Hiperinflación: enigmas teóricos y políticos

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Pasqualina Curcio Curcio |

Phillip Cagan es el monetarista a quien se le atribuye la definición de hiperinflación. En un trabajo científico, publicado en 1956, por cierto en la revista que editaba Milton Friedman [1], estableció que es aquella que ocurre cuando los precios varían más del 50% mensual. Dicho trabajo tenía como objetivo demostrar, mediante el desarrollo de modelos matemáticos y estadísticos, que la causa de las hiperinflaciones es el aumento de la cantidad de dinero. Estudió 7 países que registraron hiperinflación durante la I y II guerras mundiales: Australia (octubre 1921- agosto 1922), Alemania (agosto 1922- noviembre 1923), Grecia (noviembre 1943 – noviembre 1944), Hungría (marzo 1923 – febrero 1924 y agosto 1945 – julio 1946), Polonia (enero 1923 – enero 1924) y Rusia (diciembre 1921 – enero 1924).

Concluyó que su modelo tuvo limitaciones para explicar como las variaciones de la cantidad de dinero causaron la hiperinflación en 4 de los 7 países estudiados. Razón por la cual debió referir las explicaciones de las hiperinflaciones a las teorías que enfatizan las causas en factores externos, entre ellos la depreciación de la moneda en la medida en que ésta sea un buen referente para los precios internos de las economías. ¿Habrán los economistas neoliberales y monetaristas, disculpen ustedes la redundancia, leído el trabajo de Cagan publicado por Milton Friedman? ¿Por qué insisten en afirmar que la causa de la hiperinflación en Venezuela es el aumento de la cantidad de dinero y desconocen la “depreciación” del bolívar, aunque manipulada, como la principal causa? Un gran enigma es conocer la intención detrás de tanta insistencia?

En 1972, Wallace Neil y Thomas Sargent (2), también seguidores de la teoría cuantitativa del dinero, demostraron, al igual que Cagan, que en fenómenos hiperinflacionarios, el aumento de los precios precede a la creación de dinero, es decir, que primero aumentan los precios y luego, como consecuencia, aumenta la cantidad de dinero. Demostraron además que si bien se genera un efecto de retroalimentación en el cual, la creación de dinero también incide sobre los precios, lo hace con marcada menos influencia. En otras palabras, concluyeron que la causa originaria de la hiperinflación no es el aumento de la cantidad de dinero ¿Los economistas neoliberales quienes insisten en que la causa de la hiperinflación en Venezuela es la expansión del dinero inorgánico, y quienes hasta la fecha no han echado un solo número para sustentar su discurso, habrán leído los trabajos de Neil y de Sargent?

Cuando Phillip Cagan, en 1956, no logró demostrar que las hiperinflaciones registradas durante la I y II Guerras Mundiales fueron causadas por la expansión monetaria, optó por referir a los trabajos realizados por Bresciani-Turroni (3) y Frank Graham (4), quienes en 1937 y 1930, respectivamente, estudiaron la hiperinflación en la República de Weimar. Estos autores concluyeron que la causa de la hiperinflación en la Alemania de 1923 no fue la cantidad de dinero, sino la depreciación inexplicable y desproporcionada del marco alemán.

En su trabajo científico, Bresciani-Turroni cita a Karl Helfferich, quien fue el Secretario del tesoro del Imperio Alemán entre 1915 y 1916. Él dijo en 1923: “Contrariamente a la concepción ampliamente aceptada, fue la depreciación del marco el comienzo de esta cadena de causa y efecto: el aumento de los precios de todos los bienes importados fue causado por la depreciación del marco; luego siguió el general aumento de los precios internos y de los salarios; la mayor necesidad de dinero en circulación por parte del público y del Estado, mayores demandas al Reichsbank por parte de los negocios privados y del Estado y el aumento del papel moneda.” (5)

Además y con respecto a esa depreciación inexplicable del marco, Brescianni-Turroni afirmó: “…la depreciación del marco fue el efecto de una conspiración organizada por los partidos reaccionarios y nacionalistas, que buscaba desordenar las finanzas alemanas, desacreditar el régimen republicano y socavar sus bases (aún inseguras), para poder restaurar el antiguo régimen sobre las ruinas de la joven República” (6). ¿Será que los economistas ortodoxos no han revisado las estadísticas de Weimar?

