Iglesia argentina: cambios que preparan cambios

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Juan Guahán-Question latinoamérica|

Hubo cambios en la conducción de la Iglesia Católica Argentina. Veamos los nombres y significados de cambios que son la preparación de recambios, en las relaciones de la Iglesia con el pueblo y el poder. Sí, ya sé. No se puede, no se debe hacer una lectura de los cambios en la Iglesia, desde una óptica política. Queda para los teólogos, canónigos y estudiosos de la evolución de las estructuras eclesiásticas la valoración de los cambios que el Papa Francisco ha introducido, o influido para que se introduzcan, al interior de la Iglesia Argentina.

Aquí se tratará de reflexionar sobre el sentido de los mismos teniendo como telón de fondo: La relación de la Iglesia con el pueblo y con el poder. Ambas cuestiones están estrechamente vinculadas, porque la Iglesia se ha caracterizado por sus estrechos vínculos con el poder, lo cual –no pocas veces- le ha acarreado graves problemas con el pueblo. Desde aquella lejana idea del origen divino del poder, que está fundada en el párrafo de la Epístola a los Romanos donde se dice que “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”, ha corrido mucha agua bajo el puente. Sin embargo la Iglesia, fundamentalmente su estructuración jerárquica, ha quedado “pegada” –en el imaginario popular- a esa idea.  Todo ello ha debilitado la relación de la Iglesia con el pueblo. La llegada de Jorge Bergoglio al papado y su acción como Francisco tiene entre sus objetivos modificar esa situación. Algunas consideraciones sobre el comportamiento de la Iglesia en relación a la situación argentina, a partir de Bergoglio, motivan dos comentarios: Su influencia político-social y el significado de recientes designaciones.

La influencia

Es pública y conocida la identificación que tiene Bergoglio con la cultura social y política del peronismo, particularmente con su idea de una necesaria justicia social. Desde esa posición y como autoridad de la Iglesia Argentina, chocó –más por razones culturales que políticas- con el kirchnerismo de Néstor y Cristina. Son conocidas las campañas -desde el interior del kirchnerismo y con su aval- desarrollas por Horacio Verbitsky que tenían como propósito bombardear la posibilidad que Bergoglio fuera papable.

No es menos significativa la ausencia presidencial de Néstor y Cristina en los tradicionales Tedeums en la Catedral, desde el 2005 al 2014. De allí la frialdad presidencial y el abucheo con el que la militancia recibió la noticia de Bergoglio=Papa. Poco tiempo después la valoración de Cristina cambió y fue una de las más asiduas visitantes del Vaticano. El “Papa peronista”, como muchos miembros del entorno presidencial lo denominaban, se constituyó en uno de los más firmes sostenedores del gobierno kirchnerista. Era notoria la simpatía papal por el gobierno y candidatos peronistas. Por eso el triunfo de Mauricio Macri no motivó festejos vaticanos. Nadie puede olvidarse de las molestas, ceñudas caras de Francisco y Macri en su primer y corto encuentro formal en el Vaticano. Los números sobre la pobreza del Observatorio Social de la Universidad Católica, dirigida por un bergogliano de pura cepa, sirvieron para que la oposición demostrara los estragos de los primeros meses del gobierno macrista.

Luego las relaciones estatales se fueron “normalizando”. El tiempo y la diplomacia hicieron su trabajo. Desde el Vaticano la cara fue menos agria pero la crítica se siguió manifestando por otros caminos.

Fue un trabajo por abajo el que alimentó el nacimiento de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Esta organización, que intenta agrupar a los trabajadores no formales y excluidos del sistema económico (conocidos como los piqueteros), se ha constituido como la organización de masas con mayor capacidad de movilización en el país. Allí tiene un rol gravitante Juan Grabois, un joven abogado hijo de un militante del peronismo ortodoxo de los 70´, que ahora es Consultor formal del Vaticano. No es casual el interés de la Iglesia por esta organización y lo que significa. Allí se congrega la fuerza de masas más dinámica de resistencia al gobierno.

