La juventud relegada, sin perspectiva laboral, se torna antisistema

Sergio Ferrari

En 2023 la desocupación de la juventud latinoamericana y caribeña fue tres veces más alta que la de los adultos, en tanto que el fenómeno del trabajo informal la afectó en una proporción 1,3 mayor. Realidad que multiplica el círculo socialmente vicioso de ingresos insuficientes y condiciones frágiles de trabajo. Dichos desequilibrios, si bien estructurales, se agudizaron con la pandemia de COVID-19, al punto que han dejado trazas profundas en amplios sectores de toda una generación juvenil.

Saltando el Atlántico, en los países de la Unión Europea, en noviembre de 2024 más de 3 millones de personas menores de 25 años estaban desempleadas. La tasa de desocupación juvenil alcanzó el 15,3%, ligeramente por encima del 15,2% del mes anterior. Si se compara con noviembre de 2023, el aumento del desempleo juvenil fue de 159.000 personas. Los países de la Unión Europea que sintieron el mayor impacto de este fenómeno negativo fueron Francia, España, Alemania e Italia.

La pandemia del COVID 19 tuvo un impacto nefasto en cuanto al empleo juvenil. Foto ONU México.

Juventud excluida, un fenómeno planetario

Según el sitio especializado Statista, la tasa global de desempleo juvenil masculino en 2024 fue ligeramente inferior a la de 2023, situándose en el 12,66% (incluso más bajo que antes de la pandemia). Sin embargo, el desempleo de las mujeres jóvenes durante dicho período aumentó 0,25 puntos.

Las estadísticas no dicen todo: la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce en diversos informes el preocupante número de jóvenes de 15 a 24 años que no tienen empleo ni estudian ni reciben formación alguna. Según la OIT, a nivel mundial más de la mitad de los trabajadores menores de 25 años tienen ocupaciones informales y sus oportunidades de acceso a un trabajo decente siguen siendo limitadas, especialmente en aquellos países con economías emergentes y en desarrollo.

Ya en agosto de 2024 la OIT reconocía que los jóvenes se enfrentan a “vientos en contra” como para lograr éxitos en el mundo laboral. Y afirmaba que “demasiados jóvenes de todo el mundo son ninis (ni trabajo ni estudio) y las oportunidades de acceder a empleos decentes siguen siendo limitadas”. En 2023, uno de cada cinco jóvenes en el mundo, es decir, el 20,4%, era nini, y dos de cada tres de estos ninis eran mujeres.

América Latina y el Caribe no son excepción

En las últimas décadas, el mercado laboral de América Latina y el Caribe experimentó cambios significativos impulsados por la globalización, el avance de la tecnología y la evolución de las estructuras económicas de la región. Sin embargo, la juventud enfrenta desafíos significativos para integrarse de manera estable y digna en este entorno cambiante, como sostiene el informe Juventud en cambio: desafíos y oportunidades en el mercado laboral de América Latina y el Caribe, que acaba de publicar la OIT.

Según esta informe, resultado de un análisis cuantitativo y entrevistas en siete países de la región (Chile, Argentina, Colombia, Perú, Panamá, México y República Dominicana), “En un contexto marcado por altas tasas de desocupación juvenil, informalidad laboral y brechas de género, el acceso de la juventud al trabajo decente sigue siendo un reto fundamental para lograr un desarrollo económico inclusivo y sostenible”.

La pandemia redujo drásticamente las tasas de ocupación y participación juvenil en 2020, aunque se ha ido recuperando progresivamente hasta alcanzar niveles de prepandemia. Sin embargo, continúan las brechas de desocupación entre hombres y mujeres jóvenes. En otras palabras, la desocupación femenina sigue siendo más elevada. Por otra parte, la proporción de este sector etario que no estudia ni trabaja de forma remunerada continúa siendo alta y afecta mucho más a las mujeres que deben dedicarse a las tareas de cuidados sin salario (actividades domésticas y atención de familiares menores, mayores o enfermos), lo que limita su participación activa en el mundo laboral.

La juventud, la más desempleada y la menos remunerada. Foto Marcel Crozet, OIT, Madagascar.

Datos esenciales de este informe revelan brechas significativas. Por ejemplo, la tasa de informalidad juvenil alcanza aproximadamente el 60% mientras que la de los adultos es del 47,5%, y los ingresos de las personas jóvenes representa alrededor del 60% de los ingresos de los adultos.

Por otra parte, la juventud con trabajos informales gana menos de la mitad de la que tiene empleos formales, y la diferencia es más notable en sectores como el del trabajo por cuenta propia.  Así mismo, las mujeres jóvenes perciben aproximadamente un 85% de los ingresos de los hombres jóvenes, brecha que ha ido en aumento desde 2018.

Para muchas personas jóvenes, la entrada al mercado laboral se da a través de empleos informales, lo que perpetúa una trayectoria de precariedad a lo largo de sus vidas productivas. Este problema se agrava, como argumenta el informe de la OIT, por la limitada capacidad de organización y representación de la juventud, “lo que dificulta su participación activa en la formulación de políticas y en la promoción de cambios institucionales”. En cuanto a perspectivas, en las próximas décadas se espera un envejecimiento significativo de la población, lo que tendrá implicaciones directas en los sistemas de cuidado y la distribución del tiempo entre hombres y mujeres.

