La fuga del virus
Nieves y Miró Fuenzalida
La idea de que el virus Covid-19 se escapó del laboratorio de Wuhan, en la provincia china, que fue propagada ampliamente por Donald Trump, QAnon y los halcones dela ultraderecha con el obvio interés de escalar peligrosamente las tensiones con el país competidor, fue desechada como una teoría conspirativa por la elite liberal. Ahora, después de un año del efectivo silencio de la teoría de la fuga del laboratorio por parte de los medios corporativos y el establecimiento científico, Joe Biden ha anunciado una investigación para evaluar su credibilidad.
Lo curioso es que hasta hace poco todo esto fue tratado como una conspiración y ahora, de repente, ha empezado a ser ampliamente difundida y considerada por los gobiernos del occidente… ¿Qué ha pasado aquí? ¿Es realmente éste el intento de descubrir la verdad de lo que ha pasado o, por el contrario, el intento desesperado de esas mismas elites para controlar nuestra comprensión de lo ocurrido?
Según el periodista estadounidense Jonathan Cook, ninguno en posición de responder estas preguntas parece tener el más mínimo interés en averiguar la verdad, o al menos, no tiene interés en que el resto de nosotros sepa la verdad. No China, no los políticos estadounidenses, no la Organización Mundial de la Salud y no los medios corporativos.
Por los últimos 15 meses nuestra comprensión del origen del Covid ha sido narrativamente manejada. Nuestra sospecha es que se nos ha dicho sólo lo que le conviene a los poderosos intereses políticos, científicos y comerciales, a pesar de que la historia ha girado 180 grados. El riesgo de descubrir lo que realmente ha ocurrido potencialmente podría, no sólo desprestigiarlos enormemente, sino también debilitar la base ideológica sobre la que descansa su poder.
Según la historia, el establecimiento científico y político promovió la idea de que un murciélago introdujo el Covid-19 en la población humana. Si esto fue así, aquí nadie es culpable. La alternativa era culpar a China por la fuga del virus del laboratorio de Wuhan, como Trump lo hizo.
Pero -y aquí la historia se vuelve bien interesante-, hay buenas razones para que los políticos estadounidenses no quisieran seguir esta última ruta y esto no tiene poco que ver, como dice Cook, con la preocupación de abstenerse de teorías de conspiración o evitar tensiones innecesarias con una China que posee un respetable arsenal nuclear. La razón probablemente es otra.
Nicolás Wade, un exescritor científico del periódico New York Times que ahora publica en una revista de ciencia relativamente oscura, escribió en mayo, basado en una profunda investigación, porqué el caso de la fuga de laboratorio era científicamente sólida de acuerdo a los principales virólogos del mundo. Lo que él resalta en su investigación es un problema mucho más grave para las elites norteamericanas.
Antes del surgimiento del Covid, el laboratorio de Wuhan, al parecer, estaba cooperando con el establecimiento científico estadounidense y los funcionarios de la Organización Mundial de la Salud en sus experimentos con el virus. Durante la administración de Obama esta cooperación se había detenido debido a las preocupaciones sobre el peligro de que una mutación del virus creada por humanos se escapara y creara una pandemia.
Pero, durante el gobierno de Trump los funcionarios de EU reiniciaron el programa y, según los informes, financiaron el trabajo en el laboratorio de Wuhan a través de una organización médica con sede en Estados Unidos llamada EcoHealth Alliance. Y es aquí donde las cosas se tornan aún más interesantes. Uno de los funcionarios que impulsó esta agenda con más fuerza, según Wade, fue el doctor Fauci, el principal asesor médico del presidente de Estados Unidos, ampliamente reconocido y admirado por oponerse a las desastrosas políticas del manejo de la pandemia por parte del gobierno de Trump.
Lo irónico, entonces, es que si la teoría de la fuga de laboratorio llegara a ser correcta, el salvador de la pandemia en EU podría haber sido uno de sus principales instigadores. Algo bien difícil de tragar.