El propio Lionel Robbins, economista y profesor de The London School of Economics, reconocido por haber dado la definición contemporánea de “economía”, prologó el libro de Bresciani-Turroni, allí escribió: “La depreciación del marco desde 1914 a 1923 es uno de los episodios excepcionales del siglo XX. No solamente por su magnitud, sino también por sus efectos. Ocupa un lugar importante en nuestro horizonte. Fue lo más colosal de su tipo en la historia. Destruyó el bienestar de los más sólidos elementos de la sociedad alemana: dejó atrás un desequilibrio moral y económico, tierra apta para los desastres que han seguido. Hitler es el hijo adoptivo de la inflación.” ¿Los economistas de derecha estarán conscientes que el ataque a la moneda es un arma del imperialismo y que entre sus objetivos está el deterioro moral de los pueblos y abonar el terreno para justificar regímenes fascistas? ¿Estarán conscientes del riesgo?

¿Los economistas que incansablemente repiten que la hiperinflación en Venezuela es responsabilidad del gobierno al expandir la cantidad de dinero habrán revisado lo que escribió Domingo Cavallo, ministro de economía de Carlos Menen, creador de la caja de convertibilidad en Argentina, también neoliberal y redundantemente monetarista? Escribió Cavallo en 2011: “La existencia de un mercado paralelo con una fuerte brecha en relación al mercado oficial promueve la aceleración inflacionaria, porque muchos precios comienzan a ser fijados según la evolución del mercado paralelo y no en base al precio pagado por los importadores en el mercado oficial. La política monetaria, si pretende enderezarse a una determinada meta de inflación, se torna más restrictiva, porque para alcanzar esa meta de inflación tienen que lograr primero controlar la brecha en el mercado paralelo del dólar”. (7)

Cualquier libro de texto de “Economía”, hasta el más básico, muestra que la inflación, según sus causas, se clasifica en 1) inflación de demanda y 2) inflación de costos. Teóricamente y según esos textos, siempre que la inflación es de costos, el resultado en la economía es un aumento de los precios acompañado de una caída del producto interno bruto, es decir, implica una estanflación. Los costos, por su parte, aumentan, entre otras razones porque aumentan los precios de los bienes importados, a su vez por la depreciación de la moneda, aunque haya sido manipulado su valor.

Este tipo de inflación ocasiona lo que se conoce como shock de oferta. Mientras que la inflación de demanda deriva en un aumento de precios acompañado de un aumento del producto interno bruto. Ocurre cuando aumenta la demanda debido, por ejemplo, al incremento de la cantidad de dinero. Si la inflación fuese de demanda, a su vez originada por la expansión de la cantidad de dinero, tal como afirman algunos economistas de la derecha, estaríamos, teóricamente ante un aumento del tamaño de nuestra economía. No es el caso.

Es el caso que en Venezuela, la hiperinflación está acompañada de la caída del producto interno bruto, estamos en estanflación, por lo tanto, la inflación es de costos, no de demanda, estamos ante la presencia de un shock de oferta originado por la manipulación del tipo de cambio que, por las expectativas racionales y adaptativas de los agentes económicos, encarece los bienes importados, incide sobre los costos de producción y los precios de todos los bienes y servicios de la economía. ¿Será que estos economistas, quienes con alguna enigmática intención, insisten en que la hiperinflación en Venezuela es causada por la cantidad de dinero, no asistieron a la clase en la que se explicaban los tipos de inflación según sus causas; ni tampoco leyeron el capítulo 13 sobre “La inflación: causas y soluciones” del libro básico de Economía de Samuelson y Nordhaus? Quizás tuvieron suerte de que no fue una pregunta de examen.

Otro gran enigma surge al tratar de entender ¿cómo estarán resolviendo los monetaristas la contradicción teórica en la que incurren cuando afirman que la causa de la hiperinflación es la emisión de dinero? Su tesis supone que la mayor cantidad de dinero “inorgánico” llega por distintas vías a los bolsillos de todos los venezolanos y por lo tanto, al tener mucho dinero aumentamos la demanda de bienes y servicios, pero como hay una oferta limitada, los mercados, que según ellos, funcionan eficientemente porque cuentan con una mano invisible, resuelven el asunto mediante el alza de los precios.

¿Algún venezolano está demandando más bienes ahora que el año 2013? Es el caso que la demanda de bienes y servicios no ha aumentado, por el contrario, ha disminuido. Entonces la secuencia teórica que tanto repiten los monetaristas para explicar por qué aumentan los precios en Venezuela, en la práctica no se cumple. ¿Estarán ellos conscientes de su contradicción teórica y empírica?

