Golpe de timón de Bachelet, ¿a quién favorece?

Christian Palma-Página 12

Todo fue nuevo en la jugada de Michelle Bachelet tendiente a enmendar el rumbo de un gobierno que sigue a las trompadas con la ciudadanía y las encuestas. La semana pasada, en medio de una entrevista en el prime time con el conocido animador de TV Mario Kreutzberger (Don Francisco), la presidenta de Chile anunció la solicitud de renuncia a todo su gabinete y que se daba un plazo de 72 horas para nombrar a los nuevos secretarios de Estado y los posibles enroques de un equipo que hacía agua hace meses

No se realizó la habitual cadena nacional y se pasó por alto la misma advertencia que la propia Bachelet había hecho un mes antes: “No hago anuncios de este tipo por la prensa”.

Las 72 horas no alcanzaron y la doctora socialista acabó recién ayer a las 9 de la mañana con el misterio que mantuvo en vilo a la prensa en general y a un país que vive una de las mayores crisis producto de la poca credibilidad en la política, los empresarios y las autoridades desde que retornó la democracia en 1990. Boletas truchas para financiar campañas políticas, tráfico de influencia, corrupción, promesas incumplidas y las mismas caras de siempre han golpeado un país considerado o autoproclamado hasta hace poco como el mejor alumno del vecindario. Pero de eso poco, muy poco.

La influente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) –cuyos resultados Bachelet habría conocido antes de dar el golpe de timón– sólo puso más tierra a una administración que camina a tropezones al menos en la sintonía con la opinión pública. Bachelet, quien ganara hace 14 meses con más del 60 por ciento de los votos las presidenciales, muestra hoy apenas un 29 por ciento de aprobación a la forma en que conduce su gobierno, mientras que un 56 por ciento lo desaprueba en el peor registro de evaluación en sus dos períodos en La Moneda.

Rodrigo Peñailillo
Rodrigo Peñailillo

Esta situación llevó al impostergable cambio de gabinete. En concreto la presidenta movió nueve de sus piezas, renovando por completo su equipo político. Los hechos más llamativos fueron el cambio de su ministro del Interior. En ese puesto sacó al cuestionado Rodrigo Peñailillo (a quien se lo conoce como el hijo político de Bachelet y enlodado en la trama de las boletas falsas. Recordemos que su primogénito, Sebastián Dávalos, está preocupado, por ahora, en resolver una acusación por tráfico de influencias que involucra varios millones de dólares) e instaló al demócrata cristiano Jorge Burgos.

“Quiero enviar un aviso a los nuevos ministros y ministras que están en su primera actividad pública y los que están todavía siguen siendo ministros: tenemos una gran responsabilidad, las personas esperan que todo lo que hemos avanzado como país también entre a sus casas y llegue a sus vidas cotidianas. Tenemos muchísimos trabajo por delante y no hay ni un sólo minuto que perder”, dijo Bachelet al finalizar la presentación de la agenda de probidad y transparencia que impulsará su gobierno y luego de la profunda reestructuración de su gabinete que además removió a Alvaro Elizalde de la vocería, Fernanda Villegas (Desarrollo Social) y Claudia Barattini (Cultura), además de otros enroques internos.

El DC Burgos venía del Ministerio de Defensa, lugar en el cual lo reemplazará la también cercana a esa formación y ex ministra del Trabajo, Javiera Blanco. Por su parte, otra demócrata cristiana, Ximena Rincón, se hará cargo de esa cartera, justo cuando se discute una nueva reforma laboral que ha mantenido enfrentados al gobierno, los trabajadores y los empresarios por los alcances de la misma. Más allá de la idoneidad y muñeca política que exhiben estos nuevos nombres, la DC, el partido junto al PS que más fuego amigo ha disparado contra Bachelet por las reformas que lleva adelante, se posiciona en tres cargos claves y que serán cruciales a la hora de marcar el camino del gobierno a todas luces más moderado y dejando atrás la analogía de la retroexcavadora planteada cuando volvió la doctora socialista a La Moneda.

El retorno del "guatón" Insulza
El retorno del “guatón” Insulza

Conocida la noticia, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, quien desde que anunció su salida del organismo internacional se ha convertido en el nuevo barómetro de la política chilena, valoró el cambio de gabinete: “Burgos es un hombre probado, ha estado en muchas funciones públicas y lo ha hecho muy bien. Él conoce el Ministerio del interior… es una cara conocida, muy respetada y valorada por su sinceridad y por su autenticidad. Es un hombre de diálogo. No de concesiones a cada petición que se le hace, pero un hombre de dialogo con opiniones propias y fuertes. Es un hombre que da garantías, es un hombre dialogante y abierto”.

Por su parte y visiblemente afectado, Rodrigo Peñailillo agradeció a la presidenta por haberlo mantenido durante 14 meses a cargo del Ministerio del Interior, manifestando saber que las cosas en la vida “no son fáciles”. “Del lugar que yo provengo sé de la lealtad y el esfuerzo. Sé que las cosas en la vida no son fáciles. Sé que hay que trabajar duro para salir adelante, con los valores y los principios entregados por nuestras familias”, sostuvo.

Otra novedad fue la salida del hasta ayer ministro de Hacienda Alberto Arenas dando paso al economista Rodrigo Valdés (PPD), que deberá tomar la senda del crecimiento, recuperar la confianza del empresariado y manejar los efectos de las catástrofes en el norte y el sur de país. Arenas es un reconocido socialista que ha estado involucrado en las finanzas públicas desde los años noventa y se lo considera el padre de la reforma tributaria que tantos dolores de cabeza causó al gobierno en medio de su discusión. Si bien era considerado muy técnico, arrogante y testarudo, se pensaba que el peso de la tradición y la cercanía partidista con Bachelet lo aislaría. Pero no fue así. Arenas es el primer ministro de esa cartera que se va para la casa antes de terminar su período en la historia democrática reciente de Chile.

