Israel, del asesinato selectivo al exterminio sistemático
MIGUEL GUAGLIANONE | Hace tiempo que venimos resistiéndonos a escribir sobre Palestina. La absoluta impunidad con que el Estado de Israel viene asesinando desde hace décadas al pueblo palestino no sólo produce dolor e indignación, sino que deja una sensación de absoluta impotencia. Sentimos que cualquier análisis que podamos escribir al respecto colaborará realmente muy poco en evitar la continuación de la matanza, que seguirá adelante en su demencial propósito.
Barómetro Internacional
Por eso no vamos a intentar repetir aquí la excelente y tenaz labor de denuncia que vienen realizando en todo el mundo los comunicadores alternativos y todos aquellos que intentan defender la humanidad frente a la barbarie. Ya los que realizan la labor de información y difusión, así como los movimientos sociales y políticos que defienden a Palestina y todos quienes hacen pública su solidaridad, se están encargando de hacer conocer la verdadera cara del Estado de Israel y la monstruosidad del genocidio que su Ejército viene realizando.
Sin embargo, creemos que podemos realizar algún aporte si analizamos el rol que están teniendo los medios corporativos y su hegemonía comunicacional frente a esta “limpieza” étnica y cultural y si dejamos algunas reflexiones sobre el contexto histórico y las lecciones de la Historia.
La media corporativa y Palestina
La elaboración de matrices comunicacionales que se impongan por encima de las realidades y que protejan los intereses de los centros del poder es una tarea cotidiana del grupo de corporaciones que manejan el 90% de la información mundial y que moldean la “opinión pública” de las grandes masas del planeta. Esto no es una novedad. Pero cuando podemos analizar en un caso concreto como se elaboran y difunden estas matrices de opinión y como responden directamente al poder central, estamos realizando la labor de transparentar el verdadero poder oculto de los medios de comunicación y la alienación sistemática que producen, estamos mostrando la verdadera cara de la Guerra de Cuarta Generación.
En el caso del actual ataque de Israel a la franja de Gaza, el comportamiento de la “gran prensa” fue paradigmático. En los primeros días del ataque (realizado con el pretexto del secuestro de tres adolescentes Israelíes que luego aparecieron muertos) los medios corporativos jugaron al silencio y a la invisibilidad (como no apareces en los medios, no existes). La masacre no existía en la realidad de los miles de millones de personas que creen saber “qué pasa en el mundo” gracias a la hegemonía mediática.
Pero inevitablemente, en la medida que la situación se agravaba, fue necesario reconocer su existencia e “informar” sobre ella. Para poder hacerlo en forma potable (sin culpar de nada a Israel, protegido por la Casa Blanca y sus adláteres) se hizo necesario crear “matrices de opinión”, pseudorealidades deformadas por juicios previos, adaptados a los intereses del poder central, que condicionan el punto de vista del observador (o lector, o televidente, o escucha)
Este es el sistema usual de las corporaciones mediáticas para “deformar” lo real a su conveniencia (a la del poder). Un ejemplo sencillo es el uso del lenguaje. Todo país “mal visto” por Washington o la UE, no tiene un “gobierno”, no importa cuál sea su origen o su legitimidad, sino que está manejado por un “régimen”, mientras que todo gobierno “amigo” tiene siempre un “gobierno”, no importa cómo se maneje el poder en él (monarquías autoritarias, dictaduras, etc.). Algo que parece tan simple es muy efectivo cuando se utiliza en forma sistemática, cada vez que un medio se refiere a un país estigmatizado y a su “régimen”, con el uso de la propia palabra ya lo está calificando de antemano, insinuando entre líneas su “ilegitimidad”, “autoritarismo” y “falta de democracia”.
En el caso de Palestina, las matrices utilizadas son más complejas, veámoslas.
Los dos demonios
La matriz principal es la que emplea la que se ha llamado “teoría de los dos demonios”. Cuando el horror de las dictaduras del Sur del continente en la década de los 70 salió a la luz pública por su propio peso, los medios corporativos y las derechas y centro-derechas internacionales tuvieron que crear una teoría que “igualaba” a las dictaduras con los que se les resistieron, para adaptar el mensaje a su visión reaccionaria y proteger los intereses asociados al poder. De esta manera, la represión, las “desapariciones”, la tortura y las muertes se “igualaron” a las acciones de respuesta de los pueblos (así la culpabilidad se comparte entre todos y se diluye). Existen en estas situaciones “dos demonios”, víctimas y victimarios se muestran como las dos partes aparejadas de un conflicto, con iguales capacidades y responsabilidades.
