Javier Biardeau: Observaciones críticas sobre la convocatoria
Miranda Rojas | Supuesto Negado
Todavía no están del todo claras las reglas del juego para la Constituyente convocada por el Ejecutivo y en esta amplia entrevista el analista político Javier Biardeau habla sobre esta propuesta que calificó como “muy sui géneris”. El sociólogo y docente universitario habló del polémico voto sectorial y de los dramáticos escenarios que podría afrontar el país si las opciones de interlocución política entre Gobierno y oposición se desechan. En ese abanico, la Constituyente es solo un camino.
-¿Por qué es mejor para el chavismo convocar a una Constituyente que a unas elecciones normales?
-Porque la elección no tiene una consecuencia inmediata en la sustitución de cargos. La Constituyente no implica perder gobernaciones, porque el resultado estriba en la designación de representantes a la Asamblea, que a su vez depende del establecimiento de las bases comiciales.
Yo creo que, desde el punto de vista del realismo político, se está haciendo un cálculo en el cual el Gobierno estima que con unas bases comiciales donde se combinen criterios territoriales y sectoriales tendría menores costos, que unas elecciones a gobernadores. Ese es un criterio que está allí de fondo.
Y por otro lado, entraría un nuevo actor en el juego de poderes, que tiene unas atribuciones políticas que le da rasgo de supra poder y de poder originario, poniendo al resto de los poderes bajo su control, entonces, tendríamos un órgano de carácter supraconstitucional y plenipotenciario que generaría una situación política de ventaja en las relaciones de poder.
-En cambio, el escenario de las elecciones implicaría la posibilidad de perder gran parte de estas gobernaciones, y sería una medición de fuerzas que podría desencadenar la idea de que el Gobierno viene de caída, perdiendo fuerza.
-¿Cómo se combinarían esos criterios sectoriales y territoriales?
-Nuestra Constitución vigente, sancionada en 1999, prohíbe discriminaciones fundadas en la raza, el sexo o la condición social. También prohíbe aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos y libertades de toda persona. Esa ha sido una conquista histórica que creó la ciudadanía, como universalidad del principio de igualdad, aún vigente en nuestro Estado democrático de derecho y de justicia.
La igualdad ante la ley debe ser real y efectiva, de acuerdo al artículo 21 de la carta magna, y solo se adoptarán medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables.
El asunto de debate es si estas medidas positivas pueden trasladarse al derecho electoral y cómo afectaría el principio de personalización del sufragio y los temas de proporcionalidad, sub representación y sobre representación electoral. Por ahora entramos en un terreno especulativo.
El artículo 63 establece que el sufragio es un derecho y se ejerce mediante votaciones libres, universales, directas y secretas. El artículo 64 define a los electores o electoras como todos los venezolanos y venezolanas que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no estén sujetos a interdicción civil o inhabilitación política. El artículo 41 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE) desarrolla esta norma constitucional.
Hay temas muy delicados involucrados en lo relativo a una elección por sectores, como los principios que rigen al registro electoral (Título III de la LOPE) o los que rigen el derecho al sufragio.
Con relación al poder electoral, la LOPE plantea que el CNE debe fundamentar sus actos en la preservación de la voluntad del pueblo, expresada a través del voto en el ejercicio de su soberanía (Art. 2).
Se debe preservar el principio de igualdad si nos queremos mantener en el hilo del principio de legalidad.Por estas razones, no creo conveniente ninguna propuesta que en las bases comiciales pueda violentar el principio de igualdad de los electores y electoras, o que se vulnere la realización de elecciones libres, universales, directas y secretas.
– ¿Cómo incide esta convocatoria a una Constituyente en el conflicto político, permitirá superar el escenario de confrontación permanente?
Una Constituyente es una posibilidad, es una rendija para construir puentes. La única manera que estos puentes sean estables es que el carácter de la propia Asamblea tenga un carácter lo más amplio posible y lo más inclusivo y lo más plural posibles.
Ahora bien, no hay que taparse los ojos. La posición que ha tenido la oposición frente a la Constituyente es de negación absoluta, no la ven como una posibilidad de interlocución política para construir puentes, sino que la ven como una continuación de un escenario de golpe de Estado.
