Istanbul
Luis Britto García

El año 753 A.C. una banda de salteadores de caminos y secuestradores de mujeres funda la Primera Roma, aldea a la cual la repetida rapiña exalta como Imperio y la creciente dependencia de tropas mercenarias hace caer el año 476 D.C. tras saquear toda Europa y el Oriente Medio. Pero una división había generado una Segunda Roma el año 395 D.C, la del Imperio de Oriente, Bizancio, Constantinopla o Istanbul, que se instaló sobre una urbe ya fundada por colonos griegos hacia el 667 A.C. dueña del estratégico paso del Bósforo por el cual el comercio naval del Asia accedía al Mediterráneo.
En mayo de 1453 el sultán Mehmed II al mando del Gran Imperio Otomano la conquista, cierra el paso del Bósforo y motiva a lo que llamamos Occidente a hacerse a la mar para fundar una Tercera Roma, que hoy declina devorada por sus propios mercenarios. Los imperios pueden citarse en un párrafo, las vidas apretarse en un parpadeo. Entre estas marejadas humanas permanece Istanbul, durante un milenio emperatriz, hoy apasionada testigo de si misma.
Istanbul.
La ciudad sobrevive a sus creadores y a sus propias reencarnaciones. Permanece fiel al primer plano de toda urbe, que es la maraña. Siguiendo la topografía originaria las callejuelas se ovillan en relieves y vadean abismos como serpentinas que devienen telarañas y vuelven sobre si mismas como remolinos entre el fulgor de los bazares y la contagiosa euforia de sus muchedumbres. Si la existencia es laberíntica, ¿por qué sus cauces habrían de ser rectilíneos? Sólo el relámpago de la soberbia construye villas cuadriculadas, inteligibles, todo lo que no debe ser una ciudad ni una vida. En una urbe donde coexisten tantas ruinas bien pueden sobrevivir un instante las de una sola existencia.
Quizá las ciudades sean los verdaderos seres vivientes. Somos demasiado pequeños, demasiado efímeros para ser de alguna consecuencia.
Torre de Gálata. Los imperios pueden citarse en un párrafo y las vidas apretarse en un parpadeo. Entre estas marejadas humanas permanece Istanbul, alias Constantinopla, alias Bizancio, durante más de un milenio Segunda Roma, Emperatriz, hoy testigo. La ciudad sobrevive a sus creadores y a sus propias reencarnaciones. Sigue fiel al primer plano de toda urbe, que es la maraña. Si la existencia misma es laberíntica, ¿por qué sus cauces habrían de ser rectilíneos? Quizá las ciudades sean los verdaderos seres vivientes. Somos demasiado pequeños, excesivamente efímeros para ser de alguna consecuencia.![]()
Agya Sofía, Mezquita Azul. Antes de nuestras eficaces guerras tecnológicas, las edificaciones duraban casi tanto como las ciudades. Piedras que homenajearon dioses paganos y honraron luego deidades cristianas para adorar hoy el fulgor del Único. Istanbul, frontera entre el pasado y el futuro, entre Asia y Europa, entre el Bósforo y el Mediterráneo, entre Zeus, Jesús y el Profeta, Nubes de piedra adoptan formas de cúpulas perfectas que simulan y desafían firmamentos. Creemos honrar seres invisibles cuando en realidad adoramos la obra de endebles cuerpos perecederos como los nuestros. Tras esas manos anónimas que edificaron milagros veneramos quizá la pasión que nos falta.
Cisterna Binbirdirek. Ampulosas cúpulas como las de una agregación de catedrales cubren un lago sombrío sembrado de pasillos y columnas alegóricas; entre ellas la de Medusa. La oscuridad impide la alucinación perfecta, que sería la del dosel de cúpulas duplicándose en la infinita profundidad líquida. Toda ciudad es acuática, aún la enclavada en el desierto. El agua es la miel que reúne la colmena humana. Sin acueducto puede haber aldea, pero no ciudad.
Una muchacha me ofrece la inevitable moneda que hay que arrojar al pozo que según los cuidadores hace cumplir deseos. Por un instante creo haber olvidado el nombre de la homenajeada ¿Me destruirá el lograrlo o el no lograrlo? Un deseo existe mientras no se cumple ¿Acabará con nosotros la satisfacción de todos?