Este modelo es el que hoy se aplica al Estado de Israel (y su Ejército) y al pueblo palestino (y sus movimientos de resistencia al agresor). Los medios de comunicación masivos presentan la situación en Gaza como un enfrentamiento entre dos contendores igualados. La agresión militar de Israel a un pueblo prácticamente indefenso se presenta como un conflicto entre ejércitos convencionales. Esta visión permite a Obama condenar a los misiles caseros con que Hamás intenta hacer daño a Israel, como responsables de lo que sucede, y permite a personeros de las Naciones Unidas y otros dirigentes europeos hablar sin mostrar ningún compromiso, de su preocupación sobre “la violencia en el área”. Así, una violencia genérica envuelve a agresores y agredidos, los “ecualiza”, les da el mismo carácter de beligerancia y diluye completamente la responsabilidad israelí en la agresión y la matanza.
Es la absurda falacia de considerar como una guerra convencional lo que es en realidad una guerra asimétrica (denominación dada por el propio Pentágono a este tipo de conflictos). El enfrentamiento entre la pulga y el elefante se presenta a la “opinión pública mundial” como otro conflicto armado tradicional en el cual la “comunidad internacional” si interviene, debe conciliar y hacer detenerse a ambos bandos de igual peso. La matriz es tan absurda que omite considerar que se trata de la agresión de uno de los ejércitos mejor equipados y entrenados del mundo, contra la resistencia clandestina de un pueblo pequeño, pobre y aislado, sin apenas recursos para su supervivencia. Los medios ignoran (aunque contradictoriamente no dejan de llevar las cuentas) que al momento de escribir esto van más de 350 muertos y casi 2.000 heridos palestinos provocados por el ataque israelí y que del “otro lado” la resistencia palestina ha provocado ¡un solo israelí muerto! Eduardo Galeano dice “Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.” En esta etapa del genocidio la proporción ha subido violentamente a favor de Israel, por cada trescientos cincuenta palestinos muertos, un israelí.
Ignoran también que Israel viene atacando a Palestina con todo tipo de medios y todo tipo de tecnologías. El continuado ataque de varias décadas de duración ha incluido la introducción de métodos como el asesinato selectivo (nombre dado por los propios militares israelíes y que hoy Obama utiliza en Pakistán y Afganistán por medio de sus drones), el uso de gases tóxicos y materiales radioactivos prohibidos por las convenciones militares, la privación de los servicios elementales a la población palestina, el uso de la más alta tecnología militar (desde sus Kfir, versión propia de los F-16 y los más sofisticados vehículos blindados, hasta las más poderosas armas automáticas y misiles, etc.) y ha llegado a convertir esa agresión en un exterminio sistemático de la población palestina, guiados por la visión de la “limpieza étnica” en aras de reconstruir el “Gran Israel” bíblico.
Con esta perspectiva creada por los medios, por supuesto tampoco se considera que Gaza es en realidad un inmenso campo de concentración, con fronteras cerradas, con muros de la vergüenza que la aíslan, con grandes restricciones de agua, energía y acceso a medicamentos, alimentos y recursos, todo creado y mantenido por Israel.
Por eso, a pesar que cuando la matriz de opinión se objetiva se muestra absurda, es posible imponerla a través de la total hegemonía de los medios corporativos y lograr convencer a grandes masas de que la verdadera responsabilidad de todo lo que sucede está en la tenacidad y la resistencia del pueblo palestino (la cita del principio, un animal impertinente). Este es el verdadero poder oculto tras las armas, el de la sistemática manipulación de las mentes, la Guerra de Cuarta Generación, presente más que nunca en la masacre de Gaza para consolidar definitivamente el ejercicio del poder.
Las lecciones de la Historia
Y a costa de parecer repetitivos volvemos a mencionar las previsiones históricas que le oímos al gran historiador británico Arnold Toynbee, en una conferencia allá en el lejano Montevideo de 1962. Toynbee decía que los sucesos coyunturales no son nunca aislados, siempre hay detrás y a los lados razones históricas que los generan (los procesos históricos). Y realizó en aquel momento, basado en su profundo conocimiento de esas razones, tres previsiones sobre la geopolítica mundial.
1) Que los norteamericanos iban a intervenir militarmente en Vietnam (dos años antes de Johnson enviara las primeras tropas), y que la historia decía que iban a perder la guerra e igual que los franceses, iban a tener que abandonar derrotados el territorio vietnamita.