Y ésto no es todo. Para colmo, altos funcionarios de la organización Mundial de la Salud
también se han visto implicados al estar estrechamente ligados con las investigaciones del laboratorio de Wuhan a través de grupos como EcoHealth. Y, en el fondo, ésta pareciera ser la verdadera razón por la que la teoría de la fuga del laboratorio fuera tan agresivamente rechazada al comienzo por el establecimiento político, médico y los medios occidentales sin el intento de investigarla seriamente.
Si hay alguna duda, pensemos sólo ésto: la Organización Mundial de la Salud designó a Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, el mismo grupo que, según Wade, posiblemente financió la investigación del laboratorio de Wuhan en nombre de Estados Unidos. Lo menos que uno podría decir es que Daszak tenía un conflicto de interés. ¿No será ésta la razón de que él ha descartado cualquier posibilidad de la existencia de una fuga del virus y continua dirigiendo la atención de los medios hacia el mercado de animales salvajes de Wuhan?
Ahora bien, ¿por qué Biden, los medios corporativos y el establecimiento científico han empezado a hacer pública la posibilidad de una fuga del laboratorio? La respuesta pareciera ser obvia. El artículo de Nicolás Wade, por sobre todo, abrió las puertas, que habían permanecido herméticamente cerradas, a la hipótesis de la fuga. Ahora el genio está fuera de la botella. Lo que le queda, entonces, a las autoridades de turno es desplegar un plan B. En otras palabras, controlar el daño.
Los medios corporativos, al compás del establecimiento político y médico, plantean la
posibilidad de una fuga del laboratorio, pero excluyen cualquier evidencia desenterrada por Wade que podría implicar a Fauci y a la elite política estadounidense, en el caso de que la fuga resultara real. Enfocarse solamente en la teoría de la fuga del virus, dice Cook, desplaza la historia más interesante de una potencial complicidad de EU y la OMS en tal fuga y disminuye la presión de los medios de información al proporcionarles algo y así evitar el que ellos desentierren por sí mismos la verdad.
El gobierno de Washington sabe que los medios corporativos occidentales lealmente reportarán las acusaciones en contra de China como hechos, en la misma forma que silenciaron cualquier consideración de una fuga del virus hasta que ellos se han visto obligados a hacerlo. Su tarea es manejar cuidadosamente esta transición y asegurar que no haya ninguna disonancia cognitiva entre lo que era imposible sólo unos meses atrás y lo que ahora se vuelve posible, a pesar de que nada ha cambiado materialmente. Lo importante es que nadie reflexione demasiado profundamente sobre estas cuestiones.
Los medios corporativos que dominan la información mundial no tienen ningún interés en la verdad de las cosas o en asegurar el bienestar común, después que han mentido repetidamente, como en el caso de las armas de destrucción masiva que poseía Saddam Hussein o han guardado silencio sobre asuntos aún mas graves y durante mucho más tiempo, como son las diversas catástrofes ecológicas que se avecinan desde el siglo pasado.
Sabemos que los medios corporativos trabajan para un puñado de billonarios y el interés de los periodistas es mantener su empleo y salario. Pero, ¿qué pasa con los científicos? Se supone que ellos son nuestra última fuente de objetividad. Después de guardar silencio durante el año pasado, sólo ahora han firmado un documento presionando para abrir una investigación con el objeto de determinar realmente si el virus se fugó del laboratorio o si su origen proviene de un animal salvaje.
¿Por qué el silencio y luego su cambio? Los científicos, como nota Cook, se someten servilmente al establecimiento científico porque es éste el que regula un sistema en el que son recompensados con fondos para la investigación, oportunidades de empleo y promociones. Dada esta situación, entonces, los científicos tienen bien pocos incentivos para cuestionar o exponer las fallas de su actividad profesional o aumentar el escepticismo hacia las ciencias o los científicos.
En la consideración de las elites occidentales, como lo hemos visto una y otra vez, la cosa no es acerca de la verdad, sino la ilusión de la verdad, el hacernos creer que los gobernantes hacen lo que hacen en nuestro interés y que el sistema político y económico que promulgan es el mejor de todos los posibles. En el caso del virus, que tanta miseria humana ha causado encima de las que ya teníamos, es bien probable que nunca sepamos la completa verdad.