Instituto Cervantes de Istanbul. Me invita el Instituto Cervantes a disertar sobre literatura, o sea, la explicación del mundo. Gracias al indispensable apoyo del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, del Cenal y de nuestra Embajada, improviso ante un tumulto de imponentes académicos. Postulo que los mitos y las variantes de los relatos imaginarios nacen de los sueños, algunos de los cuales nuestros antepasados bien podían confundir con experiencias reales. Los primeros hombres no sabían distinguir perfectamente entre la vida que experimentaban con los ojos cerrados y la de la vigilia.
Asume Jorge Luis Borges que “la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”. Quizá el origen de todos los relatos imaginarios está en esa realidad ficticia que todas las noches vivimos. Nadie conoce por qué los mamíferos superiores sueñan, ni el sentido de sus ensoñaciones, pero el sujeto al cual se permite dormir pero se impide soñar despertándolo termina perdiendo la cordura. Así como un cerebro que no sueña colapsa, una sociedad que no imagina se desintegra. Cada pueblo instituye como verídicos relatos ficticios, que llama religión, filosofía, historia, que por ser tomados como reales le permiten ordenar su realidad y acaso extraviarse en ella.
De este magma imaginario la literatura se define por su milenaria lucha por volverse irreal. Pues desde el principio de los tiempos no hubo alucinación, pesadilla ni infundio que no fuera tenida por verídico una vez articulado como relato. Desde los diversos Génesis hasta los Apocalipsis innumerables, desde las sagas homéricas al ciclo arturiano, todo era tenido por cierto, revelado por dioses, iluminados o voceros de la irrebatible tradición. Sólo a partir de la Época Moderna la literatura conquista el carácter ficticio que la independiza de la realidad y le permite por tanto asemejarse lúcidamente a ella.

Desde entonces su autor es el hombre precario que narra desde una perspectiva tan subjetiva como la que desarrollan las artes plásticas, y sus personajes son ficciones identificadas por un punto de vista; la Celestina, Don Pablos, El Buscón, Hamlet, el Príncipe Segismundo, Alonso Quijano, Sancho Panza, Luciano de Rubempré, Raskolnikov, Stephen Dedalus, Gregorio Samsa. Pero al mismo tiempo, estos personajes representados como ficciones son la más fidedigna encarnación de las ideologías con las cuales cada sociedad sueña el misterio del mundo: conceptismo, manierismo, ilustración, romanticismo, positivismo, subjetivismo, expresionismo, relatividad, surrealismo, nihilismo,
La verdad se revela a través del sueño, desde que éste cumple la hazaña de independizarse de la verdad. Ovación tempestuosa. Paso varias horas dibujando dedicatorias a la versión bilingüe en turco de los Cuentos selectos de Rajatabla, publicación del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara.
Ancira, Angora, Ankara. Desde el 230 A.C. capital de la antigua Galacia, es instituida por Kemal Ataturk desde 1923 como capital de Turkiye. En el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara converso sobre América Latina y el mundo musulmán, sobre la ficción que supone que con la reconquista de Granada en 1492 desaparecieron en un día los casi ocho siglos de cultura islámica transcurridos desde la conquista de Hispania por los omeyas en 711, y los rasgos de ella transmitidos a América.
Al Centro de Pensamiento Estratégico de Turkiye, también en Ankara, dirijo la ponencia “Geopolítica del agotamiento de los hidrocarburos”, sobre la pesadilla que todos debemos enfrentar en breve: tras saqueos inmisericordes, un mundo sin energía fósil.
Milli Kütüphane. La Biblioteca Nacional de Turkiye en Ankara es otro de los monumentos que suspenden el ánimo. Un descomunal cilindro cupular alberga en su interior seis pisos con estanterías concéntricas que alojan arriba de cuatro millones de volúmenes impresos, incunables, cartografías, manuscritos de valor incalculable. Pensar cuántas vidas requirió escribirlos, cuántas necesitaría el leerlos. En la sección de Venezuela deposito como ofrendas leves algunos de mis últimos volúmenes. No hay biblioteca ni vida inmune al pavor del infinito.
* Narrador venezolano, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.