Hasta siempre, Armand Mattelart
Clave en la economía política de la comunicación
Aram Aharonian
El teórico belga Armand Mattelart, figura clave en la economía política de la comunicación, murió el viernes en París a los 89 años, con una obra marcada por el análisis crítico de los medios, la cultura de masas y el imperialismo cultural. Dejó una huella profunda en quienes nos movemos en el campo de la comunicación y la cultura en y de Latinoamérica, desde una perspectiva crítica.
Mattelart dejó una muy fecunda obra teórica, histórica, política y crítica de más de 32 libros como autor y coautor, y con cientos de artículos especializados sobre los problemas centrales de la comunicación en América Latina, en Europa y en el mundo.
Sus publicaciones sobre Comunicación Mundo, Un Mundo Vigilado, Pensar sobre los Medios, Historia de las Teorías de la Comunicación, La Invención de la Comunicación y decenas de otros libros sobre las problemáticas sociológicas, históricas, culturales, económicas, geopolíticas y epistemológicas lo constituyeron en uno de los principales referentes mundiales de nuestra área de conocimiento.
Pensador y luchador por las causas de los pueblos del mundo, combinó una producción intelectual estratégica, brillante y comprometida, con un sentipensar que lo constituyó en ejemplo investigador, militante y ser humano. Su pensamiento, enseñanzas, valores, compromiso, dignidad y solidaridad mundial siguen presentes.
Mattelart destacó que los procesos de comunicación, situados en la confluencia de varias disciplinas, han suscitado el interés de ciencias tan diversas como la filosofía, la historia, la geografía, la psicología, la sociología, la etnología, la economía, las ciencias políticas, la biología, la cibernética o las ciencias del conocimiento. Por otro lado, en el transcurso de su elaboración, este campo concreto de las ciencias sociales se ha visto acosado por la cuestión de su legitimidad científica.
Nacido el 8 de enero de 1936 en Lieja, Bélgica,estudió Derecho y Demografía antes de radicarse en Francia. En sus textos publicados a fines del siglo XX, destacó que la noción de comunicación abarca una multitud de sentidos. La proliferación de las tecnologías y la profesionalización de las prácticas no hicieron sino sumar nuevas voces a esta polifonía en un final de siglo que hizo de la comunicación la figura emblemática de las sociedades del tercer milenio.
En los años sesenta se trasladó a Chile, donde maduró su pensamiento durante el gobierno de Salvador Allende. Allí, como profesor en la Universidad Católica de Valparaíso, colaboró en iniciativas para cuestionar los medios masivos.Su obra cumbre, Para leer al Pato Donald (1971), coescrita con Ariel Dorfman, desmontó las ideologías en las narrativas de Disney y el imperialismo cultural. Tras el golpe militar de 1973, se exilió en Francia y se convirtió en profesor emérito de la Universidad de París VIII.
Enfatizó que la comunicación es un terreno de lucha política esencial para la emancipación social y resaltó la pluralidad y la fragmentación de este campo de observación científica que, históricamente, se ha situado en tensión entre las redes físicas e inmateriales, lo biológico y lo social, la naturaleza y la cultura, los dispositivos técnicos y el discurso, la economía y la cultura, las micro y macroperspectivas, la aldea y el globo, el actor y el sistema, el individuo y la sociedad, el libre albedrío y los determinismos sociales.
“La historia de las teorías de la comunicación es la de estos fraccionamientos y de los diferentes intentos de articular o no los términos de lo que con demasiada frecuencia aparece más bajo la forma de dicotomías y oposiciones binarias, que de niveles de análisis. Incansablemente, en contextos históricos muy distintos, con variadas fórmulas, estas tensiones y estos antagonismos, fuentes de medidas de exclusión, no han dejado de manifestarse, delimitando escuelas, corrientes y tendencias”, indicó.
Nos enseñó que “La información se convierte en el elemento fundamental de la hegemonía mediante las tecnologías de recogida de información e inteligencia. Es la ciberguerra cuya finalidad es la de conseguir que cuantas más sociedades basculen en la democracia de mercado mejor. Así, el plan Echelon demuestra que la evolución del mercado global implica un sistema de inteligencia global, de captación de informaciones para poder competir con los rivales y anticipar las estrategias de las grandes organizaciones de la sociedad civil”.
Desde 1998, señalaba, el Pentágono habla de Netwar. Dentro de la información se disuelven todas las tensiones del mundo. El núcleo de la sociedad global de la información toma cuerpo a partir de una reorganización gerencial del mundo: la libertad de expresión comercial condiciona la libertad de expresión de los ciudadanos.
La era de la mencionada sociedad de la información es también la de la producción de estados mentales. Hay que enfocar por tanto de forma diferente la cuestión de la libertad y la democracia, insistía Mattelart. La libertad política no se puede resumir en el derecho a ejercer uno su voluntad: reside también en el derecho a dominar el proceso de formación de esta voluntad, nos enseñó.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)