Kumi Naidoo, de activista antiapartheid a director de Greenpeace
AMY GOODMAN | La Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17) en Durban marca el regreso del director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo. A la edad de catorce años, Naidoo se unió al movimiento antiapartheid y pronto se vio obligado a pasar a la clandestinidad, después de ser arrestado por violar las leyes de emergencia del gobierno del apartheid. Luego de pasar casi un año en la clandestinidad, Naidoo se fue de Sudáfrica y no volvió hasta después de la liberación de Nelson Mandela en el año 1990.
Traducido por Alejandra Burgos y Ter Garcia; editado por Gabriela Díaz Cortez
Hablamos con Naidoo de la cumbre sobre el cambio climático y la relación entre su activismo antiapartheid en la década de 1980 y su trabajo como ecologista en la actualidad. “El problema es que el nivel de ambición y el nivel de urgencia que se ven en estas conversaciones no coinciden con lo que la ciencia nos dice que hay que hacer”, sostiene Naidoo. “Estamos viendo en África, en el Cuerno de África, con la sequía, el conflicto de Darfur, la devastación que las agricultoras africanas enfrentan en todo nuestro continente, que el impacto del cambio climático se está cobrando vidas en este momento. Así que en ese contexto, tiene que haber un mayor sentido de urgencia para avanzar en la agenda”.
Estamos transmitiendo desde el interior de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la cumbre sobre cambio climático que se está desarrollando aquí, en Durban, Sudáfrica. Ahora me acompaña Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional, que finalmente logró entrar al hotel para hablar ante el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable. Kumi Naidoo es un experimentado activista local, aquí en Durban, Sudáfrica, donde tiene lugar la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático de este año. A la edad de catorce años, Kumi Naidoo se unió al movimiento antiapartheid. En 1986 se vio obligado a pasar a la clandestinidad, después de ser arrestado por violar las leyes de emergencia del gobierno del apartheid. Después de pasar casi un año en la clandestinidad, Naidoo se fue de Sudáfrica y no volvió hasta después de la liberación de Nelson Mandela en el año 1990. Más tarde se convirtió en uno de los fundadores del Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza.
– Kumi Naidoo, bienvenido una vez más a Democracy Now! Nos alegra estar con usted este año. Estuvimos juntos el año pasado en Cancún. Ahora la cumbre sobre el cambio climático de la ONU es en su ciudad natal, Durban, Sudáfrica.
– Gracias Amy. Es muy bueno estar en Democracy Now!
– Entonces al final sí logró ingresar a la reunión de este Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable, donde los activistas de Greenpeace intentaron colgar una pancarta en el hotel donde se hace la reunión; la misma decía: “Escuchen a la gente, no a los contaminadores”. Cuando entró a reunión del Consejo, ¿qué dijo y qué le dijeron?
– Como muchas de las sillas en la parte de atrás estaban ocupadas, a mi colega y a mi nos indicaron que fuéramos adelante, a la tercera fila. El director ejecutivo del consejo acababa de empezar su discurso de apertura y agradeció a la jefa del la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres. Mientras hacía eso, me vio entrar y dijo “Oh, aquí esta Kumi Naidoo de Greenpeace. Bienvenido.” Luego agregó: “Es mucho mejor estar adentro que afuera”. A lo cual yo respondí: “Desafortunadamente tenemos que hacer las dos cosas; ambas son necesarias”. No nos oponemos a la idea de dialogar con las corporaciones, pero claramente las corporaciones no se están moviendo lo suficientemente rápido como nosotros necesitamos que lo hagan, de hecho, nos están retrasando. Por lo tanto creemos que es muy necesario que las nombremos y las avergoncemos, para que la gente sepa por qué estas conversaciones sobre el cambio climático no avanzan con la rapidez que necesitamos que se hagan.
– ¿Cómo le responde al representante de Siemens dentro del Consejo Empresarial? Cuando bajamos del techo y fuimos a la reunión, el representante de Siemens dijo que los manifestantes estaban subestimando el efecto que tienen. Dijo que de hecho los manifestantes tienen un tremendo efecto y es por eso que ellos, los empresarios, estaban aquí. También dijo que los empresarios estaban reunidos aquí para obtener una ganancia, sí, pero con energía renovable y estaban tratando de vender productos nuevos que en realidad habían surgido como resultado de los que están acá afuera.
