Graciela Paraskevaídis y Coriún Aharonián nacieron en 1940 y caminaron juntos más de la mitad de la vida. Compartieron pasiones, sueños, trincheras y profesiones, alrededor de la composición, la musicología, la docencia y la cultura en general, con un catalejo de alcance universal pero con los pies firmes en el continente. A fuerza de talleres y otras aventuras, se convirtieron a partir de la década de 1970 en referencia para más de una generación de músicos. Por otra parte, durante ese periplo fueron construyendo y conservando un acervo de partituras, libros, revistas, discos y otros objetos que, por la vía de los hechos, transformó su hogar del complejo Parque Posadas en un archivo musicológico, al punto de que tuvieron que mudar el catálogo de apartamento para cubrir las dimensiones necesarias.

Antes de la desaparición física de ambos en 2017, ya venían pensando en cómo organizar ese legado y concluyeron que lo mejor era una fundación, institución que finalmente se concretó en 2019, bajo la presidencia de Nairí Aharonián Paraskevaídis y con un núcleo inicial de integrantes formado por Fernando Cabrera, Leonardo Croatto, Carlos da Silveira, Sara Herrera, Rubén Olivera, Federico Sallés, Mauricio Ubal y Daniel Yafalián, entre otros.

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Nairí Aharonián en el archivo de sus padres. Foto Héctor Piastri, Brecha

Además de “proteger, conservar y disponibilizar”, la Fundación y Archivo Aharonián Paraskevaídis (FAAP) tiene como objetivo la divulgación de todo ese material recopilado. Bajo ese propósito hace una semana estrenaron el primer capítulo de Historias del Archivo Aharonián Paraskevaídis, una serie de encuentros en la sede con artistas que fueron atravesados por la onda expansiva de la pareja. El encargado de activar la conversación es el periodista Mateo Magnone y el debut –disponible en el canal de Youtube de la FAAP– es nada más y nada menos que Jaime Roos. “Porque fue el primero que nos dijo que sí. Y porque sí, porque es Jaime”, responde sin vueltas Nairí Aharonián sobre las razones de abrir el ciclo con el autor de “Brindis por Pierrot”.

Lo primero que vemos, luego de una breve presentación, es un pasillo del archivo atiborrado de documentos en donde Magnone y Roos encuentran el estante dedicado al músico y comienza la conversación que luego se trasladará a la actual sala de consulta del archivo. Entre los tesoros conservados en aquel rincón están el máster original de Candombe del 31, el primer disco de Jaime, editado en 1977 por el sello Ayuí/Tacuabé, por entonces dirigido por Coriún Aharonián. El reencuentro entre el autor y los documentos dispara el anecdotario, entre otros cuentos, el periplo de las maquetas de cuatro canciones que viajaron en una mochila desde México a Uruguay.

Para la presidenta de la FAAP, los archivos siempre cuentan historias. “Este en particular alberga pedacitos de vida de la gente, porque es un archivo que se construyó alrededor de la vida de sus creadores, pero también de la vida y las músicas de otres. Queremos mostrar eso, mostrar el alma del archivo y también difundir el acervo del archivo, y queremos que sea en la voz de los protagonistas de esas músicas, de esos documentos, de esos recortes de prensa”.

Ese vínculo particular, profesional pero a la vez afectivo, se ve reflejado desde el minuto uno y es sin dudas uno de los puntos destacables. Jaime Roos es una de las personas más populares de Uruguay, un ícono. No es fácil, a esta altura del partido, que una entrevista aborde zonas no tan transitadas de su trayectoria, o que lo tomen por sorpresa. Por ejemplo, Roos cuenta que hacía una copia “en forma personal, por no decir clandestina”, de cada máster de sus discos por una especie de “instinto musicológico” y que entregaba esos “submáster” a Coriún porque, sin saber bien por qué, sabía que ahí era donde debían estar.

Coriún Aharonián Archivos - NODAL Cultura
Coriún Aharonián y Graciela Paraskevaídis

En todo el capítulo no se ve ni una imagen de los homenajeados; sin embargo, la presencia es casi omnipresente, como la que tuvieron sobre la música uruguaya durante casi medio siglo. “Se puede hablar de una figura central de la música popular sin haber sido él un músico popular”, acota Roos sobre Coriún en medio de la charla, que es amena, sin poses, casi como si no hubiera cámaras. En algún sentido, la conversación es con el archivo y con ese legado –más allá de lo concreto de los materiales– que estos hermanos mayores transmitieron a “la barra”, una “rigurosidad que apuntaba hacia lo musicológico sin pretender ser musicólogos”.

Lejos de tratarse de un registro presuntuoso o con cierta formalidad de museo, como puede llegar a pensarse desde el prejuicio, este primer episodio –y es de suponer que será la tónica– cautiva, divierte y emociona. Un músico volviendo a pasar por el corazón la concreción de su primer álbum, enfrentado a manuscritos de más de cuatro décadas, o contando anécdotas que apuntan a humanizar al maestro, como cuando el entrevistado recuerda la vez que intercambiaron sobre el origen del canto murguero.

Todo el asunto dura algo más de media hora, lo suficiente para dar una gran bocanada de información pero dejarte con ganas de más. Los responsables del proyecto no adelantan quiénes serán los próximos protagonistas ni la fecha de emisión, pero aseguran que entre los convocados hay “varios referentes cuyas historias tuvieron origen en el archivo o en las que Coriún o Graciela fueron fundamentales”. Además, la intención es que conviva con otras propuestas de divulgación, como un paseo virtual 360 que están terminando de ajustar para que quede disponible en el sitio web de la institución –www.faap1940.com–, que además de estas historias es otra buena puerta de entrada para descubrir ese universo escondido en un rincón de Parque Posadas.