La hambruna en Gaza quiebra el silencio europeo

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Mundiario

 

Reino Unido, Francia y Alemania exigen el fin de la catástrofe humanitaria en la Franja de Gaza, en una inédita presión conjunta contra la ofensiva israelí y la pasividad de Washington.

La imagen de Gaza como un inmenso campo de muerte y hambre ha empezado, por fin, a traspasar la línea roja de los aliados históricos de Israel. Más de 59.000 muertos palestinos, 140.000 heridos y un millón de desplazados desde el 7 de octubre de 2023 han sido necesarios para que Europa –o al menos parte de ella– reaccione. Este viernes, Reino Unido, Francia y Alemania emitieron un comunicado conjunto inédito en el que exigen el cese de la «catástrofe humanitaria» provocada por la ofensiva israelí, marcando un punto de inflexión diplomático.

El texto no solo condena la desproporción de la respuesta israelí al ataque de Hamás, sino que denuncia con dureza el uso del hambre como arma de guerra. Las imágenes de niños reducidos a piel y huesos, mencionadas incluso por el primer ministro australiano, Anthony Albanese, han generado una ola de indignación que va más allá de las habituales declaraciones diplomáticas. Se trata de una ruptura con la doctrina del silencio cómplice que ha caracterizado durante meses la postura de los principales aliados de Tel Aviv.

Este cambio de tono se produce mientras Estados Unidos e Israel se aferran a una lógica belicista cada vez más insostenible. Donald Trump y Benjamín Netanyahu –el primero desde su campaña, el segundo desde su impunidad institucional– insisten en nuevas ofensivas y en estrategias de fuerza que solo añaden cadáveres a las estadísticas. Lo hacen, además, mientras cientos de palestinos mueren en emboscadas en los puntos de distribución de comida designados por el propio Gobierno israelí, convertidos en trampas letales.

La creación de la llamada Gaza Humanitarian Foundation, una supuesta entidad de ayuda humanitaria controlada por Israel y EE UU, ha servido de excusa para convertir el acceso a alimentos en un nuevo frente de guerra. La táctica es perversa: los desplazados son dirigidos a puntos de recogida, y allí, bajo pretextos de seguridad, se abre fuego. Este proceder ha costado la vida a casi 900 personas en apenas unas semanas. Se suma así a un patrón de conducta que viola sistemáticamente el derecho internacional humanitario.

«Muerte inhumana de civiles, incluidos niños»

La declaración firmada por 25 ministros de Exteriores –incluida España– denuncia explícitamente el «goteo de la ayuda» y la «muerte inhumana de civiles, incluidos niños». Pero más allá de las palabras, sigue faltando contundencia política. La UE, que hace menos de dos semanas firmaba un acuerdo con el Gobierno de Netanyahu para aumentar la ayuda humanitaria, evita aún revisar el Acuerdo de Asociación con Israel. Bruselas no proporciona datos concretos sobre el supuesto incremento de la ayuda, ni aclara los mecanismos de verificación. La falta de transparencia revela el miedo a afrontar las consecuencias políticas de una suspensión real de relaciones privilegiadas.

En paralelo, la ONU alerta de que el 88% del territorio de Gaza está bajo órdenes de evacuación o convertido en zona militar. Es decir, más de dos millones de personas están hacinadas en apenas un 12% de la Franja, que no llega a ocupar la superficie total de Madrid. La comparación ilustra el grado de encierro y desesperación en el que sobreviven los gazatíes.

Netanyahu, firme en su plan de destrucción total, ha confiado en la impunidad que le brindan sus apoyos estratégicos. Y hasta ahora, no se ha equivocado. Pero la fractura diplomática se hace evidente. La iniciativa conjunta de Reino Unido, Francia y Alemania refleja que algo ha cambiado: ya no es solo la opinión pública mundial la que repudia la masacre. Es también una parte relevante de la comunidad internacional la que empieza a exigir responsabilidades concretas.

La historia juzgará la inacción de quienes, sabiendo lo que ocurre, decidieron mirar hacia otro lado. Y quizá esté comenzando a escribir una nueva página: la de quienes, tarde y a empujones, se han decidido por fin a hablar en nombre de los que ya no pueden hacerlo.