– Tiene razón cuando dice que la presión de la sociedad civil ha cobrado impulso y condujo a la gente a este punto del debate. Pero el problema es que el nivel de ambición y de urgencia que se perciben en estas charlas no se condicen con los resultados de las investigaciones científicas, las que están diciendo que las emisiones van a llegar al punto más alto en el año 2015, dentro de tres años, y recién entonces comenzarán a bajar. Lo que estamos viendo en África —la sequía en el Cuerno de África, el conflicto en Darfur, la devastación que las agricultoras africanas enfrentan en todo nuestro continente— es que el impacto del cambio climático se está cobrando vidas ahora mismo. En ese contexto, creemos que debería haber un sentido de urgencia muchísimo mayor que impulse la agenda en este tema.
Y la verdad es, si miramos el ejemplo de Estados Unidos, que por cada miembro del Congreso hay tres lobistas de tiempo completo pagados por las empresas de petróleo, carbón y gas para garantizar que la legislación progresiva sobre el cambio climático no se apruebe. Si observamos qué hizo Estados Unidos en esta negociación —no el pueblo de Estados Unidos sino el presidente Bush cuando estaba en el poder y negaba el cambio climático, aun cuando el Pentágono le decía en 2003 que la mayor amenaza para el futuro de la paz y la seguridad era el impacto del cambio climático— vemos que ese informe no se tuvo en cuenta y no se tomaron medidas al respecto. Entonces, cuando pensamos en todo el tiempo perdido —desgraciadamente por la falta de visión política de los políticos estadounidenses— debemos rendirle homenaje a los esfuerzos de 400 gobiernos locales de ese país que están tratando de hacer lo correcto en muchos Estados como California entre otros. Pero la triste realidad es que Estados Unidos en este momento está quedando como un paria en estas negociaciones cuando, en realidad, el mundo necesita el liderazgo estadounidense.
– Usted dice que Estados Unidos es un paria. ¿Qué quiere decir eso? ¿En carácter de qué participa Estados Unidos? Debo decir que, atrás nuestro,, mientras hacemos esta transmisión, en este mismo momento está dando una conferencia de prensa el negociador estadounidense, Todd Stern, mientras que los negociadores terminaron la semana pasada. ¿Qué cree que Estados Unidos no está haciendo?
– En primer lugar, el nivel de reducción de emisiones que Estados Unidos está proponiendo, teniendo en cuenta los niveles de 1990, es casi 5% menos. Cuando los científicos en realidad dicen que, en base a los niveles de 1990, la reducción debería ser entre el 25% y el 40%. Entonces si lo miramos a través del tiempo, Estados Unidos es históricamente el mayor emisor, incluso la emisión per cápita es mayor a la de China, a pesar de que en este momento China —dado el tamaño de su población y todo eso— es el mayor emisor, EE.UU. debería tener mayor responsabilidad.
En segundo lugar, Estados Unidos no se compromete a hacer un acuerdo legalmente vinculante. Quiere que las reducciones se hagan en una especie de nivel voluntario.
En tercer lugar, Estados Unidos está obsesionado con los detalles técnicos que en realidad se alejan de la esencia de las conversaciones. Entonces hay enormes discusiones en torno a la estructura del Fondo Climático Ecológico y a cómo se va a gobernar. Podemos hacer todo eso, pero la situación de los países pobres va a terminar siendo la misma,, es decir, los países ricos no van a poner dinero en el fondo común porque no están dando un paso al frente para contribuir, por ejemplo, con el fondo de desembolso rápido que se creó en Copenhague. La mayor parte de ese dinero realmente no llegó a destino.
– ¿En qué aspecto afecta mucho el cambio climático a África como continente?
– Como algunos dicen, nuestro continente se está cocinando, está hirviendo. Es un continente caluroso, para empezar. Pero lo esencial es que la infraestructura de nuestro continente no está tan desarrollada —por razones históricas conocidas— como en otros países. Entonces tenemos un problema enorme de adaptación. El aumento del nivel del mar nos afecta a nosotros y a todos los países que tienen poblaciones costeras. Si observamos el genocidio en Darfur, la mayoría de la gente del mundo lo entiende como un conflicto étnico. Pero cuando uno observa más en profundidad, vemos que quizás se trate de la primera gran guerra por los recursos que hemos tenido. El Lago Chad, uno de los mares interiores más grandes del mundo, se redujo hasta quedar del tamaño de una laguna. En el norte, el cambio climático está haciendo que el desierto del Sahel avance hacia el sur a un ritmo de una milla por año. Por lo tanto, la escasez de agua y tierra está impactando severamente. A lo largo del continente uno de los mayores problemas que tenemos es la falta de agua y tierras para la agricultura. Y para empeorar las cosas, en aquellos países que sí tienen tierras buenas para la agricultura hay expropiaciones. Ciertos países, como Arabia Saudita, están haciendo contratos de arrendamiento de tierras buenas para la agricultura por 99 años, con el fin de asegurarse la producción de alimentos.
– Están comprando todas las tierras.
