¿Ha crecido la pobreza en Venezuela?
LUIS SALAS| En una nota aparecida recientemente en algunos medios nacionales y luego replicada por sus aliados globales, se aseguraba que la pobreza y la pobreza extrema habían crecido en Venezuela en el último año. Concretamente, se decía que, según el INE, la pobreza había pasado de 21,2% a 27,3% de 2012 a 2013, mientras que la extrema de 7,1% a 8,8% en el mismo lapso.
En números reales, eso significa 1,7 millones de nuevos pobres y 733 mil pobres extremos de un año a otro.
Aunque se aseguraba que las cifras eran oficiales, un aspecto destacable de la nota es que no especificaba la fuente. Tampoco se utilizó el tradicional recurso de colocar el enlace para ir directamente a la página, o al menos colgar una imagen del boletín, informe o gráfica de donde se habrían obtenido. Mucho menos se hacía mención al instrumento de medición, lo cual permitiría a cualquiera contrastar o confirmar lo dicho. La nota, bastante prolífica en otros aspectos, como por ejemplo asegurar que las cifras estaban “engavetadas” desde el año pasado o que el mencionado “aumento” era culpa de la “crisis económica”, simplemente rezaba “según INE“.
Dado el tipo de noticia y la atmósfera de sospecha generalizada que gravita sobre los medios en esta época y sobre todo en este país de falsos positivos mediáticos, no es un dato menor esta “omisión”. Por otra parte, cualquiera más o menos familiarizado con el tema sabe que una contra-tendencia tan radical solo puede deberse a hechos realmente extraordinarios, de manera que aunque sea “normal” que la pobreza suba o baje de un año a otro, es excepcional es que lo haga de forma tan marcada, siendo además que la tendencia observada durante la última década es exactamente la contraria.
A este respecto, antes de entrar en el tema concreto del “aumento” de la pobreza de 2012 a 2013, es bueno revisar el comportamiento de la misma durante los últimos años. Particularmente, porque todos los periodistas de la prensa reaccionaria, políticos de derecha, “ONGs” -como PROVEA- paradójicamente financiadas por gobiernos hostiles a Venezuela y la variopinta fauna de “analistas” de twiter que ahora se escandalizan por dicho “aumento”, todos estos años se han encargado de ocultar y subestimar los logros en política económica y social de los gobiernos del chavismo, cuando no de denigrarlos bajo títulos como “populismo” o “bozal de arepa”.
Así las cosas, en 1998, el último año del puntofijismo, la pobreza extrema se ubicaba en torno al 10,8% y la pobreza en torno al 28,9%. Esto tomando en cuenta el método oficial para la medición de dicho indicador que es el de por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que es oficial en la medida que es el universalmente reconocido por organismos como la CEPAL, PNUD, etc., en cuanto mide la pobreza estructural y no simplemente por línea de ingreso.[2] En 2001, y luego de la aplicación de los primeros planes sociales (en el sentido clásico del término) puestos en práctica por el gobierno del presidente Hugo Chávez (Bolívar 2000, FUS, etc.), la pobreza bajo a 27,8 mientras que la extrema a 9,3%.
En el año 2002, y como consecuencia del paro patronal de finales de 2001, el golpe de Estado de abril de 2002 y el sabotaje petrolero de finales de ese mismo año, todos estas acciones adelantadas por los mismos protagonistas de los episodios de terrorismos y paramilitarismo que atravesamos actualmente, tanto la pobreza en general como la extrema en particular subieron, ubicándose la primera en 31,2% y la segunda en 13%. Sin embargo, desde el año 2003 en adelante, ambos indicadores iniciaron una progresiva disminución, como reconocen todos los organismos internacionales expertos en la materia y que avalan tales mediciones. En 2003, la pobreza se ubicó en 30,5% y la extrema en 12,7%, En 2006, la primera se ubicó en 23,4% mientras que la segunda en 9%. De 2006 a 2010, la pobreza mantuvo un comportamiento estacionario ubicándose para el último de los años mencionados en 23,5. No obstante, la pobreza extrema siguió disminuyendo, siendo que para 2010 ya se ubicaba en 7,7%.
