Gustavo Petro: Colombia vive en guerra perpetua y los caminos jurídicos intentan eliminar liderazgos
Magalí Gómez-UNLa|
“Estoy absolutamente convencido que Latinoamérica necesita profundizar el concepto de sociedad de conocimiento”, señaló el senador y excandidato presidencial colombiano Gustavo Petro, en el marco de la entrega del título de Profesor Honorario que le confirió la argentina Universidad Nacional de Lanús (UNLa), donde habló de integración, el proceso de paz en su país y los mecanismos de lawfare en la región.
En una entrevista con el Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte “de la UNLa, Petro, planteó que los países de la región no deberían dedicarse a las actividades de extractivismo: “ese no es el camino de Latinoamérica, sino el de fundar su producción y su construcción social democrática a partir del conocimiento, y la articulación de universidades públicas es básica para ello”.
Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá durante el periodo de 2012-2015 y en 2018 protagonizó una campaña electoral desde la fuerza Colombia Humana, construyendo un importante capital político, que posiblemente se constituya como una alternativa para las elecciones de 2022. “Somos una ruptura de la izquierda tradicional de Colombia””, indica, y recuerda que desde su gestión en la alcaldía bogotana logró “reencontrar una vieja corriente a la que pertenezco, el M19, que había planteado el proyecto de la democracia como proyecto alternativo de Colombia”.
Sustenta que la base de su crecimiento como candidato y el hecho de haber logrado más de ocho millones de votos en la última contienda electoral, se debe a que lograron articular expresiones de las “nuevas ciudadanías”, esto es, manifestaciones “del siglo XXI que no propiamente se articulan al viejo pensar de la izquierda, el ambientalismo, el animalismo, el feminismo, lo LGBTI, el arcoíris de la sociedad, de agrupaciones y personas que sienten necesidad de autonomía personal pero al mismo tiempo de una acción colectiva”.
Por ello sostiene que ese resultado electoral fue un “momento de magia que llevó a que ocho millones de personas, como nunca antes, votaran por este tipo de proyecto alternativo”.
-Se cumplieron los 100 días de Iván Duque en el poder, y la imagen favorable del gobierno ha descendido ampliamente. ¿Qué significa esto para la sociedad colombiana?
-Significa una oportunidad pero también una alerta porque en el desespero que les produce un gobierno ya ilegitimo desde el punto de vista del apoyo social, pueden acudir a formas cada vez más violentas. El tratamiento que le han dado a una gran movilización social de estudiantes universitarios de todo el país, que ha sacado a más de medio millón de personas a la calle, buscando gratuidad en la educación superior y financiamiento, es reprimida de una manera atroz.
Eso muestra un camino en donde la falta de apoyo popular que ya no tiene el uribismo y el gobierno de Duque, es reemplazado por controles violentos. También genera la otra oportunidad, la de una profundización democrática del país. En eso estamos.
-El gobierno de Santos firmó el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionariasde Colombia (FARC) hace ya unos años, intentando promover la paz en el país y terminar con la violencia política ¿Cómo está avanzando este proceso y qué dificultades encuentra?
-Están desbaratando los acuerdos de paz. Siempre hablé de dos concepciones de paz. Una, es la de la paz chiquita que es muy tradicional en Colombia. No existe en el país una generación que haya vivido en paz. Colombia ha vivido guerras perpetuas. Se acaba una y empieza otra por diversas razones, pero son dos siglos de vida republicana en medio de la violencia que refleja la incapacidad de construir una nación.
No ha acabado la guerra con las FARC y ya empieza un nuevo actor de la violencia, en este caso, los carteles mexicanos. Un cartel mexicano puede llegar a la costa del Pacífico, muy abandonada, afro, heredera de la esclavitud y construir ahí sus bases de exportación de cocaína con elementos armados de control territorial, porque precisamente la población que está ahí ha sido permanentemente excluida. Esa ausencia del pacto es lo que permite el surgimiento de la nueva violencia.
¿A qué se refiere con las dos concepciones de paz?
-El acuerdo con las FARC no fue un acuerdo de paz grande porque no estaba en la concepción del gobierno y tampoco en las posibilidades reales de las FARC lograr eso. Hoy el gobierno de Duque está destruyendo el proceso y por tanto estimulando la nueva violencia que crece y que ya lleva cerca de 370 líderes asesinados en esas regiones que la mafia busca controlar. Lo que viene hacia el futuro no promete que mejore esa situación, sino -por el contrario- es una incapacidad por construir un pacto social.
Nosotros proponemos pasar a la paz grande, es decir, no darle la oportunidad a que continúe la violencia sino que pueda haber una era de paz en Colombia. Buscamos construir la primera generación de colombianos que no conozca la violencia pero hay que hacerlo a partir de un gran pacto social del país. La sociedad colombiana está muy expectante que se hable de sus problemas, la educación, la salud, sus derechos, la tierra; quizá ese fue el éxito de la Colombia Humana en términos electorales, fue allí donde la población se expresó, no alrededor del proceso de negociaciones.
-Distintos líderes de la región están siendo víctimas de los llamados “golpes blandos” que, por distintas vías, genera que queden inhabilitados para presentarse a elecciones democráticas. También usted ha sufrido parte de estos embates ¿Qué lectura puede hacer de estos procesos y del rol de Estados Unidos al respecto?
-Pienso que es una concertación, y en la tesis de Negri que habla de Imperio. Son redes de poder más privadas que públicas, hacia América Latina y, dada la insurgencia del movimiento social latinoamericano, empiezan a poner controles y eliminar a los diversos en la política y sus liderazgos. Creo que es un plan que está concertado, no son hechos individuales, hay una realidad sistemática. Yo la he vivido, la he padecido. Antes en Colombia mataban a los candidatos presidenciales, mataron a Gaitan hace mucho tiempo. Cualquier candidato presidencial alternativo era asesinado. Esa fórmula, que era demasiado ramplona y evidente, ha sido reemplazada por los caminos jurídicos, que intentan eliminar liderazgos.
*Investigadora del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana “Manuel Ugarte” de la UNLa.