La Iglesia no quiere perder la facultad de tener cerca a tamaño instrumento de presión y al mismo tiempo la posibilidad de acceso a la perspectiva de regular sus acciones para evitar que, ante la gravedad de la crisis social existente, pueda tomar caminos imprevisibles. En estos días coinciden en Roma, en una convocatoria que reúne a unos 200 sindicalistas de 40 países, alrededor de 20 gremialistas argentinos. Allí hablarán un miembro de la CGT y otro de la CTEP. Seguramente mientras fueron recorriendo el Vaticano, la Basílica de San Pedro, la estatua de San Pablo o saliendo por la Via Paolo VI, habrán intercambiado opiniones entre los dirigentes de la CGT, las CTA y la CTEP acerca de cómo, en los próximos días, el macrismo deberá afrontar respuestas callejeras que, sin olvidar su reciente triunfo electoral, traerán el mensaje de otra realidad a la geografía de las decisiones. Una vez más, Bergoglio hace sentir sobre su influencia sobre la realidad cotidiana de nuestra sociedad.

Las designaciones

En este tema se mencionarán dos cuestiones. La designación del nuevo jefe de la Iglesia Argentina y dos nuevos obispos recientemente nombrados.

Oscar Ojea, de 71 años, dos veces a cargo de Caritas y obispo de San Isidro es el nuevo jefe (por 3 años) de la Iglesia argentina. No es adicto a declaraciones políticas, si bien pertenece a una familia con esas inclinaciones y de tendencia peronista, igual que dos de sus primo-hermanos montoneros desaparecidos durante la dictadura. Además no puede ignorarse que –entre 2006 y 2009- fue el obispo adjunto de Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires. Reemplaza a José María Arancedo un obispo con cercanías familiares al radicalismo. Las voces oficiales de la Iglesia procuran separar al Papa respecto de esta designación.

Algo difícil de creer. Sobre todo si se tiene en cuenta que Mario Poli, el hombre de Bergoglio pidió dar un paso al costado, para fortalecer las ideas de unidad y renovación. Poli seguirá acompañando a Ojea, allí compartirá responsabilidades con Marcelo Colombo, un joven obispo riojano, identificado con la prédica del asesinado Monseñor Enrique Angelelli. La primera declaración pública de Ojea, después de su designación, apuntó a la debatida ley laboral diciendo: “El trabajo no es una mercancía, hace a la dignidad de la personas” y reclamó que “no se vulneren derechos de los trabajadores” y cerró diciendo que “los obispos deben estar al lado de los excluidos”.

Resultado de imagen para jose ignacio garcia cuervaEn estos días, Francisco asumió la responsabilidad personal de designar dos nuevos obispos argentinos que son curas villeros. Uno es José Ignacio García Cuerva (49 años), que viene de trabajar con Ojea, como párroco de la famosa Villa La Cava de San Isidro y pasará a ser el obispo auxiliar de Lomas de Zamora. Gustavo Carrara (44 años), es el otro. Es un cura de la violenta Villa 1-11-14 (Flores – Capital Federal) irá como obispo auxiliar de la ciudad de Buen os Aires, junto a  Poli. Ambos nombramiento no pueden desprenderse de lo ocurrido con la designación de Ojea como jefe de la Iglesia.

Nada de lo anterior pasará inadvertido, producirá ruidos. Una advertencia general la formuló –meses atrás- un miembro de la Iglesia norteamericana. Allí un ex Director Ejecutivo de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos le dijo al Papa “En la Iglesia hay confusión y usted es una causa”. A renglón seguido agregaba que “ha nombrado obispos que no son los convenientes porque tienen puntos de vista contrarios a la fe cristina”.

Por aquí, en tierras gauchas, con una dirigencia paralizada y sin propuestas circula otra idea que se escuchó en estos días. Según la misma, con las limitaciones del caso aparecen los fundamentos de otra política y con cierta exageración se escucha… “por fin Macri tiene oposición”.