-¿Puede la Comisión Presidencial generar confianza para la convocatoria a la ANC?
El presidente Nicolás Maduro y sectores que han apoyado al Presidente han variado el discurso desde el primero de mayo, cuando fue convocada la Constituyente.
Los mensajes han sido contradictorios, porque el propio Presidente prefiguró la posibilidad de disolución de la actual Asamblea Nacional por parte de la Asamblea Constituyente, y eso no es construir un puente sino demoler otro puente. Si uno supone que la Constituyente es para la paz y para el diálogo, lo menos que puedes es señalar que la Constituyente es para disolver un poder constituido, que tiene una legitimidad democrática reconocida.
La gran tarea de esa Comisión Presidencial para el Poder Popular Constituyente es desarmar su propio discurso, tratar de entusiasmar y de involucrar a sectores de la oposición, que en algún momento se han distanciado de otros sectores más radicales que están más asociados a la idea de justificar una intervención extranjera.
Hay sectores en la oposición que con un discurso estridente ven la Constituyente como un obstáculo adicional para llegar a acuerdos y concesiones mutuas que es lo que, de alguna manera, podría viabilizar una situación de estabilidad política desde este año hasta el año que viene, que es cuando están programadas las elecciones presidenciales.
-¿Hacer un cambio Constituyente en este momento no genera mayor inestabilidad institucional e incertidumbre social?
-Todo dependerá de los modos a través de los cuales se viabilice la Constituyente, que determinará si va a poder cumplir sus objetivos o no. Si el proceso no logra concertar, convocar e incluir a fuerzas mayoritarias del país, el proceso constituyente podría reforzar la polarización.
La Constituyente no resuelve mágicamente la situación de conflicto de poderes del país, porque esa situación de fondo es un enfrentamiento entre dos fuerzas organizadas que tienen proyectos antagónicos y que han dinamitado todos los puentes que permiten un pacto de convivencia básica, que es el propósito esencial de la Constitución de 1999.
Es decir, que si ni siquiera la Constitución del 99 se está acatando en su función fundamental de lograr un pacto de convivencia, imagínate una Constituyente unilateral o una estrategia unilateral de movilización y de derribo del Gobierno por parte de la oposición. Lo que estamos dinamitando son los puentes y la convivencia, y ese es el gran riesgo que está corriendo el país con todos los costos que eso conlleva.
-¿Cómo podría la Constituyente restituir esos puentes?
-Depende del modo como se haga. Y desde mi punto de vista, se convocó de una manera que ha generado dudas. Hubiese sido mejor convocarla a través de mecanismos consultivos más amplios, como la iniciativa popular o un referéndum popular, pero este tipo de alternativas fueron descartadas y se usó la iniciativa presidencial de la convocatoria.
En este momento la ponderación de la situación implica tener mucha prudencia y reconocer si los objetivos que se están proponiendo pueden ser alcanzados, construyendo viabilidad política para cada uno de ellos.
-La MUD ha dicho que no participará en la Constituyente, ¿qué se puede esperar entonces?
-Lo que puede esperarse es un clima de opinión polarizado. La MUD va a caracterizar al Gobierno como un Gobierno de facto que ha roto el hilo constitucional, y desde el Gobierno tendremos la defensa de la Constituyente para fortalecer la carta magna. Son dos discursos completamente invertidos y antagónicos. Mientras no se desarmen esos discursos, la situación será de escalamiento de la guerra de desgaste.
Yo creo que la ANC tiene severos riesgos para el convocante, porque si la oposición no participa, el escenario será de mantenimiento de la guerra de desgaste y vamos a llegar así a las elecciones presidenciales del 2018.…
-Si un sector de la oposición sí participa en la Constituyente, entonces un conjunto de garantías y planteamientos que se están haciendo en este momento tendrían que modificarse de mutuo acuerdo.
El tercer escenario es que el Gobierno retire la propuesta y que digan que no es viable. Mantendrían una línea de ver hasta dónde es posible sostener la situación y realizarían las elecciones regionales, con los costos políticos que pueda traer eso.
