Israel continúa el genocidio de palestinos, en especial de niños
Beverly Fanon-Clay
Israel sigue perpetrando abiertamente el genocidio de palestinos, práctica que otros estados colonialistas dejaron de hacer -al menos abiertamente- hace tiempo: en menos de un mes los israelíes mataron con los bombardeos 9.061 pobladores palestinos, entre ellos 3.760 niños y 2.326 mujeres.
Lo que está sucediendo con los palestinos de Gaza no forma parte, de ninguna forma, del derecho de Israel a defenderse tras el bárbaro ataque de Hamás. En manos de Benjamin Netanyahu está poner fin a esta situación. “Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños” es la denuncia de Unicef por los menores muertos en la guerra entre Israel y Hamás
Los países con influencia en Israel, especialmente Estados Unidos, no debieran limitarse a expresar su preocupación por la situación humanitaria mientras el Israel continúa con su estrategia, desafiando incluso al secretario general de la ONU, António Guterres, por limitarse a ofrecer el contexto de un conflicto que tiene más de 70 años.
En las últimas semanas, los palestinos no han recibido agua, electricidad, alimentos o medicinas, en una medida de asedio que no distingue entre culpables e inocentes. Los escasos camiones con ayuda humanitaria que han conseguido entrar en Gaza desde Egipto suponen apenas una gota de agua en un océano de imperiosa necesidad.
Asistimos a una catástrofe humana sin paliativos. Los centros médicos, plenos de heridos, no pueden hacer funcionar los aparatos indispensables para mantenerlos con vida, neonatos incluidos. Ni cuentan con combustible para poner en marcha los generadores eléctricos: Israel ha prohibido su entrada dentro de la exigua ayuda autorizada a cruzar el paso fronterizo de Rafah.
Las declaraciones del secretario general de la ONU, António Guterres, en las que matizó que los “horribles” ataques perpetrados por Hamás “no surgieron de la nada”, ya que “el pueblo palestino lleva sometido a 56 años de asfixiante ocupación” llevó a un quiebre en las relaciones diplomáticas entre Naciones Unidas e Israel. El representante de Israel ante el organismo, Gilad Erdan, dijo que su país no expedirá más visados a los representantes de la ONU
Tras las amenazas de Tel Aviv, cientos de miles de gazatíes se han desplazado al sur de la Franja, hostigados por los bombardeos ordenados por el mismo ejército que los obligó echarse a la carretera. Las imágenes demuestran las infraestructuras destruidas, los colegios de la ONU se han convertido en masivos campamentos de refugiados y muchas personas han comenzado a beber de pozos de agua salada, con el consiguiente riesgo para su salud.
Hacinados en un territorio con una de las mayores densidades de población del mundo, los gazatíes están atrapados entre dos amenazas letales. Una, el encierro total al que los ha sometido Israel desentendiéndose de su responsabilidad como potencia ocupante desde 1967, aunque no esté sobre el terreno desde 2005.
La otra, los incesantes bombardeos, que están causando un creciente número de muertos, especialmente niños. Desde el comienzo de la ofensiva israelí, 6.500 personas han perdido la vida en la Franja; de ellos, 2.700 menores. La organización Save the Children señala que “cada 10 minutos” muere un niño en medio del conflicto. Más de un tercio de las víctimas mortales de los bombardeos de Israel en Gaza son menores de edad
Slavoj Zizek, filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno. escribió que cada vez que viaja a Israel se avergüenza un poco de entrar “a un territorio prohibido donde impera la violencia ilegítima.El gran misterio del conflicto palestino-israelí es por qué ha persistido durante tanto tiempo cuando todo el mundo conoce la única solución viable: la retirada de los israelíes.
Qué es el genocidio
El genocidio se define en el derecho internacional como el asesinato deliberado de personas de un determinado grupo nacional, étnico, racial o religioso, con la intención de destruir al grupo, ya sea total o parcialmente. Su principal rasgo es precisamente la intención del crimen sea, no solo infligir daño a un grupo, sino eliminarlo completamente.
En el derecho internacional, el término fue utilizado por primera vez en el acta de acusación de los juicios de Núremberg, que juzgaron los crímenes del nazismo. El Holocausto, el exterminio de tutsis y hutus moderados en Ruanda, los crímenes de los Jemeres Rojos en Camboya, la masacre de Srebrenica en Bosnia, o la matanza de yazidíes en Irak o de rohinyas en Myanmar son considerados como algunos de los principales genocidios de la historia reciente.