– Sí, así es. Hacen contratos de alquiler prolongados; técnicamente no es una compra total, pero lo es en esencia, ya que los países africanos tienen problemas financieros y económicos tan enormes que lamentablemente muchos gobiernos están cediendo su soberanía alimentaria mediante el alquiler de la tierra por dinero en efectivo. Y esa tendencia es una preocupación muy grande en este momento para muchos de nosotros en África.
– Kumi Naidoo, en la manifestación de esta mañana en la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático (COP17), usted dio a conocer la lista de los “Doce del patíbulo en Durban” ¿Podría decirnos quiénes integran su lista?
– Uno de los máximos culpables es la empresa Koch Industries. Los hermanos Koch fueron los mayores fundadores del negacionismo del cambio climático. Son los que contaminaron las conversaciones públicas y nacionales en Estados Unidos.
– Usted se refiere a Charles y David Kosh de Wisconsin.
– Sí. Sabemos que fundaron el Tea Party y toda una serie de cosas, también. Pero una de las cosas más devastadoras es la manera en que están confundiendo el debate público en Estados Unidos. Ellos y otros apoyan la falsa campaña publicitaria que promociona el carbón limpio, que no existe. Quiero decir, el carbón mata. Estuve en Chicago, Carolina del Norte, viendo cómo las políticas de combustible, la dependencia del combustible y el carbón, en realidad están destruyendo la salud, las perspectivas de las comunidades, etc.
Lo segundo es la propia Cámara de Comercio de Estados Unidos que estuvo frenando, mediante la fuerte presión de lobistas en el Congreso, la aprobación de leyes sobre el cambio climático. Hay países como Australia, donde la conducción política se enfrentó a una opinión pública que le era muy desfavorable, pero vieron la necesidad de hacerlo. Aprobaron la legislación por un voto y asumieron el riesgo de que el gobierno cayera. Y lamentablemente, cuando miramos a Estados Unidos, lo que la gente en la calle y en los pasillos acá está diciendo es que la actual democracia estadounidense es la mejor democracia que se puede comprar con el dinero de los combustibles fósiles .
– Sin duda causó un efecto, porque las encuestas muestran que todos los años un mayor número de estadounidenses sostiene que el cambio climático no es un problema, que no es algo que la gente provoque. La mayoría, la gran mayoría de los candidatos presidenciales del Partido Republicano consideran que el cambio climático es un engaño o sólo dicen que no saben cómo se origina. Así que por un lado está eso y por otro está el presidente Obama, que dijo que haría de esto uno de los temas más importantes de su campaña. A pesar de eso, aquí hay 16 organizaciones, entre ellas la suya, Greenpeace y otras de las principales organizaciones medioambientales estadounidenses, que sostienen que Estados Unidos se ha convertido en un obstáculo para el tratamiento del cambio climático aquí.
– Totalmente. Y eso se debe desgraciadamente, a que Estados Unidos, como Canadá y muchos otros gobiernos, están escuchando más a los contaminadores que a la gente. La industria de combustibles fósiles invierte una enorme cantidad de recursos –para ponerlo en contexto, lo que gasta en hacer loby para evitar la legislación sobre el cambio climático supera el PIB de los 50 países más pobres del mundo. Así que no culpo a los estadounidenses por estar confundidos.
Y seamos muy claros con respecto a los medios en Estados Unidos que tienen una influencia y control desproporcionados. Un punto en común entre Australia y Estados Unidos en cuanto al impuesto sobre la emisión de carbono, por ejemplo, es que Rupert Murdoch tuvo un papel muy negativo en Australia, pero aún así pudimos romper el control y la influencia que Fox News y Rupert Murdoch tenían en el contexto de Australia. Pero debo decir que los medios en Estados Unidos son muy de derecha y están muy controlados por ciertos intereses creados. Debemos analizar la propiedad cruzada entre empresas dominantes de la industria de combustibles fósiles y ciertos grandes medios de comunicación, y quiénes son los dueños. Y pienso que una de las cosas que deben pedir los estadounidenses ahora, y pienso que el movimiento “Occupy” está expresando este reclamo, es tener mayor diversidad mediática, de forma que si las compañías como Koch Industries intentan contaminar y difundir mentiras, que la diversidad alternativa de opiniones pueda realmente romper esta situación y equilibrar
– Entonces, muy rápidamente, ¿quién más está en la lista los “Doce del patíbulo”?
– También nombramos a Shell, porque Shell es uno de los actores clave en el proyecto de arenas alquitranadas en Canadá, una de las maneras más contaminantes de extraer petróleo. Mis respetos a la gente de Estados Unidos y Canadá que se puso de pie durante los meses de verano, y a los que detuvieron en Washington D.C. y a lo largo del oleoducto, y al presidente Obama, que mostró algo de valor en este tema, después de mucho tiempo, yendo realmente contra la opinión convencional de que se trataba de un negocio hecho y de que algo era obvio. Eso lo dijo Stephen Harper, el primer ministro canadiense.
