La demagogia irresponsable de Macri, Boca-River, y la “seguridad” para el G-20

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Rubén Armendáriz-CLAE|

Si algún gesto le faltaba a Mauricio Macri para demostrar su demagogia y populismo, fue el tuit donde afirmó que en el superclásico del fútbol argentino entre Boca Juniors (su equipo) y River Plate se permitirá la entrada a los hinchas visitantes, una decisión que no le compete para una medida que fue alentada por su gobierno ante los excesos de los fanáticos, que cosecharon desórdenes, muertos y heridos.

No daba puntaca sin hilo, sino que trataba de desviar la atención popular de la grave crisis de desempleo, recesión, inflación desmedida, seguro que desde su tuit en el país no se hablaría de otra cosa que de la “sensibilidad” del Presidente hacia los intereses populares, justo cuando el clásico entre los grandes equipo de la ciudad de Rosario, Newell´s Old Boys y Rosario Central debió jugarse a puertas cerradas en Buenos Aires, a 350 kilómetros de sus hinchadas.Resultado de imagen para barras bravas dmasacre

Coincidentemente, los “barras brava”, aquellos que son utilizados y financiados por las dirigencias de los clubes y los políticos como fuerzas de choque para amedrentar a los rivales (Macri fue presidente de Boca y que Daniel Angelici, un empresarios del juego que además de ser su sucesor en la institución, maneja al poder judicial)

Quizá creyó que con ese tuit -que abortó antes de llegar a decreto-, demostraría al mundo que la argentina es una comunidad no solo pacífica sino unida, en momentos que en todo el país se registran manifestaciones de miles y  miles de trabajadores, universitarios, pequeños y medianos empresarios, desocupados, en repudio a la política dictada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero olvidó otra realidad: desde que asumió su gobierno, los argentinos no pueden ver fútbol por televisión, si no le pagan a las empresas concesionarias de la transmisión (fox y TyC, del grupo Clarín). El fútbol, como espectáculo, se había democratizado en el gobierno anterior, y los partidos eran transmitidos gratuitamente por la televisión pública.

Los cincuentones recuerdan el Mundial de 1978, con cuya organización el gobierno de la dictadura cívico-militar quiso demostrar que “los argentinos somos derechos y humanos”, en momentos que una misión de la OEA reclamaba precisamente por el respeto a los más básicos derechos humanos, ante la terrible realidad de los miles de desaparecidos.

Este clásico pareció ser el Mundial del 78 de Macri. Nunca, desde entonces, se había utilizado al fútbol tan descaradamente como herramienta de propaganda política, para demostrarle a los presidentes –incluyendo a Donald Trump y Vladimir Putin- que van a participar en Buenos Aires de la Cumbre del Grupo de los 20, que éste es un país solidario y pacificado.

Pero la demostración quería ir más allá de los presidentes, debía enterarse los “mandamás” del FMI y los inversores extranjeros, que hoy brillan por su ausencia. Macri dijo “me desperté esta mañana”… y ahí decidió el dislate de permitir la hinchada visitante. Es una jugada de una imprudencia casi inconsciente”, señala el filósofo José Pablo Feinmann.

La seguridad

El operativo de seguridad para la Cumbre del G-20 será enorme. Los principales presidentes llegarán no solo con su ejército de guardaespaldas sino también con tropas. Incluso Estados Unidos pidió al gobierno uruguayo permiso para estacionarlas en su territorio mientras sus representantes están en riesgo en la convulsionada Argentina.

A  cargo de la Seguridad, estará la ministra Patricia Bullrich junto a sus asesores estadounidenses e israelíes; Buenos Aires estará autositiada y cualquier manifestación contra la reunión será, seguramente, reprimida. Será tan enorme el operativo de seguridad, que podrá demostrar todo lo contrario de lo que Macri intentó imponer en el imaginario colectivo, con su tuit.

A propósito del tuit, Bullrich dijo que “El que no arriesga no gana”, a sabiendas de que el riesgo es en vidas humanas. Y, para no perder presencia en los medios, instó a los ciudadanos a hacer libre portación de armas, quizá como acto reflejo de las barbaridades del electo presidente brasileño Jair Bolsonaro.

“Las palabras de la ministra son muy graves, una irresponsabilidad inexcusable en alguien que tiene responsabilidades tan grandes: las palabras pueden matar y alguien puede sentirse avalado para andar armado”, aseguró el ex gobernador bonaerense Felipe Solá. Pese a las críticas generalizadas, Bullrich (quien dicen que piensa lanzarse como precandidata presidencial) ratificó que “el que quiera estar armado” por cuestiones de seguridad personal “que ande armado” porque “la portación de armas no está prohibida, está regulada”.

En otra expresión de la decisión macrista de desandar el camino de memoria, verdad y justicia, el ministro de Defensa Oscar Aguad, anuló el retiro de 25 oficiales militares dispuesto en 2010 por sus conductas reñidas con la democracia y los derechos humanos y, además, decidió indemnizarlos. ¿Otro mensaje a la Cumbre del G-20?Resultado de imagen para represion a trabajadores argentina

El macrismo sigue haciendo campaña electoral con el deporte. Hace un mes fueron los Juegos Olímpicos de la Juventud, y el despilfarro que pagarán todos los argentinos. Una platea para el súper clásico saldrá más de mil dólares. Ni hablar del costo del operativo de seguridad para el “partido del siglo”.

En el país “civilizado” que esboza Macri y en el que se jugará Boca-River, sigue presa la militante social Milagro Sala, se intenta encarcelar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner achacándole todos los males del país, sobre todo la corrupción; la gente en estado de calle, indigente, sigue creciendo (será mejor que los quiten de los pretiles y de las calles céntricas para demostrar que el país va por buen camino), el FMI rige la economía y el endeudamiento crece.

De eso no habla Macri…pero sí la calle.

* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)