La campaña

Eleazar Díaz Rangel
No creo exagerar, pero desde el ascenso de Hugo Chávez al poder (1998), el proceso revolucionario que él, y ahora Nicolás Maduro, han dirigido, vivió severos momentos de inestabilidad hasta que en abril del 2002 fue derrocado, hecho preso y confinado a la isla La Orchila; a las 47 horas, el pueblo y la Fanb lo rescataron y regresaron a Miraflores.

El caso es que nunca se había soportado una campaña desde el exterior tan sistemática, continuada, coherente, ininterrumpida, alineada y encadenada, como esta de ahora, y exceptuando los primeros años de la revolución cubana, nunca se vio en toda América Latina. No es fácil comparar, eran tan distintas las condiciones con la existencia de dos bloques hegemónicos.

Hoy, esa ofensiva se desarrolla con activa y planificada participación del sector público y del sector privado. Cuando hablamos del primero, lo estamos haciendo de la Presidencia, del Pentágono, el Departamento de Estado de EEUU y el Comando Sur a la vanguardia; de la ONU, la OEA, la Unión Europea, los gobiernos de algunos países, partidos y dirigentes políticos de la derecha, y en relación al sector “privado”, se incluyen los poderosos servicios informativos internacionales, encabezados por CNN y las agencias (AP, Reuters, AFP, etc), capaces de difundir sus noticias (podría entrecomillarlas si es su gusto) por todo el mundo; algunos de los más importantes e influyentes medios de comunicación, como The New New York Times y The Washington Post, cadenas de TV y de radio y varios europeos.

Los mismos países e instituciones que apenas se preocupan de los 43 estudiantes desaparecidos en México, y que no levantaron la voz cuando la represión en Venezuela cobró la vida de centenares de personas durante “el Caracazo” de hace 26 años, hoy muestran congoja, alarma, angustia por “la violencia en Venezuela”!!

Sin embargo, ni en esos momentos de abril del 2002, ni posteriormente con el sabotaje petrolero cuando la producción bajó de casi tres millones a ¡25 mil barriles diarios!, del paro patronal que duró 62 días completos, lo que no hubiera soportado ningún gobierno; ni en la época de las guarimbas y del “alzamiento” en la plaza Altamira, en ninguno de esos días y esas semanas hubo una campaña exterior tan feroz, perversa, sistemática, como la que estamos viviendo ahora.mex padres desaparecidos

Como tengo escrito, las condiciones son distintas. No se puede comparar abril 2002 con este 2015.

En primer lugar, la unidad cívico-militar, el grado de conciencia de la Fanb, de su jerarquía y de sus tropas, como no lo hubo antes, no obstante su vulnerabilidad puntual y los insistentes esfuerzos de la CIA y el Pentágono por infiltrarlas, quizás algunos exitosos; la organización popular, de sus estructuras, aunque no hayan alcanzado nivel óptimo, y la capacidad de movilización a cada rato demostrada otra vez ayer, y la solidaridad regional. Entre las debilidades, como tanto lo reiteró el presidente Chávez, la política comunicacional no logra los efectos deseados para enfrentar tan feroz ofensiva.

Internacionalmente, hoy no solo existen la Celac, la Unasur, la Alba, la Caricom, e incluso el Mercosur, que no obstante la diversidad de cada entidad han reafirmado su apoyo y advertido sobre los efectos y reacciones si se produjera un golpe de Estado en Venezuela, y en ese mismo sentido han opinado en el Caribe angloparlante. Habría que añadir un área mundial más amplia, conscientes como están de los intentos de Washington por aislar a Venezuela.

En respuesta a esa política y a tales riesgos, hace poco, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, aseguró que “defender la democracia en Venezuela es también hacerlo por la paz en la región”. ¿La Casa Blanca habrá pensado en la reacción latinoamericana y caribeña si aquí se produjera un golpe de Estado?