Honduras: Tras el golpe electoral, el gobierno inventa un enemigo interno
Álvaro Verzi Rangel|
Tras el fraude electoral que –por ahora- mantiene en el poder en Honduras al presidente-dictador Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, y mantiene movilizado a un pueblo estafado, el gobierno apela a un manotón de ahogado, la invención de un “enemigo interno”, similar a la estrategia puesta en marcha por el gobierno neoliberal argentino contra la población mapuche.
Tras el apagón informativo sobre los verdadero resultados electorales, las noticias pasadas por el tamiz de la censura internacional y los medios de comunicación trasnacionales presentan a Salvador Nasralla, candidato de la coalición Alianza de Oposición, como un mal perdedor, a sus seguidores los tilda de alborotadores profesionales y a su portavoz, el ex presidente derrocado por un golpe de Estado Manuel Zelaya, de incitar al odio y el revanchismo.
No importó que el magistrado del Tribunal Supremo Electoral, Marcelo Ramiro Lobo, declarara horas antes de la caída del sistema que el triunfo de Salvador Nasralla era irreversible. En esta realidad, con el publicitado fin de evitar el caos, el gobierno proclamó el estado de sitio, toque de queda, militares en las calles y parte de la policía negándose a reprimir a los manifestantes. Como es habitual, las fuerzas armadas no se contienen, cumplen órdenes, al igual que los grupos paramilitares dependientes del Estado, los mismos que asesinaron a Berta Cáceres.
Se suceden las denuncias del Comité de Familiares Desaparecidos: 14 asesinatos, 51 heridos y 844 detenciones, y mientras consolida otro golpe de Estado, Hernández habla de traidores a la patria, delincuentes, subversivos y terroristas que alteran la democracia y la paz interior. No satisfecho con ello, apela ahora a la invención de un “enemigo interno”.
En redes sociales se difundió un cartel anónimo en que se acusa falsamente al sacerdote jesuita Ismael Moreno Coto (padre Melo -el la foto con Berta Cáceres-) y a otros siete líderes regionales, calificándolos como integrantes del Eje del Mal en la Perla del Ulúa, tratando de desvirtuar sus trabajos de organización popular y resistencia pacífica y democrática junto al pueblo hondureño, que realizan en momentos en que el voto popular ha sido irrespetado por Hernández y sus secuaces, con el apoyo de Estados Unidos y la falta de acción de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Roberto Jaramillo, padre jesuita y director de los Provinciales de América Latina y el Caribe, denunció que se trata de un intento de crear terror entre la población como estrategia para desmovilizar al pueblo; una estrategia que termina volviéndose contra aquellos que la producen y deslegitimando -aún más- sus pretensiones de dominación.
“Escudarse en el anonimato para calumniar a cualquier persona es el acto más cobarde y condenable que un ser humano puede cometer. Incitar al odio y la división en una sociedad polarizada como Honduras es ya un acto criminal. Las acusaciones que se hacen pretenden banalizar la lucha de estas personas, e incitar y justificar agresiones contra ellos, disfrazándolas de crímenes con los que no tienen nada que ver”, añade el principal jesuita.
Las organizaciones sociales se manifestaron indignadas por la manera como se quiere callar la voz del pueblo hondureño y sostienen que ni el Padre Melo ni ninguno de las otros señalados son personas violentas, ni tienen vínculos con el narcotráfico, ni han cometido crimen alguno por el cual deban ser perseguidos, a la vez que rechazaron todos los métodos intimidatorios que está usando el gobierno contra personas e instituciones de oposición.
“Animamos al pueblo hondureño, inconforme con el resultado de las elecciones del 26 de noviembre, a continuar su lucha pacífica hasta encontrar salidas democráticas para su país, y reafirmamos nuestra abierta disposición para colaborar en la construcción de mecanismos que ayuden al pueblo de Honduras a salir definitivamente de esta crisis política”, señaló Jaramillo.