Israel, Turquia y Azerbaidjan constituyen un eje comercial e ideológico
Garabed Arakelian|
El presidente Ihram Aliyev, en el marco del Congreso realizado por su agrupación política, Nuevo Azerbaidjan, aleccionó a sus partidarios, el 9 de febrero, para comenzar la tarea de recuperación de lo que llamó “límites históricos” de su país. Su programa de expansión territorial incluye todo el actual territorio de la República Armenia, incluyendo su capital Ereván, que así volvería, de acuerdo a esta tesis ”a sus legítimos fundadores”.
“Para los azeríes, Ereván es una ciudad que nos pertenece. Es un objetivo político y estratégico, es una tierra histórica a la que debemos regresar “, afirmó, enardeciendo a sus acólitos con fervor nacionalista. “Es algo que, tanto las generaciones jóvenes como la comunidad internacional, deben de saber y aceptar: “que son tierras históricas de los azeríes”, afirmó categórico, según consignaron en diversas crónicas los medios locales y las agencias internacionales.
Más allá de los desencuentros con la verdad histórica que le resulta esquiva, resalta claramente un propósito geopolítico, similar al deutschland uber alles que entonaban los nazis alemanes en su himno nacionalista y que en versión azerí sería: Azerbaidjan por encima de todo y más allá de sus fronteras; del Mar Caspio hasta el Mar Negro.
Para iniciar esta campaña Aliev necesita estar liberado de los compromisos que le impone la agenda constitucional de su país y por ello, sin aviso previo ni explicación posterior, adelantó para el próximo 11 de abril las elecciones que inicialmente estaban programadas para el 17 de octubre de 2018. Es que los resultados ya se conocen o son altamente previsibles.
Tras la muerte de su padre, Heidar, un ex oficial de la KGB que tuvo en sus manos el gobierno de Azerbaidjan de 1969 a 2003, Aliev se hizo “legalmente” del poder desde 2003 y en 2009, modificó la constitución del país para poder ser candidato vitalicio , convertiéndose, de hecho, en presidente de por vida. En el 2017 nombró a su esposa Mehriban Alieva como primera vicepresidenta.
Las mil y una noches en versión Erdogan
En este marco, su propuesta de besar las orillas del Mar Negro e incorporar a Erevan como parte de su “territorio histórico” no es improvisada: está en consonancia con las recientes declaraciones de su socio mayor, Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, quien afirmó su derecho a apoderarse de las ciudades de Siria a las que está bombardeando actualmente, pues ellas fueron, siempre, según argumenta, posesión de los turcos ya desde las épocas del imperio otomano; un imperio del cual él se declara continuador y heredero.
Erdogan ha emprendido desde enero del presente año un violento ataque a la ciudad siria de Afrin y ha advertido, a los de adentro y a los de afuera, que quien se oponga pagará un precio muy alto por ello. La advertencia no es vana porque la guerra iniciada está cobrando vidas, especialmente jóvenes, y es, además de una invasión, un ataque al enclave kurdo que se encuentra allí y la población kurda en Turquía, que suma muchos millones, por encima de las diferencias que tiene con sus connacionales fuera de fronteras, manifiesta su solidaridad y apoyo con los kurdos de Siria. Esto ha creado un clima de tensión social que se expresa en protestas y movilizaciones duramente reprimidas pero que tienen escasa divulgación y visualización fuera del país.
Desde el intento de golpe militar Turquía vive bajo un régimen de excepción por lo que todo intento de conflicto se considera como un ataque a la seguridad nacional, un argumento al que recurre de continuo el régimen.
Hay desocupación y carestía, ejemplo de lo cual fue la reciente movilización del gremio de trabajadores de la industria automotriz. Según los reclamos el sueldo mínimo apenas llega a 400 euros, la jornada es de 45 horas semanales y aspiraban que los acuerdos pudieran revisarse cada dos años. Las exportaciones de este rubro constituyen una de las fuentes de ingreso más importantes del país. Las firmas instaladas son Fiat, Toyota, Ford, Renault, Mercedes y ante el amague de conflicto el Consejo de Ministros publicó un decreto prohibiendo esas huelgas en la industria metalúrgica argumentando que perjudicaban la seguridad nacional. Como se ve, la guerra de invasión convertida en causa nacional.
Turquía, conducida por el Sultán Erdogan quiere reconquistar los países que formaron parte de su soñado imperio. En realidad él es un representante válido de los intereses del bloque conformado por la alta burguesía turca combinada con los estamentos militares que le brindan además respaldo y sostén ideológico. Este bloque que domina la producción y colocación de la materia prima de su país, tiene excedentes de capital que aspira invertir fuera de fronteras en los sectores más dinámicos de la economía. Su concepto y convicción de que la raza turania es superior a todas las demás -una versión oriental de la superioridad aria- le sirve de fundamento para sacar a la calle o enviar al frente a sus seguidores que lo hacen convencidos de que sirven un designio divino.
Israel un socio cumplidor en los negocios
Con estas referencias es comprensible la inquietud política existente en Israel que, proveedora de armas a Azerbaidjan y socia activa de Turquía en la región, no quiere quedar por fuera de esos posibles repartos de tierras y accesos a fuentes de energía. Esos acuerdos se convirtieron en tema de controversia política para la oposición israelí que vió una oportunidad para perjudicar la imagen del partido Likud y del primer ministro Benjamín Netaniau.
A mediados de enero (2018) los medios periodísticos, israelíes o no, que trajinaban en Telaviv, manejaban la información de que la oposición preparaba una moción para que el parlamento reconociera oficialmente la existencia del genocidio cometido por Turquía. Algo que la mayoría sionista rechaza sistemáticamente.
Pero en esta ocasión dos conocidos activistas: la abogada Eitay Mack y el especialista en estudio de genocidios Yair Auron, pidieron al Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel que haga público cualquier acuerdo o compromiso con Azerbaiyán y Turquía respecto a la cuestión del reconocimiento del genocidio armenio. Ambos dieron a entender que la sistemática negación del genocidio armenio por parte del gobierno de Israel podría estar supeditada a las relaciones diplomáticas. militares y económicas que mantiene con ambos países.
Azerbaidjan, en particular, tiene compromisos de compra con Israel que le suministra equipos militares por un monto que ronda los cinco mil millones de dólares..
Oportunamente, los solicitantes de esta información recuerdan en la nota presentada que “en 2011, en el momento de una audiencia en el Comité de Educación del Knesset, sobre el genocidio armenio, el ex Viceministro de Relaciones Exteriores, el Sr. Danny Ayalon, ex Presidente del Comité de Educación del Knesset, y Alex Miller, así como otros miembros del parlamento pertenecientes al partido de extrema derecha “Israel Beitenu”, “aclararon inequívocamente a los medios de comunicación azeríes que el Estado de Israel no reconocería el genocidio armenio para no dañar las relaciones con Azerbaiyán”.
Y se debe reconocer que han cumplido con la palabra empeñada, ya que en el marco de la celebración del 69° aniversario del parlamento de Israel, la solicitud de reconocimiento que se presentó fue rechazada con los mismos argumentos que en los años anteriores. En los negocios es señal de responsabilidad mantener la palabra.