La desesperación de la derecha: Keiko, Montesinos, la CIA

Álvaro Verzi Rangel

Montaje

Nos habíamos olvidado de Vladimiro Montesinos. Es más, creíamos que estaba preso, confinado, en una cárcel militar de máxima seguridad, la Base Naval del Callao, bajo vigilancia de la Marina de Guerra del Perú. Por eso sorprendió escuchar los audios con recomendaciones sobre cómo torcer voluntades -léase comprarlas- para hacer ganar a Keiko Fujimori  y la banda de Fuerza Popular.

Para aquellos que no vivieron o no lo recuerden, en la década de los 90, Montesinos y Alberto Fujimori, el dictador que moldeó a su imagen y semejanza, corrompieron el Estado y se adueñaron del país; aprobaron una Constitución y leyes a su medida.

A casi una semana de la publicación de los primeros “vladiaudios”, nuevas grabaciones dan más luces sobre el plan que tenía Vladimiro Montesinos para lograr que Keiko Fujimori llegue a Palacio. Había propuesto sobornar a tres de los cuatro magistrados del Jurado Nacional de Elecciones con un millón de dólares para cada uno, con el apoyo financiero de Dionisio Romero y Rafael López Aliaga, entre otros personajes.

“Se están jugando el todo por el todo, todo el mundo tiene que poner su granito de arena”, se le escucha decir a Montesinos.

¿Casualidad? Montesinos se encuentra internado en el Centro de Reclusión de la Base Naval del Callao, una cárcel de máxima seguridad que él mismo mandó a construir en los años 90. Diseñó esa cárcel para hacerle la vida imposible a Abimael Guzmán (líder de Sendero Luminoso), pero la paradoja del asunto es que él mismo terminó allí.

¿Ingenuidad?

Los ingenuos confiaron en que Keiko se había separado, distanciado del doctor Montesinos y que incluso respetaría –esta vez sí- los resultados electorales. Hablo de ingenuidad porque en 2016 Montesinos hizo las coordinaciones para que pudiera derrotar a Pedro Pablo Kuczynski, pero ni así logró imponerse.

Víctor Caballero plantea tres puntos: 1) que la Base Naval en realidad no es su lugar de reclusión sino su base de operaciones políticas, 2) considerar que la participación política del exjefe de inteligencia no se da solo en el proceso electoral, y 3) si el fujimorismo tiene vida sin Montesinos.

Lo destacable, añade, es la vigencia de la estrategia que Montesinos diseñó para hacerse del poder y destruir la democracia peruana, la que no se reduce a la campaña electoral, o a la utilización de recursos legales para impugnar o ganar en mesa con impugnaciones, lo que pueden hacer estudios de abogados, acompañados con las denuncias de políticos dispuestos a tragarse el discurso de que defender el voto del fujimorismo es defender  la democracia.

No. Esa no es la esencia de la estrategia fujimorista, sino la que aplicó durante la dictadura de Fujimori para que se reeligiera dos veces, que consistía en construir una mayoría parlamentaria para, a partir de ahí, copar las estructuras de las instituciones básicas: Tribunal Constitucional, Poder Judicial, Fiscalía de la Nación, Contraloría General de la República, Consejo Nacional de la Magistratura, Jurado Nacional de Elecciones, la ONPE y, sobre todo, controlar los grandes medios de comunicación y el imaginario colectivo.

Cuando Keiko perdió las elecciones en 2016 buscó cómo reproducir la estrategia de Montesinos para no perder en las siguientes. Así, en la legislatura pasada en la que contaba con mayoría absoluta, puso en marcha la estrategia de Montesinos, y logró controlar la Magistratura y la Fiscalía, copar el Poder Judicial, nombrar los titulares del JNE y de la ONPE. Casi logra todo, incluyendo el Tribunal Constitucional.

