Jeremy Corbin: “no a la guerra con Venezuela”

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Jeremy Corbin

Estados Unidos está movilizando el mayor despliegue militar en el Caribe en décadas. Mientras escribo, al menos 10,000 soldados estadounidenses —a bordo de 10 buques de guerra— patrullan la costa sur caribeña. Eso incluye un submarino nuclear, varios destructores y un crucero de misiles.

Ya se han bombardeado al menos siete pequeñas embarcaciones acusadas de transportar drogas. Más de treinta personas a bordo han muerto. Donald Trump ha autorizado a la CIA a realizar operaciones encubiertas dentro de Venezuela. Ahora, la administración estadounidense amenaza con una acción militar directa, acusando al presidente Maduro de liderar una banda criminal organizada.

Debemos llamar a estas operaciones por lo que son: ejecuciones extrajudiciales. Estados Unidos no ha proporcionado información sobre las personas a bordo de los barcos, ni mucho menos evidencia de que estuvieran transportando drogas. De hecho, es bien sabido que la mayoría de la cocaína no proviene de Venezuela en pequeñas embarcaciones, sino de grandes cargamentos comerciales por el Pacífico.

Esto antes de cuestionar siquiera la suposición —falsa— de que, incluso si esos barcos transportaban drogas, la acción militar sería adecuada. “Cada uno de esos barcos es responsable de la muerte de 25,000 estadounidenses y la destrucción de familias en todo nuestro país”, ha dicho Trump. Qué absurdo. La administración estadounidense sabe que la ‘Guerra contra las Drogas’ ha sido un fracaso total. Hay varias causas para el aumento del consumo de drogas en Estados Unidos: pobreza, explotación y lavado de dinero, para empezar. Si Estados Unidos quisiera reducir el consumo de drogas, empezaría por cualquiera de estos factores, no por asesinatos extrajudiciales de personas en pequeños barcos desde Venezuela.

La verdadera razón de esta escalada militar es clara: cambio de régimen. No se trata de drogas. Se trata de Estados Unidos reafirmando su poder en su (imperialmente nombrado) ‘patio trasero’. No es coincidencia que esta acción se produzca justo cuando los países de América Latina y del Sur miran cada vez más hacia socios comerciales de BRICS, especialmente China. La intervención militar es solo una parte de un ataque concertado contra la multipolaridad. Ese ataque también incluye aranceles agresivos a Brasil y sanciones a Cuba, Nicaragua e incluso Venezuela.

Es revelador que las motivaciones mesiánicas de Trump en América Latina no se extiendan a Argentina, donde un presidente de derecha ha sumido a la nación en una crisis económica sin precedentes caracterizada por el desempleo en descenso, la pobreza en aumento y escándalos de corrupción interminables. Según Trump, Venezuela merece intervención militar, Argentina merece un rescate.

Cualquier cambio de régimen apoyado por EE.UU. generaría una espiral de conflicto, miseria y violencia. De hecho, la inestabilidad probablemente crearía las condiciones perfectas para el mismo tráfico de drogas que EE.UU. dice oponerse. Una guerra con Venezuela sería catastrófica para el pueblo venezolano, y para la región si ésta se viera arrastrada a un conflicto regional. Por eso Colombia, Brasil y Barbados ya han expresado una oposición férrea a la intervención militar estadounidense. La presencia de EE.UU. ya ha tenido un impacto catastrófico, basta recordar a los ocupantes no identificados de los barcos destruidos.

Por supuesto, la guerra beneficia a algunos, especialmente a quienes saben muy bien que Venezuela posee las mayores reservas petroleras del mundo. El cambio de régimen en Venezuela ha sido un proyecto del imperialismo estadounidense desde que Hugo Chávez se hizo presidente en 1999 y buscó redirigir los ingresos petroleros de las élites a la población.

De Vietnam a Irak, la historia nos enseña que la intervención militar estadounidense solo conduce a muerte y destrucción. Muchos en nuestros medios serán felices de aplaudir la guerra en el extranjero. Ellos no sufrirán las consecuencias duraderas.

Por eso instamos al gobierno británico a unirse al esfuerzo global para evitar la intervención militar y enfrentarse a la intimidación, la injerencia y el imperialismo estadounidense. Debemos continuar defendiendo el derecho internacional, la autodeterminación y los derechos humanos para todos. A mí no me interesan las bombas. Me interesa la paz. ¡Digan no a una guerra estadounidense contra Venezuela!

 

Source Jeremy Corbin