsselbloem, Presidente del Eurogrupo) o su oposición a políticas redistributivas (“para distribuir hay primero que crecer”, sin ocurrírseles que es al revés, que para crecer hay que distribuir, estimulando la demanda doméstica de las clases populares), entre otros indicadores de su liberalismo. En realidad, el crecimiento de Podemos está muy relacionado con el abandono de las políticas tradicionalmente socialdemócratas por parte de un partido que se autodefine como socialdemócrata.
La gran diferencia, sin embargo, entre España y el Reino Unido, es que Escocia está gobernada por un partido que en España se le definiría como “radical izquierdista”, y que ha obtenido la gran mayoría de los escaños escoceses, mientras que en Catalunya hay un gobierno conservador-liberal que no ha conseguido el apoyo de la mayoría de las clases populares, debido a las políticas de claro corte liberal (de mayor dureza en sus recortes) que han antagonizado a tales clases, al revés que en Escocia. Esta es la realidad ocultada por los mayores medios de información, que son también de persuasión.