Y el cuarto escenario es que el Gobierno logre acumular una fuerza suficiente, desde el punto de vista de los sectores políticos y sociales involucrados, que generen un efecto de desgaste acelerado de la fórmula insurreccional que en este momento plantea la oposición, y que sea la oposición la que se deslegitime.
-¿Guarimba o diálogo?
-Nos quedan dos escenarios, uno de paz y otro de guerra. El primer escenario es aceptar algún tipo de mediación internacional. Eso significa legitimar la mediación internacional, lo que implicaría el nombramiento de actores por parte de la oposición y el Gobierno para un diálogo mediado que se realizaría fuera del territorio nacional, en un país neutral.
Eso significaría que tanto la oposición como el Gobierno estarían aceptando que fracasaron todos los puentes, que los asuntos internos de Venezuela no pueden canalizarse según el ordenamiento jurídico y que entonces es necesario construir puentes desde la mediación internacional.
El segundo escenario es una situación de guerra. Que uno de los actores imponga su fuerza en una situación de violencia política que haga que el otro actor se rinda. Este es un escenario con alto costo político y económico.
En ese escenario podrían estar incluidos un golpe de Estado, una amenaza extranjera a nuestra frontera por parte de gobiernos vecinos, una declaración de crisis humanitarias por parte de organismos internacionales, EE.UU. podría radicalizar su posición hacia el Gobierno venezolano, escalar un enfrentamiento con diferentes aristas y se podría complicar mucho el escenario político.
-¿Qué pasará con temas como la inseguridad y la economía mientras avanza una Constituyente?
-Tengo muchas observaciones críticas sobre la conveniencia de convocar una ANC. No creo que vaya a resolver ni el tema del alto costo de la vida, ni la inseguridad, ni la recuperación económica, ni el tema de la escasez. Estaríamos tratando de resolver la confrontación entre poderes sin poder afectar positivamente la situación económica y social del país.
Quienes estén ofreciendo que la Constituyente puede ser una solución a los problemas sociales y económicos del país, creo que están haciendo afirmaciones, por lo menos, ligeras.
-Desde la oposición se ha dicho que los líderes del Gobierno se están tratando de salvar a como dé lugar, que están corriendo la arruga…
-Estamos en presencia de un fuego cruzado de narrativas. No es una cuestión de ganar tiempos, es una cuestión de construir espacios donde puedan desarrollarse puentes para el diálogo político y social en Venezuela, puentes para tratar de reconstruir la convivencia, para tratar de recuperar la economía, retomar la senda del desarrollo social y fortalecer la autodeterminación nacional que está en este momento amenazada. En ese escenario tan complicado habría que ver hasta qué punto se desarrolla una conciencia nacionalista que convoque a distintos sectores para lograr una gran concertación sobre mínimos comunes y ese es el reto ideal de la situación.
Pero la realidad lo que indica es que estamos en un punto muerto de una guerra de desgaste sin puentes, con discursos unilaterales de lado y lado para tratar de imponer la voluntad política, y hasta que no nos demos cuenta que por esas vías no vamos a lograr reconstruir el pacto de convivencia mínimo de un país que aspira una democracia más avanzada, social, participativa y plural, si no logramos eso, entonces, nosotros somos los que estamos desmantelando la propia Constitución del 99 y disolviendo la República, porque al disolver la Constitución por la vía de hecho, estamos disolviendo el país.
-¿Y cuál sería el peor escenario?
-Sería no someter la nueva Constitución a la voluntad popular. Porque cualquier Constitución que surja de allí será ratificada en un referéndum aprobatorio o no, por parte del pueblo venezolano en votaciones universales, directas y secretas.
La ANC tiene un carácter plenipotenciario, pero la soberanía popular es el último y definitivo titular para la decisión política fundamental en una materia tan delicada como lo es aprobar o no una nueva Constitución.
Yo estaría totalmente en desacuerdo si el texto no se aprueba por votación popular, porque estaríamos regresando al siglo XIX, cuando la soberanía popular no podía elegir ni votar ninguna de las constituciones que se aprobaron en el país.