La reducción de la pobreza en estos años se debe sin duda a la acción de la política económica y social del presidente Chávez, no solo en lo concerniente a las misiones sociales sino también a medidas orientadas a proteger al trabajador y la trabajadora, garantizándole tanto una mayor estabilidad como mejores remuneraciones, bien por la vía de los aumentos salariales, bien por la vía del reconocimiento de derechos conculcados durante la época neoliberal de la cuarta república (como las pensiones) o bien de nuevos derechos, como la ampliación del pre y post natal, el reconocimiento del trabajo del hogar como objeto de seguridad social, los bonos de alimentación, etc. De la misma forma, se amplió y reforzó la figura del salario social, que es una vía de remuneración indirecta en la medida que implica la cobertura de servicios básicos o bien gratis (como la salud y la educación) o bien subsidiados (la luz, el agua, etc.).
En este último renglón destaca el caso de la alimentación, pues no solo se generalizaron las casas de alimentación en sectores populares sino la Red Mercal, PDVAL y los Abastos Bicentenario, todo lo cual implicó e implica importantísimos porcentajes de ahorro familiar en la medida en que las familias no se ven obligadas a pagar los históricos precios abusivos del sector privado nacional y transnacionalizado. Ese mismo efecto lo generan las escuelas y liceos bolivarianos y los simoncitos, tanto en lo referido a la alimentación (los y las estudiantes tienen garantizados sus comidas diarias) como a los útiles escolares y, en última instancia, las matrículas, las cuales están totalmente exoneradas de cobro.
El estancamiento e inclusive ligero repunte de la pobreza observado en el último año de éste sub-período, se explica fundamentalmente por los efectos tanto de la onda expansiva del crack financiero global de 2008 (que hizo pasar los precios del petróleo de 130 dólares por barril a 30 en menos de un año), como del mini-crack de los bancos criollos, ese que motorizaron banqueros ahora prófugos de la justicia y abiertamente conspiradores como Eligio Cedeño y Nelson Mezerhane, dueño fundador de Globovisión. También, debe considerarse los efectos de las oscilaciones climáticas, una fuerte sequía seguida de fuertes lluvias con sus secuelas de deslaves e inundaciones, que entre otras cosas causaron un número cercano a los 200 mil damnificados. En ese sentido, lo digno de investigar no es por qué la pobreza repuntó en 2010, sino por qué lo hizo de forma tan ligera y casi imperceptible dado el impacto combinado de los fenómenos señalados, mientras que de hecho la pobreza extrema siguió su rumbo descendente.
La respuesta a esta pregunta la da la acción del gobierno en pro de contrarrestar el impacto de dichos fenómenos. Ese es el caso de la Misión Gran vivienda Venezuela, la cual vino a dar respuesta a las personas que quedaron sin hogar o que estaban en situación de riesgo (se han construido desde su creación más de 300 mil viviendas). En términos amplios, el caso es que en ningún momento el gobierno abandonó su línea de proteger a los más necesitados, incluyendo acá a no pocas familias de clase media que gracias a la acción de gobierno no perdieron su patrimonio en manos de los banqueros, tal y como ocurrió en 1993 o en los Estados Unidos y Europa luego de 2008.
El ser constante en esta política posibilitó al gobierno del presidente Chávez seguir la tendencia de reducción de la pobreza y la pobreza extrema en los últimos tres años de su gobierno, pasando a 21,6% en 2012, en el caso de la primera, y 6,3% en el de la segunda. Ahora bien, el tema es que según este mismo instrumento de medición (Necesidades Básicas Insatisfechas), entre 2012 y 2013, contrario a lo que informó El Mundo y replicaron otros incluyendo el inefable Capriles (valga la redundancia), tanto una como la otra siguieron la tendencia, pasando en el primer caso a 19,6 y en el segundo a 5,5%, tal y como han certificado todos los organismos internacionales incluyendo, además de los ya mencionado, a la FAO, que hasta nombró su plan mundial de lucha contra el hambre con el nombre de Hugo Chávez Frías.
Y entonces, ¿De dónde sacó El Mundo las cifras?