La trama descubierta por el ex congresista Fernando Olivera, bastante conocida ya, ilustra la manera cómo estuvieron a punto de lograr que el JNE acepte las mil actas impugnadas con los cuales se anulaban votos de Pedro Castillo, lo suficiente como para voltear el resultado de las elecciones del 6 de junio. Y en esa operación clave y decisiva estaba Vladimiro Montesinos, pero para lograr su propósito requería operadores y contactos vinculados con el fujimorismo, dispuestos a quebrar o comprar integrantes del JNE

Dos tandas de vladiaudios

Los primeros vladiaudios, llamadas hechas por Montesinos desde la prisión de la Base Naval de Callao, revelaron que éste estaba muy interesado en ayudar a Keiko Fujimori a llegar a Palacio. Mantuvo comunicación durante la primera y la segunda vuelta electoral con un militar retirado muy cercano al fujimorismo. En la primera vuelta el diálogo fue para apoyar la campaña, posicionándola en redes sociales y números telefónicos.

Con ese fin, puso en contacto a Rejas con un tal “Carlos”, un experto en equipos de inteligencia, quien tenía montado un ejército de personas que se dedicaban a difundir mensajes por redes sociales y teléfonos, según el relato de Rejas que trata de evitar ir a parar a la prisión. Para el balotaje puso en contacto a Rejas Tataje con su cuñado, el exoficial del Ejército, Fernando Marino Panduro, casado con María Montesinos Torres, y conocido por el apelativo «shushupe».

Cuando se enteró de que el resultado de la segunda vuelta no fue favorable a Keiko, Montesinos propuso una nueva estrategia: sobornar a los magistrados electorales, para lo cual puso a Rejas en contacto Guillermo Sendón, que se ofreció a ser el nexo entre el fujimorismo y Luis Arce, del JNE. Para lograr que tres de los cuatro magistrados apoyaran a Keiko Fujimori en el JNE, mediante la anulación de mesas electorales que favorecían a Castillo, Sendón pidió “tres palos”. Es decir: tres millones de dólares.

El jueves 1 de julio el portal de investigación IDL-Reporteros publicó dos nuevos audios que dan más luces sobre el plan de Montesinos y que revelan que estaba tan convencido de que Fujimori solo podía ganar la elección sobornado a los magistrados, que incluso se atreve a dar el nombre de posibles “financistas”:

“Ahí tienen pues al hijo de Dionisio Romero… sabes a quién lo pueden buscar también al Arturo Woodman […] está muy vinculado a Dionisio Romero […] “, se le escucha decir. “Pero si con eso no fuera suficiente también podrían recurrir a otro personaje: Rafael López Aliaga”, el excandidato presidencial de Renovación Popular, añade. “[…] y a última hora que le pidan al Porky también pué, […] que hablen con la Yarrow y la Yarrow habla con el Porky… pero no se duerman, el tiempo está en contra”, señala Montesinos.

Dionisio Romero fue uno de los primeros empresarios peruanos en confesar en noviembre de 2019 que apoyó con tres millones 600 mil dólares a la campaña de Fujimori en 2011.

Un segundo audio publicado por IDL-Reporteros revela también que Montesinos había propuesto que los fujimoristas acudan a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos para que hiciera actuar al gobierno de los Estados Unidos en favor de Keiko Fujimori. Así de estratégico intentaba ser el exasesor presidencial.

Lo que llama especial preocupación de toda esta trama es la comodidad con la que Montesinos podía llamar desde la prisión de máxima seguridad custodiada, nada menos, que por la Marina de Guerra, que tiene mucho que responder no solo por eso, sino también por las medias verdades que ha dicho hasta hoy sobre el caso que involucra a Montesinos.

Cuando se revelaron los “vladiaudios”, la Marina emitió un comunicado asegurando que Montesinos solo había realizado dos llamadas, cuando en verdad realizó al menos 17, según reveló IDL-Reporteros. La República señaló que Montesinos no sólo había usado el teléfono de la cárcel sino que había realizado llamadas desde al menos tres celulares.

Todo indica que Keiko y el fujimorismo mantienen aún los lazos con Montesinos, aplican su estrategia, se relación con operadores políticos, buscan corromper autoridades electorales, y, sobre todo, han construido relaciones con una red mafiosa de grupos empresariales que les abastece de recursos para sus campañas electorales. La pregunta es si Montesinos sigue manteniendo, como lo sugiere, lazos con la CIA estadounidense.

*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)