La elección de Duque y sus efectos para Ecuador

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Edgar Isch López|

La victoria electoral de la derecha es siempre una mala noticia. A ella suelen suceder los anuncios de políticas de ajuste antipopular, a pesar que la capacidad de engaño logre el voto de importantes sectores sociales. Que ese resultado electoral corresponda, como hoy en Colombia, a alguien que desde antes de ser candidato a la Presidencia se ha expresado en contra de la paz en su propio país al oponerse a condiciones mínimas para que sea posible el acuerdo entre las FARC y el Estado, es aún más preocupante.

Iván Duque, como se sabe, fue el candidato impuesto por Álvaro Uribe, el expresidente rodeado de denuncias sobre vinculación con el narcotráfico, paramilitarismo y crímenes de lesa humanidad. Aunque tratará de diferenciarse como condición para reforzar la demagogia y sostener acuerdos con otras fuerzas políticas, en esencia será continuador de las políticas uribistas. En estas condiciones, nada más correcto que la decisión de iniciar la oposición que realizaron las fuerzas democráticas, las que demostraron crecimiento en calidad y cantidad en torno a la candidatura de Gustavo Petro.

Pero ¿qué significa para el Ecuador la presidencia de Duque? Aunque el tema de las relaciones bilaterales tuvo poca trascendencia en la campaña presidencial y que en el programa de Duque, compuesto por 148 propuestas, se hace referencia a la política internacional en solo dos puntos, hay varias señales que se deben tomar en cuenta.

Basados en declaraciones del conjunto del uribismo, incluyendo el propio pasado de Duque que trabajo en USA y el BID, hasta su primera visita internacional a ese centro imperialista, se encuentra la frontal decisión de alinearse con las políticas de dominación de Washington. Mientras el vicepresidente norteamericano se movilizó por países latinoamericanos, incluyendo Ecuador, para aislar a Venezuela hablando de derechos humanos mientras mantiene en jaulas y campos de concentración a niños separados de sus padres migrantes. Duque en Estados Unidos dijo prácticamente lo mismo, comprometiéndose a ser la punta de lanza del imperialismo para acabar con el esfuerzo integracionista de la UNASUR y convocar a otros gobiernos lacayos para poner una denuncia en la Corte Penal Internacional contra el gobierno venezolano de Maduro. Semejante intervencionismo, hoy contra Venezuela, fácilmente se expresará más adelante contra otros países vecinos.

Alimentar la crisis de Venezuela involucra repetir los procesos de bloqueo y pretendido aislacionismo de Cuba. Facilitar que el imperialismo se salga con la suya en este sentido nos afecta a todos porque con la desunión latinoamericana la región queda como el patio trasero que siempre anhelaron. Pero daña y dañará principalmente al pueblo de Venezuela, cuya migración a los países cercanos crecerá, más cuando Duque ya les ofrece apoyo si pasan por Colombia. Ecuador, como uno de los países receptores de estos migrantes, verá crecer su número sin tener verdaderas políticas de acogimiento, mientras la derecha local busca exacerbar sentimientos xenófobos que van ligados a ataques ideológicos contra el socialismo y el comunismo.

Abandonar la UNASUR y por su puesto su Consejo de Defensa, lo plantea Duque en momentos en que Colombia pasa a ser un “socio global” de la OTAN, con lo cual la presencia de esta organización imperialista de guerra llega a Suramérica y el Caribe. Es sin duda un peligro para todos, como lo es el mantenimiento de las bases norteamericanas localizadas en Colombia, a pesar de que es evidente que no sirven para frenar el narcotráfico. Duque, sin embargo, ratifica la “guerra contra las drogas” que solo ha servido para atacar a poblaciones que por miles huyen en calidad de refugiados hacia Ecuador.

La llamada “guerra contra las drogas” traerá una continuidad de refugiados que cruzarán la frontera. Más aún cuando ya van alrededor de 200 dirigentes campesinos asesinados luego de la salida de las FARC de esos territorios, llama “opereta y sainete” las negociaciones de Paz llevadas por el gobierno saliente con el ELN y anuncia el incumplimiento de los acuerdos con las FARC.

RexTillerson, ex – Secretario de Estado de Trump, en su visita a Colombia anunció la renovación por cinco años de la “cooperación” que bien podría ser llamada “Plan Colombia II”, y que conlleva amenazas para Ecuador. Ahora hablan inclusive de una fuerza de ocupación bajo el nombre de Fuerza de Tarea Conjunta, que se puede prever se ubicará en zonas ecosistémicas compartidas por Colombia con Venezuela y, principalmente Ecuador bajo el pretexto del cultivo de coca.

De allí que ha dejado clara su intención de retornar a las fumigaciones (El Nuevo Herald, 28 de junio) que envenenaron a la naturaleza y a poblaciones ecuatorianas dela zona de frontera, donde se observó graves daños cromosómicos y enfermedades que incluyeron el cáncer, a más de pérdida de cultivos y animales de granja.

Más grave aún: en entrevista publicada en el diario español ABC de 7 de mayo, Duque habla de colaboración con el gobierno ecuatoriano contra las “actividades criminales”, lo que en discurso uribista fue siempre la búsqueda de accio9nes de yunque y martillo contra las fuerzas insurgentes. El periodista le pregunta: “¿Bombardeos, lo que sea necesario?” a lo que Duque responde: “Si se puede hacer algo que permita mitigar cualquier efecto colateral sobre la población civil, se aplicarán todos los mecanismos de seguridad que los dos países concierten.”

Cómo se ve, está dispuesto a bombardear Ecuador, como lo hiciera Uribe. A lo mucho, ofrece mitigar efectos colaterales sobre la población, pero solo “si se puede”.

La elección de Duque es también una mala noticia para el Ecuador. Para enfrentar las amenazas se requiere de un gobierno que realmente defienda la soberanía nacional y de un pueblo consciente de sus derechos.

*  Académico y ex ministro de Medioambiente de Ecuador. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)