¿Por qué insisten en que la culpa de la hiperinflación es del gobierno que imprime dinero “no respaldado”, si por el contrario, la cantidad de dinero con respecto al tamaño de la economía ha disminuido 91% desde el año 2014? Hoy, la cantidad de dinero con respecto al producto interno bruto es 6%, en 2014 era 66%. En caso de que tampoco hayan asistido a la clase sobre índice de monetización o masa monetaria, les refrescamos que mide la cantidad de dinero que circula en la economía con respecto al tamaño de dicha economía. En la medida en que el índice de monetización es mayor significa que, en términos relativos, hay mayor cantidad de dinero circulando.

El que actualmente el índice sea 6% significa que la cantidad de bolívares que está circulando es relativamente baja para el tamaño de la economía medida por el PIB (indicador que, por cierto, ha sido publicado en los informes de la OPEP). Nos remitimos a los datos mostrados en el siguiente gráfico. Es el caso que a partir del año 2014, la cantidad de dinero que en términos relativos circula en la economía, ha disminuido, sin embargo, los precios siguen escalando. ¿Será un cuento lo del dinero inorgánico? ¿Con qué intención? 

El mayor de los enigmas es dónde están los cálculos, los modelos matemáticos y econométricos que les permita sustentar a los economistas neoliberales y profundamente monetaristas que la causa de la hiperinflación en Venezuela es la expansión de la liquidez monetaria, más allá de un simple discurso repetitivo carente de investigación científica. Nosotros nos hemos dado a la tarea, no solo de demostrar teórica y empíricamente que la causa no es monetaria, sino que además hemos demostrado y sustentado con modelos econométricos que la causa originaria y determinante es el ataque al bolívar a través de la manipulación política del valor del tipo de cambio.

Sin irnos tan lejos en tiempo y espacio, dentro de nuestras propias fronteras, queremos recomendar a los neoliberales y monetaristas la lectura del trabajo “Monetización del Gasto. Fiscal e Inflación en una Economía Petrolera con Cambio Flexible” escrito por Irene Niculescu y Ángel Puente, publicado en 1996. Los autores concluyeron: “Los resultados obtenidos con respecto al tipo de cambio permiten rechazar la validez en el caso venezolano de una teoría de la inflación como fenómeno puramente monetario.

Se confirma el supuesto de la incidencia del tipo de cambio sobre los costos y cómo los aumentos de éstos son incorporados en los precios. Al analizar la evolución de la inflación, puede observarse que el mayor poder explicativo se encuentra en la variación del tipo de cambio. La variación de la base monetaria, por su parte, muestra una relación negativa y poco significativa con la de los precios. Al respecto, debe destacarse la importante interdependencia entre el tipo de cambio y el nivel de precios, como la débil relación de los precios con respecto a la base monetaria en el corto plazo.” (8) Nos embarga el enigma de la poca capacidad de investigación y estudio por parte de quienes solo repiten lo que escuchan.

En cuanto al valor del bolívar, que como hemos venido demostrando, su manipulación es la causa de la hiperinflación, ¿qué explicación tendrán los economistas neoliberales acerca de la variación de 558.035.614% desde el 2013? No hemos visto cálculos que les permitan sustentar tal “depreciación”. ¿Será que no hallan cómo incluir la variable política “ataque a la moneda” en las teorías económicas neoclásicas y por eso evitan hablar de dolartoday?

¿Qué método de cálculo estarán utilizando los monetaristas para justificar que el valor de la moneda hoy es 498,25 BsS/US$, si para que ello ocurra se requiere 21 veces la cantidad de bolívares que actualmente circula en la economía? Nos estamos refiriendo al tipo de cambio implícito, el cual los monetaristas conocen muy bien.

Se trata de una metodología que se emplea para estimar el valor de la moneda, ésta supone que se utilizan todos los bolívares que circulan en la economía para adquirir todas las reservas internacionales con las que cuenta el país. Al realizar el cálculo, nos resulta que para que el tipo de cambio pueda ubicarse en el valor que criminalmente reportan los portales web (498,25 BsS/US$) deberíamos tener 21 veces más bolívares que los que actualmente circulan. La estimación del valor del bolívar que hacen los economistas de la derecha es un enigma. No han dicho cuál es, según ellos, el valor de nuestra moneda.

En caso de que les resulte equivalente al de los portales web, sería interesante conocer las variables que incorporan en sus modelos econométricos para obtener tales resultados. En caso de que sus resultados arrojen un valor muy por debajo del publicado en las redes sociales, el gran enigma que nos surge es ¿por qué lo ocultan? ¿Por qué no se suman a la campaña contra dolartoday?