El tratado internacional que define qué es el genocidio es la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 de las Naciones Unidas, que también especifica cómo debe prevenirse y sancionarse este crimen. Además de la matanza de miembros de un grupo, este “crimen de crímenes”, como lo definió el Tribunal Penal Internacional para Ruanda en 1998, también abarca otros actos que constituyen genocidio.
Entre ellos, la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo. traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.
El genocidio es un crimen que no prescribe. Hasta la fecha, 153 países han ratificado la Convención, entre ellos Israel y el Estado de Palestina (que tiene rango de Estado observador no miembro en Naciones Unidas). Pero no todos ellos han firmado el Estatuto de Roma, que dio origen a la Corte Penal Internacional (CPI), encargada de juzgar estos crímenes. Estados Unidos, China, Rusia, e Israel no lo ha ratificado, mientras que el Estado de Palestina sí.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu pidió una guerra santa de aniquilación contra el pueblo palestino en la bombardeada Franja de Gaza, después de apelar a Amalek, nación de la Biblia hebrea que a los israelitas se les ordenó eliminar en acto de venganza.
“Ustedes deben recordar lo que los amalecitas les hicieron, según nuestra sagrada Biblia. Ahora vayan y hiéranlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros, afirmó Netanyahu, citando a Samuel 15:3, al anunciar una nueva fase en la ofensiva en la franja de Gaza.
Según Memo Middle East Monitor, añadió que los soldados israelíes son parte de un legado que se remonta a tres mil años de historia, informó . La Biblia hebrea describe a los amalecitas como los enemigos de Israel. Críticos destacaron que la narrativa del texto hebreo de la Biblia utilizado por Netanyahu es de genocidio.
En su artículo en el New York Times, Thomas Friedman envía los mensajes de Joe Biden a su colega Benjamín Netanyahu, donde resalta que las tres superpotencias -EEUU, Rusia y China- pudieran ser atraídas directa o indirectamente a la confrontación. Muestra, otra vez, su obsesión en implicar a Irán y a sus aliados en una guerra misilística a gran escala con Israel y directamente entre Israel e Irán.
Israel posee submarinos armados de misiles que seguramente se encuentran ahora en el Golfo Pérsico, dotados de armas nucleares que pueden destruir la infraestructura vital de Irán, como expresó sin rubor su ministro de Economía, Nir Barkat, al advertir que los ayatolas de Irán serían borrados de la faz de la Tierra si la milicia libanesa Hezbolá ataca a Israel.
Irán posee entre nueve y 27 submarinos sin armas nucleares basados en Bandar Abbas, en el estrecho de Ormuz. ¿Podrá EEUU -cuya quinta flota tiene su base en Baréin, en el Golfo Pérsico- impedir el lanzamiento de destructivas bombas atómicas de Israel contra Irán? ¿Querrá hacerlo?, se pregunta el analista Alfredo Jalife-Rahme.
La distancia de Tel Aviv a Teherán es de mil 915 kilómetros. Israel no tiene frontera directa con Irán y su omnipotente fuerza aérea, tendría que sobrevolar varios países árabes (Jordania, Arabia Saudita e Irak) para arrojar a Irán sus clandestinas bombas nucleares, entre 90 y 400, dependiendo de quién haga las estadísticas, señala el analista mexicano Alfredo Jalife Rahme.
“Israel goza de canonjías celestiales, ya que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) ni es objeto de las selectivas inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica en su famosa planta nuclear de Dimona, en el desierto de Néguev, en flagrante contraste con Irán, firmante del TNP , que es objeto de implacables inspecciones máximas”, añade.
Más allá de la cantada extinción de Gaza, Netanyahu también amenazó borrar del mapa a Líbano. En Irán viven alrededor de 20 mil miembros de la comunidad judía. Nadie en el gabinete israelí –a quien no le importan las vidas civiles en la antigua Palestina, Líbano e Irán– parece tampoco tomar en cuenta la vida de los alrededor de 20 mil judíos que viven en Irán.
En este análisis no se puede dejar de recordar que Israel acumula 75 años de desprecios a ls resoluciones de la ONU y que desde el pasado día 7 de octubre, ya son 35 los trabajadores humanitarios de Naciones Unidas muertos en los bombardeos israelíes.Como decía un importante periódico israelí, Netanyahu dirige al país hacia el abismo moral.
* Socióloga estadounidense, profesora universitaria, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Traducción de Maxime Doucrot.