Este contexto plantea interrogantes sobre cómo la juventud adaptará sus dinámicas laborales y familiares y cómo aprovechará las tecnologías emergentes para integrarse al mercado laboral o enfrentar el riesgo de ser desplazada por éstas. El diseño de políticas de cuidado inclusivas y equitativas, particularmente en este escenario de transición demográfica, será fundamental para el fortalecimiento de la relación entre la juventud y el mercado laboral, con especial atención a las mujeres jóvenes.

La juventud se radicaliza

Un reciente estudio del Centro de Riesgo Sistémico de la London School of Economics, retomado por varios medios de prensa, entre ellos el cotidiano español Confiencial, concluye que las personas de 18 a 25 años que han tenido que confrontar la pandemia tienen menos confianza en el liderazgo político y científico que sus mayores. Estado de descreimiento que puede perpetuarse varios años, incluso décadas, debido a que la ideología y la concepción política del individuo tiende a solidificarse hacia los 20 años de edad. Juventud Trabajadora. Sin derecho a estudiar ni trabajar: ¡Nuestro futuro hay que arrebatarlo!

Las implicaciones prácticas de esta dinámica ayudarían a explicar el comportamiento electoral de la juventud europea los últimos meses. En Francia, por ejemplo, el 30% del voto juvenil ha sido para la ultraderechista Agrupación Nacional de >Marine Le Pen y Jordan Bardella. En tanto en Italia, el 21% de los votantes de entre 18 y 34 años le dio su apoyo a Hermanos de Italia, la alianza de derechas de la primera ministra Giorgia Meloni.

En España, el ultraderechista partido Vox conquistó el 12,4% del voto de los jóvenes de menos de 25 años, lo que representa sin duda un aumento significativo. La reducción de la edad para votar a los 16 años en Austria, Bélgica y Malta, y a los 17 en Grecia, no hizo más que acentuar esta tendencia de un voto juvenil de descontento antisistema.

Un sistema que ve crecer el desempleo juvenil pero mantiene y promueve el trabajo infantil. Foto UNICEF Dormino.

 

Las recientes elecciones en Alemania el 23 de febrero constituyen un fenómeno muy particular. Aun cuando la ultraderechista Alianza por Alemania (AfD) logró el 21% del voto del sector de 18 a 24 años (así como un 20,8% de todos los votantes), el partido La Izquierda, con posiciones políticas y sociales más radicales que la socialdemocracia, consiguió el 25% de sus votos entre la juventud, (aunque conquistó solo el 8,8% del electorado). En síntesis, casi la mitad de los votantes entre 18 y 24 años optó por la extrema izquierda o la extrema derecha.

¿Por qué la juventud alemana votó por partidos extremos?, se preguntó la radio internacional Deutsche Welle el 28 de febrero. Su análisis concluye que La Izquierda usó el tono correcto en la campaña y se centró en temas muy importantes para muchos jóvenes, como vivienda asequible, mejor educación, justicia social y compromiso contra el racismo.

Además, puntualiza que, previo a las elecciones, los militantes de La Izquierda realizaron miles de visitas puerta a puerta y una campaña muy exitosa en plataformas como X y TikTok, disputando así un espacio digital que hasta entonces estaba dominado hegemónicamente por el partido de extrema derecha.

Este análisis además señala que, desde las elecciones europeas de junio de 2024, hace ocho meses, ambos partidos lograron avanzar mucho entre la juventud: el apoyo electoral a la AfD aumentó casi un tercio y el de La izquierda se cuadruplicó. Ningún partido había recibido antes tantos votos juveniles. Y cita a Rüdiger Maas, del Instituto de Investigación Generacional de Augsburgo, quien afirmó que los jóvenes siempre se han mostrado más receptivos hacia los márgenes [extremos] políticos.Visiones de género en la extrema derecha juvenil | UOC

En declaraciones a la revista Spiegel, Maas comentó que, en relación con otros sectores de votantes, es la juventud la que quiere más cambios. En consecuencia, si a un joven le preocupa seriamente la situación actual, es más probable que se pronuncie a favor de la oposición. En enero, los resultados de las 4.000 entrevistas que Maas y su equipo de investigación realizaron al respecto mostraron que los jóvenes “tienen más miedo que la población en general” con respecto a situaciones sociales y ambientales delicadas.

El análisis de la Deutsche Welle menciona una encuesta de octubre (Estudio Shell) con unos 2.500 niños y jóvenes de hasta 25 años. Sus mayores temores son la guerra en Europa (81%), la pobreza (67%), el cambio climático (63%), la xenofobia (58%) y, en último lugar, la inmigración en Alemania (34%). Aunque no pretende dar respuesta al crecimiento de los extremos electorales entre los jóvenes alemanes, el estudio concluye que “la generación más joven está cada vez más interesada en la política; en concreto, la mitad de los jóvenes en Alemania. Y el número va en aumento”.

El sistema que excluye laboralmente –y, por ende, socialmente— a sectores importantes de la juventud, engendra una juventud que se posiciona como antisistema y se enrola detrás de propuestas y discursos críticos hacia la partidocracia tradicional. Todo esto, a su vez, potencializado por los nuevos medios de comunicación e información digital, con sus propios códigos y hasta ahora mucho mejor empleados por la extrema derecha que por las fuerzas progresistas.

*Periodista, investigador y analista argentino, radicado en SuizaColaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)