En la medida en que, como ya dije, ninguno de los medios replicantes especificó de dónde exactamente se habían sacado las cifras, a uno no le queda sino inferirlas o investigar por su cuenta. Por esta última vía, y aunque hasta los momentos que sepa el INE no ha dado su versión de este asunto, todo parece apuntar a que las cifras las tomaron de la Encuesta de Hogares por Muestreo, a las cuales, sin embargo, no he tenido acceso así que es algo que no puedo asegurar.
Pero ser este último el caso, como todo parece indicarlo y dándoles el beneficio de la duda, esto es, suponiendo que no las inventaron, nos encontraríamos de todas formas ante otra de esas típicas falacias que surgen de la peculiar mezcla entre piratería intelectual y obsesión antichavista que caracteriza al oposicionismo venezolano, pues, entre otras cosas por la forma de recoger la información, la Encuesta de Hogares por Muestreo no ofrece datos fiables y para lo único que sirve en realidad es para referenciar comportamientos que fluctúan de manera muy rápida y pueden por tanto ser usados como apoyo en ciertos estudios, pero nunca para establecer verdades rigurosa[3]mente científicas sobre tendencias sociales.
La EHPM, como su nombre lo indica, obtiene su información a través de preguntas que se hacen a personas en sus hogares (lo que a efectos de la misma se llama “informantes), las cuales, en la gran mayoría de los casos, cuando se les pregunta por el ingreso mensual estiman e inclusive mienten o simplemente se niegan a responder. Las causas de ello son variadas, yendo desde el simple desconocimiento hasta el miedo, pero es de hecho ésta una tendencia que a lo largo del tiempo se ha ido afianzando entre cuyos motivos no hay que descartar las campañas de sabotaje del oposicionismo (tal y como ocurrió en el último censo). Por otra parte, la EHPM, al tomar como referencia simplemente el ingreso, deja por fuera una larga lista de ingresos no monetarios o indirectamente salariales como los mencionados líneas atrás, todo lo cual es una debilidad de un instrumento que no refleja la realidad venezolana. Por último, el mero ingreso –considerando inclusive que sea rigurosamente cierta la información aportada por el entrevistado- es un dato muy volátil en el conjunto de la población como para ser representativo, pues no es lo mismo, por ejemplo, una persona empleada formalmente que una que trabaje por comisiones, así como puede darse el caso que una persona o grupo familiar varíe su ingreso mensual para arriba o para abajo por variadas razones, sin que ello signifique que pasen o dejen de ser estructuralmente “pobres” o “ricas”.
Salario, ingreso, poder adquisitivo, inflación y pobreza.
Desde luego, la guerra económica de especulación y acaparamiento emprendida contra la clase trabajadora ha tenido impacto sobre su calidad de vida, impacto tanto materiales como inmateriales, monetarios y no monetarios, todos los cuales debemos contrarrestar al tiempo de buscar mecanismos de protección para evitar que vuelva a ocurrir. Ahora bien, suponer que el aumento de precios es una variable suficiente como para causar y por tanto explicar una caída del poder adquisitivo y por tanto causante automático de pobreza, es, como ya dije, una de esas piraterías intelectuales a las que lamentablemente nos habituó la derecha venezolana y de la que parecen haber contagiado, por cierto, algunos “analistas” de “izquierda”.
Aunque la sabiduría económica convencional de los economistas burgueses es un dogma que, en cuanto tal, es reacio al debate teórico y simplemente repite como mantra frases preestablecidas para cada ocasión, de vez en cuando vale la pena desempolvar viejas polémicas técnicas, así sea por el mero gusto de hacerle ver lo ridículo de sus planteamientos inclusive dentro de su propia constelación teórica. En este sentido, lo principal que “olvidan” los “expertos” a propósito del tema que nos ocupa es que la otra pata del poder adquisitivo lo representa la política salarial. Es decir, el poder adquisitivo en cuanto capacidad de compra del salario se deriva de la comparación con el nivel de precios, para lo cual se toma en consideración para el caso venezolano el Índice Nacional de Precios al Consumo (INPC). Lo que esto significa, es que aseverar que el poder adquisitivo se explica simplemente por el ascenso o descenso de los precios es parcialmente cierto, si se deja por fuera la evolución del salario nominal. Dicho de otra forma: en sentido estricto, el poder adquisitivo del salario de los trabajadores no disminuye por la inflación, sino porque su remuneración no se incremente en la misma medida que el alza de precios, siendo la combinación de ambas cosas los que influye sobre la pobreza medida por ingreso.