Mucha alharaca hicieron los empresarios y sus voceros para liberar el mercado cambiario. Presionaron con el argumento de que no tenían dónde transar sus divisas y que por tal motivo no las traían. Se aventuraron a decir que la liberación detendría el ataque al bolívar porque ingresarían capitales. Ahora que ya fue liberado dicen no tener las divisas, dicen que el Estado debe “inyectarlas”. Al respecto, ni siquiera caben comentarios. ¿Los economistas de la derecha habrán estudiado el caso de la Argentina de hoy para poder asesorar a los empresarios? Sabrán ellos que Macri liberó el mercado cambiario apenas asumió la presidencia y que dos años después, el dolarblue, equivalente al dolartoday, es el que marca no solo los precios de los bienes y servicios de la economía argentina sino el de su moneda? ¿Tendrán conocimiento de la fuga de capitales en Argentina luego de la liberación del mercado cambiario? ¿Están conscientes de los exorbitantes montos de endeudamiento que deberá asumir el pueblo argentino como consecuencia de dicha fuga?

Consecomercio está sugiriendo incrementos de salarios. Se han percatado de que los venezolanos hemos perdido el poder adquisitivo y que no lograrán vender su mercancía. ¿Se les habrá ocurrido que dicha pérdida se debe al aumento de los precios? ¿Por qué en lugar de solicitar ajustes de salarios no detienen la escalada de los precios? ¿Por qué no se suman a la campaña contra dolartoday que en definitiva es el arma de la guerra económica que han empleado para distorsionar de manera masiva y sin discriminación a toda la economía y afectar no solo a la clase asalariada, gane poco o mucho?

Insistir en que la causa de la hiperinflación es la expansión del dinero tiene, en el fondo, la intención de limitar la capacidad del Estado, atarlo de manos para no poder cumplir las metas de la prestación de sus servicios, para deteriorar su desempeño ya mermado por la insuficiencia presupuestaria que le ocasiona el aumento de los precios. Buscan con este discurso evitar los ajustes de salarios que son necesarios para proteger a la clase asalariada ante la pulverización de su poder adquisitivo ocasionado por el ataque a la moneda. La estrategia es utilizar el cuento monetarista como velo para cubrir el arma imperial que implican el ataque a la moneda y la hiperinflación. ¿Sabrán los economistas neoliberales y redundantemente monetaristas que ante tales agresiones económicas contra el pueblo venezolano e intentos de manipulación “teórica” los venezolanos tenemos con qué defendernos? ¿Sabrán que los venezolanos no solo contamos con riquezas naturales y países amigos, sino con elevados niveles de conciencia?

La guerra económica contra los venezolanos ha sido declarada por Donald Trump y todos los voceros del imperialismo, tanto en EE. UU. como en Europa. Hay quienes en Venezuela siguen negando que exista. Siempre será un gran enigma la actitud antipatriota de algunos.

Notas

(1) Cagan Phillip, “The Monetary Dynamics of Hyperinflation”, en Milton Friedman (editor), “Studies in the Quantity Theory of Money“, Chicago, University of Chicago Press (1956).

(2) Thomas J. Sargent and Neil Wallace, 1975.””Rational” Expectations, the Optimal Monetary Instrument, and the Optimal Money Supply Rule”. Journal of Political Economy Vol. 83, No. 2 (Apr., 1975), pp. 241-254. Published by: The University of Chicago Press

(3) Bresciani-Turroni Constantino. 1931. The economics of inflation. A study of currency depreciation in post war Germany. Universitá Bocconi. Primera edición en inglés, 1937.

(4) Graham, Frank, 1930. Exchange, prices, and production in hyper-inflation: Germany, 1920-1923. Princeton University.

(5) Bresciani-Turroni Constantino. 1931. The economics of inflation. A study of currency depreciation in post war Germany. Universitá Bocconi. Primera edición en inglés, 1937.

(6)  Bresciani-Turroni Constantino. 1931. The economics of inflation. A study of currency depreciation in post war Germany. Universitá Bocconi. Primera edición en inglés, 1937.

(7) Cavallo, Domingo. 2011. El mercado negro de las monedas extranjeras. Consultado el 01-09-2018 en http://www.cavallo.com.ar/el-mercado-negro-de-las-monedas-extranjeras/

(8) Irene Layrisse de Niculescu y Alejandro Puente. “Monetización del Gasto. Fiscal e Inflación en una Economía Petrolera con Cambio Flexible”. Revistas de Ciencias Sociales FCES-Luz, Nueva Epoca,  Vol. II, N° 1, 1996, pp. 73-104.