La estruendosa derrota del uribismo y el triunfo verde y feminista en Bogotá
Camilo Rengifo Marín
Con una participación de más del 60 % en las elecciones regionales colombianas del 27 de octubre, mayor a la registrada hace cuatro años, el país político comenzó a rearmar el nuevo esquema de poder a partir del año próximo, partiendo de la estruendosa derrota sufrida por Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, a lo largo y ancho del país.
Fue una de las campañas más intensas, con mayor número de candidatos y más alta participación electoral que se recuerde, llevada adelante en medio de la violencia que dejó siete candidatos muertos a manos de narcotraficantes y paramilitares, junto a decenas de dirigentes sociales, comunales, campesinos e indígenas también asesinados.
Los mandatarios elegidos en 24 de los 32 departamentos fueron avalados por una alianza interpartidista y en dos departamentos ganó un aspirante independiente, lo que evidencia la crisis de los partidos tradicionales. En las dos terceras partes de los departamentos, las gobernaciones las ganaron candidatos que se postularon en coalición.
Mientras el uribismo empezaba su declive, la Alianza Verde se convirtió en la fuerza política que más creció y ganó con Claudia López la Alcaldía de Bogotá (la primera mujer en lograrlo); los grandes partidos siguieron perdiendo hegemonía; los independientes fueron la sorpresa; las coaliciones la fórmula ganadora en todo el país; y de los clanes solo sobrevivieron los grandes.
El uribista Centro Democrático fue uno de los más apaleados en las elecciones: quedó en el último lugar en Bogotá, en Medellín contra todo pronóstico su candidato Alfredo Ramos Maya perdió, y en Cali Roberto ‘Chontico’ Ortíz no pudo con el “verde” Jorge Iván Ospina. Algo grave le está pasando al partido de Uribe –enjuiciado por la Corte Suprema- y su delfín Iván Duque.
La jornada electoral mostró un pequeño progreso hacia una democracia más creíble, donde no siempre se imponen las maquinarias, en la que los movimientos ciudadanos, las candidaturas independientes y las alianzas de grupos políticos y sociales les quitan terreno día a día a los partidos políticos. Los batacazos fueron los triunfos de Claudia López en Bogotá, Daniel Quintero en Medellín, William Dau en Cartagena y Jairo Yáñez en Cúcuta.
El balance de las encuestadoras también fue negativo y demostraron no incidir en los resultados finales. No acertaron en Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Cartagena, pero sí en Barranquilla, donde estaba cantada la victoria de Jaime Pumarejo (Cambio Radical) y en Cali con Jorge Iván Ospina.
En estos comicios los principales derrotados fueron los partidos tradicionales, a quienes ya les cuesta cada vez más elegir alcaldes o gobernadores con votos propios y se han visto forzados a refugiarse en las alianzas interpartidistas para mantener su poder, o parte de él..
El Partido Liberal pasó de cuatro gobernaciones propias a dos; Cambio Radical de cinco gobernaciones propias a ninguna. El Partido de la U tenía dos y se quedó con una. El conservatismo tenía cuatro y pasó a dos.
El uribismo sufrió una derrota que se amplifica si se tiene en cuenta que son el partido de gobierno. Tras 17 años de poder del expresidente Uribe como “el gran elector”, sus aliados políticos apenas ganaron dos gobernaciones: en Casanare, donde conservaron su hegemonía y en Vaupés, pero perdieron en la tierra más uribistas como, la Alcaldía de Medellín en Antioquia.
Fracasaron también en Córdoba, donde el propio Uribe se comprometió en la campaña, asimismo en Santander, Caldas, Meta y Sucre. Y quedó claro que en Bogotá y en Cali no tiene lugar el Centro Democrático ni el uribismo.
En cuanto a la oposición política, en términos generales mostró sus avances. En especial, la Alianza Verde, que ganó con Claudia López la segunda plaza política más importante del país, y sumó victorias en Cali, Manizales, Villavicencio, Bucaramanga y Cúcuta.
En tierras del realismo mágico no puede sorprender que un excombatiente de las Farc llegara al poder. Se llama Guillermo Torres, pero todos lo conocen como Julián Conrado, cantante de la guerrilla, que ganó en Turbaco (Bolívar).
Tampoco, como destaca Alfredo Molano en El Espectador, sorprende la de Jairo Yáñez, el nuevo alcalde de la capital de Norte de Santander, un empresario de la arcilla de 68 años que, perífono en mano, venció al titán de la frontera, Ramiro Suárez Corzo, conquistando a un pueblo agobiado por la maquinaría dirigida desde la cárcel.
Desde la óptica de los clanes regionales, los resultados del domingo 27 mostraron que las casas más consolidadas lograron mantener su poder: En Atlántico, la casa Char, los Gnecco en el Cesar; los Aguilar en Santander; los Bler en Bolívar, los Mehreg en Rosaralda. Los cacicazgos regionales fueron derrotados en Cartagena, Magdalena, Villavicencio, Sucre, Córdoba y La Guajira.
Entre los triunfos “cocaleros” se anota el de Arnulfo Gasca, “el patrón de patrones”, quien ganó la Gobernación de Caquetá (se hizo famoso por protagonizar un narcocorrido); Andrés Gómez, a quien relacionan con la masacre de la Guaripa (2018) y Buanerges Rosero en Putumayo, a quien relacionan con Edgardo Figueroa, capturado en la famosa narcoambulancia con 250 kilos de cocaína.
Mientras el presidente Iván Duque sigue en su agresión constante contra Venezuela, se le mueve el piso en su propio patio: gran fiasco electoral, Uribe enjuiciado, violencia en crecimiento, crisis económica, financiera y social.
* Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)