En nuestro país, desde 1999 en adelante, es decir, por culpa de Chávez, tanto el salario mínimo legal como el ingreso mínimo legal han estado por encima del valor de la canasta alimentaria normativa. En el caso actual, mayo 2014, el valor de esta última se ubica en Bs. 3,730, mientras que el salario mínimo legal en Bs. 4.251. No obstante, al salario mínimo legal en Venezuela -también por culpa de Chávez- hay que sumarle el beneficio del bono de alimentación (el popular “cesta ticket”) que promediando entre el sector público y privado asciende a Bs. 1351, lo que lleva el ingreso mínimo legal (salario mínimo + bono de alimentación) a Bs. 5.602. Si se toma en cuenta que la mayoría de los hogares en Venezuela cuentan con al menos dos ingresos estamos hablando de que el ingreso mínimo legal por hogar es de Bs. 11.204, lo cual es superior al costo de la canasta básica (que incluye servicios) que por lo general es el doble de la alimentaria (o sea, debe estar en torno a los 8 mil bolívares).
Claro que aquí entran de nuevo nuestros “expertos” a asegurar que las cifras del INE son truchas, que nada más toman en cuenta los productos de MERCAL, etc. Sin embargo, esos mismos “expertos” saben bien que no es así y que de serlo hace rato que los organismos encargados de avalarlas ya lo hubiesen dicho. Pese a la distorsión de precios actual, las cifras del INE siguen siendo confiables de la realidad económica nacional y más bien, si alguna deficiencia tienen, es que no expresan todavía beneficios que sobre la población tienen políticas propias de la economía venezolana, como los subsidios o la garantía de accesos a servicios considerados derechos y no mercancía objeto de lucro como la salud o la educación.
En fin, y como ya dije, no se trata de decir que la guerra económica, la especulación y el acaparamiento no han afectado ni comprometido el bolsillo de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país. Por definición lo ha hecho, pues en ese atentado consiste precisamente la guerra económica en cuanto radicalización de la lucha de clases y por la privatización de la riqueza social en pocas manos. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es pretender que, en menos de un año, todo el legado de justicia económico-social[4] se ha ido por el caño por culpa de los mismos que alegres anuncian la llegada de la pobreza. Es lo que buscan, pero para lograrlo tienen que primero ganar la guerra, cosa que no debemos permitirle.
Notas
[2] Necesidades Básicas Insatisfechas. Para definición y ficha técnica ver: http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&id=353&Itemid=45&view=article
[3] Ídem: http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&id=333&Itemid=103
[4] Una de las paradojas al hablar de “crisis” del modelo económico venezolano y el “fracaso” de la política económica del chavismo es que incluso en los indicadores “malos”, como inflación, estamos mejor que antes. Pero además, en todas aquellas cosas para las cuales se supone debe tributar lo económico (mejorar la vida de la gente, garantizarle acceso a la alimentación, salud, educación, vivienda, etc., incluyendo en este “etc.”, la recreación), Venezuela se encuentra claramente a contra-tendencia mundial. Mientras en el mundo el 1% acumula el 50% de la riqueza y desde 2009 el 95% del crecimiento total ha ido a parar a esa mismas manos mientras el 99% se ha empobrecido más, en Venezuela la distribución del ingreso ha mejorado más que significativamente, tanto, que un autor tan caustico y conservador como Asdrúbal Baptista así lo reconoce, citando los datos de evolución del coeficiente de Gini. De hecho, y aunque es tema para otra reflexión, la inflación y el desabastecimiento inducido se explican, precisamente, por el aprovechamiento antipopular, corrupto e individualista (resumiendo: capitalista) por parte del sector privado nacional y transnacionalizado de los éxitos de la política económica del chavismo.