– Se refiere al oleoducto Keystone XL.
– Incluso [Obama] lo invirtió y lo dejó en suspenso para que se lo estudiara.
– Permíteme que te pregunte, finalmente, sobre…
– Permítame agregar algo. No quiero culpar sólo a las compañías estadounidenses, porque aquí en Sudáfrica, Eskom, que es la empresa de electricidad del Estado, también está en la lista, porque mientras está dando un mensaje de “vamos hacia las energías renovables”, inexplicablemente está intentando construir dos de las que van a ser las cinco plantas de carbón más grandes. Sudáfrica, por cierto, es el único país africano que emite muchos gases de efecto invernadero. Somos el doceavo mayor contaminador de carbono en el mundo. Y señalamos a Eskom, también, porque necesitamos que vayan con mayor empuje en la dirección de las energías renovables.
– Finalmente, ¿cuál es su propia historia? El sábado lo vi caminando por las calles de la ciudad, en este día mundial de acción por la justicia climática, en Durban, Sudáfrica. ¿Puede hablar de tu propia historia como activista antiapartheid y cómo se relaciona esto con su actual activismo contra el cambio climático?
– Bueno, fue en buena parte una sensación de déjà vu cuando hablábamos en la calle, porque al menos en dos ocasiones me detuvieron en esa misma calle cuando era bastante más joven, al final de mi adolescencia. Y pienso que la principal lección de ese período es que —y también lo que la historia nos enseña sobre el activismo ya sea contra la esclavitud, a favor de los derechos civiles en Estados Unidos, contra el apartheid, etc.-cuando la humanidad enfrentó enormes injusticias o desafíos, estas luchas sólo avanzaron cuando hombres y mujeres decentes se levantaron y dijeron “Basta; no aguantamos más”. Estamos preparados para arriesgar nuestras vidas. Estamos preparados para ir a la cárcel si es necesario. Y pienso que si [el activismo] fue lo suficientemente bueno para derrotar el apartheid que afectaba a gente de un país o para conseguir los derechos civiles en Estados Unidos que afectaban parte de un país, y cuando el futuro de nuestros hijos y nietos está en juego -porque esto es por lo que estamos luchando aquí— entonces seguramente, a falta de medidas urgentes y necesarias por parte de nuestros políticos y líderes empresariales, la desobediencia civil tiene que ser la principal forma de impulsar esto.
Sin duda, nuestros líderes políticos y empresariales parecen estar sufriendo una enfermedad común, parece que todos tienen problemas de oído. Les hablamos amablemente. Nos comprometemos con ellos. Desde mi puesto en Greenpeace, me reúno con jefes de Estado, ministros, directores ejecutivos de compañías. Muy cordial, están de acuerdo con todo lo que decimos. Pero muy a menudo, vuelven a una posición empresarial predeterminada como es habitual o van dando pasitos en la dirección adecuada, cuando lo que necesitamos es un cambio fundamental, el paso de una estructura de una energía sucia y dependiente del combustible fósil a una estructura de energía verde, renovable.
– Estamos en el mayor puerto de África, Durban. ¿Considera que su activismo antiapartheid es equivalente al trabajo que está haciendo ahora?
– Absolutamente. En realidad, la mayor parte de lo que aprendí y de lo que uso hoy en mi trabajo. Yo aprendí de la ciudad. Aprendí del activismo con el que me había comprometido. Fui un privilegiado por haber sido expulsado de la escuela cuando tenía 15 años, porque ese fue el detonante para que comenzara en el activismo. Pero si pudiera hacer una conexión entre Durban y la transición desde el Apartheid y estas negociaciones, nadie en el mundo habría pensado que haríamos la transición desde un sistema de apartheid violento a un sistema democrático sin un baño de sangre. Todo el mundo decía que habría un baño de sangre. Pero hubo un milagro que realmente hizo que todo avanzara. Espero y ruego, y lucharé para que, haya un cambio repentino como el que tuvimos, porque resistimos y mantuvimos la presión y la gente alrededor del mundo se unió para apoyarnos. Pienso que si hay ese tipo de solidaridad global, si la gente de todo el mundo puede realmente unirse —los sindicatos, los movimientos sociales, los líderes religiosos, los grupos ecologistas, etc. que vimos en la marcha el sábado— y ruego que eso ocurra, puede haber un milagro parecido que haga que estas negociaciones sobre el cambio climático lleguen a un resultado justo, ambicioso y jurídicamente vinculante.