2) Que la India y Pakistán iban a volver a estar en guerra y que iban a poner al mundo en peligro de una guerra atómica.
3) Y que el Estado de Israel está históricamente condenado a desaparecer, porque es como una execrencia artificial en la zona y no tiene otra razón real para estar allí, que la arbitrariedad del poder.
Las dos primeras previsiones ya se han cumplido, en el caso de Vietnam todos conocemos la historia y el tremendo fracaso del poderoso imperio y su vergonzosa retirada, en el caso de India y Pakistán, desde aquel momento se han enfrentado cuatro veces más en conflicto militar, y continúan apuntándose mutuamente (y poniendo en peligro al mundo) con misiles nucleares. Solo queda por cumplirse la tercera previsión, la desaparición del Estado de Israel.
No dudamos en absoluto de la sapiencia y la capacidad de Toynbee para la previsión histórica, lo que nos preocupa en el caso de una posible desaparición del Estado de Israel, es el modo en que esto podría suceder. Los sionistas fundamentalistas que lo manejan desde su creación han mostrado ya que todas sus acciones responden siempre a una agenda propia, guiada por la visión final de lograr la expansión de su nación hasta los límites bíblicos, y que no existen razones coyunturales que los desvíen de esos objetivos, y también su absoluta falta de escrúpulos en cuanto a las formas como van a lograrlos.
Así, no solo Israel es absolutamente insensible a cualquier presión diplomática que pueda ejercerse desde fuera, sino que ha mostrado repetidamente que aún sin el apoyo incondicional tan importante que tiene de los Estados Unidos, no dudará en seguir adelante en sus propósitos. El fundamentalismo extremo de sus dirigentes sionistas es tal, que permite disparates racistas como la reciente declaración de una “hermosa” diputada sionista del parlamento de Israel, explicando que no solo hay que eliminar a todas las “serpientes palestinas”, sino que hay que hacerlo también con sus madres, que traen al mundo a las “pequeñas serpientes”. Así, y como con todos los fundamentalismos, sus acciones se vuelven absolutamente ciegas a la realidad existente, responden solamente a sus convicciones y propósitos y los convierten en verdaderos monstruos, capaces de arrasar a todo lo que se les ponga por delante sin ningún tipo de contemplaciones.
Y la forma en que estos dirigentes expanden su territorio ha sido monocorde: a sangre y fuego. “Quien siembra vientos cosecha tempestades”, o “El que a hierro mata, a hierro muere”, dicen dos refranes de la sabiduría popular. De esta manera, la única forma en que parece ser posible detener al Estado sionista de Israel es por la fuerza (pareciera que sus acciones no permiten otra alternativa).
Y no parece haber por el mundo ninguna fuerza capaz de enfrentarse frontalmente al Estado de Israel, que como ya dijimos no solo tiene el tercer ejército más poderoso del mundo, sino que cuenta además con un arsenal nuclear secreto, que los cálculos más conservadores estiman en unas cien cabezas atómicas (más que suficientes para hacer desaparecer todo el Medio Oriente).
No pareciera entonces probable que alguna fuerza convencional intervenga para detener el holocausto, pero en un mundo tan complejo y cambiante como el que vivimos, son muchas las alternativas. Se me ocurre como ejemplo una posibilidad apocalíptica (que solo indico como posible), y es que habiendo en el planeta un gran número de cabezas nucleares perdidas, del inmenso y desaparecido arsenal de la ex Unión Soviética, existe la posibilidad de que llegue a manos de alguno de los movimientos de resistencia a Israel (entre los que existen también varios fundamentalismos) una sola de ellas, más que suficiente para borrar de la faz de la tierra al pequeño Estado de Israel. Y es una posibilidad apocalíptica, porque todo fundamentalista está en disposición de morir matando, y la automática respuesta de Israel puede consistir en disparar sus propios misiles al saberse atacado, generando el Armagedón final. Todos sabemos que la posibilidad de un conflicto nuclear cualquiera es una espada de Damocles sobre toda la Humanidad, ya que dada la globalización y la paranoia estructural, cualquier explosión atómica inesperada puede desencadenar un Holocausto mundial.
Quede claro que no creemos (ni esperamos) que esto realmente suceda, solamente marcamos como las acciones de Israel solo parecen dejar como salida la violencia total, y que eso nos pone a todos en peligro.
La única consideración optimista que podemos dejar, es saber que la realidad compleja es siempre capaz de generar alternativas que ningún análisis, por más fino que sea, es capaz de predecir. Confiemos (con mucha fe) en ello.