Otro enroque que marcó la jornada fue el paso del radical Juan Antonio Gómez desde Justicia hasta Defensa. La prensa boliviana no desaprovechó la maniobra y destacó que en 2013 Gómez se mostró a favor de dar una salida con soberanía al mar al país vecino a través de un corredor al norte de Arica. Cabe consignar que ambos países mantienen un diferendo en La Haya y cuyos alegatos partieron la semana pasada.ch bachelet y gabinete

En otra cartera complicada, el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, a quien le ha tocado liderar una de las reformas clave del gobierno recibiendo con ello críticas por parte de estudiantes y profesores a su gestión, agradeció la confianza depositada en él. Consultado por si era lo óptimo que él continuara en la cartera tomando en cuenta las reformas, Eyzaguirre desestimó autoevaluarse, señalando que “la presidenta decidió confirmarme lo que le agradezco y es un tremendo honor, y un tremendo desafío para mí”.

Así las cosas, la formación que resultó más afectada es el Partido Socialista (PS) –en el que milita la propia mandataria– que fue la única que perdió ministerios, bajando de cinco a tres sus representantes en el gabinete, debido a la salida de Arenas y María Fernanda Villegas de Desarrollo Social. Esto coincide con la compleja relación que mantuvo el PS con el núcleo del gobierno durante su primera etapa. Las cuentas alegres fueron entonces para el Partido por la Democracia (PPD), que pasó de cinco a seis representantes; y el Partido Comunista (PC), que sumó a su segundo militante, con el ingreso de Marcos Barraza a Desarrollo Social, hecho inédito tras el quiebre de la democracia en 1973.

Desde la oposición el senador de Renovación Nacional Baldo Prokurica valoró la llegada de Jorge Burgos a Interior y dijo que el primer cambio ministerial de Bachelet “es un cambio esperado y con un objetivo claro… poder recuperar, por parte del gobierno y sus ministros, la credibilidad frente a la opinión pública”. El legislador destacó que con estas modificaciones –en el gabinete–, “se termina con la retroexcavadora, se guarda, para abrir un período de diálogo con la opinión pública y la oposición”.

Addendo

Según el sociólogo Alberto Mayol, el cambio de Gabinete es “un triunfo rotundo de la vieja Concertación”

Sebastián Balcazar, El Desconcierto

Tuvieron que pasar más de 72 horas para que Bachelet anunciará la composición de su nuevo gabinete de ministros, luego de un fuerte hermetismo y gran incertidumbre de algunos sectores políticos. La decisión fue comunicada cerca de las 9 de esta mañana y las reacciones no se dejaron esperar. En entrevista con elDesconcierto.cl , el sociólogo y académico Alberto Mayol analizó el escenario político actual que enfrenta la Nueva Mayoría, el conducto que seguirán las reformas y qué significa esta reestructuración para las fuerzas sociales del país.

En análisis anteriores mencionaste dos posibles salidas para esta situación: una donde Bachelet se hacía del equipo político y reafirmaba su conducción, y otra donde se impusieran los partidos políticos que han criticado su gestión a la interna. Se fortaleció la posición de la DC, pero también se dio una señal a los partidos más cuadrados con la figura de Bachelet, particularmente el PC y el PPD. ¿Qué lectura haces de esta decisión?

El primer gabinete del segundo gobierno
El primer gabinete del segundo gobierno

-Este es un triunfo rotundo y bastante claro de la Concertación sobre la Nueva Mayoría. Todos los nombres que representaban los proyectos de transformación de la Nueva Mayoría no sólo son sacados de cargos importantes, sino que son sacados derechamente del gobierno. Yo en el peor de los casos me imaginaba para efectos de la Nueva Mayoría un enroque de varios de esos ministros, me refiero básicamente a Peñailillo, Elizalde y Arenas, y lo que terminó ocurriendo fue que de hecho que no solo no se les enroca sino que se les saca por completo.

En cambio, por ejemplo, sobrevive Undurraga de la Democracia Cristiana que está sumamente impugnado no solamente con uno, sino dos casos de irregularidades. Además llega a conducir el gobierno que quiere hacer una reforma constitucional un tipo súper conservador como Ministro del Interior. La verdad es que es una transformación que revela que el proyecto de Bachelet, el proyecto de cambios estructurales prácticamente se encuentra terminado desde el punto de vista de los soportes políticos para ello.

-Durante el último período se hicieron duras y reiteradas críticas a Peñailillo por su falta de capacidad política para cohesionar a la Nueva Mayoría, además de las investigaciones en curso. Con este cambio en la cartera ¿cómo proyectas el rol que jugará Interior con Jorge Burgos a la cabeza?

-La diferencia es que el rol que puede cumplir Burgos está basado en el hecho de que los partidos en general van a estar bastante moderados y tranquilos. La DC por de pronto está bastante contenta, la derecha ni hablar, están rutilantes. Y lo que va a pasar es que el ala más a la izquierda de la Nueva Mayoría, que no es mucho decir por supuesto, se ve supuestamente recompensada con algunos ministerios, también en el equipo político, para mantener una especie de lógica del equilibro. Esto hace que Michelle Bachelet en la práctica haga como que no se impuso ninguno de los dos bloques, que parezca una especie de pequeño empate, cuando lo que hay detrás es un gran golpe contra las reformas.

Es cosa de mirar lo que pasa en Trabajo, que es bien interesante. Sacar a la ministra para no llevarla a ninguna parte muy relevante, o sea se le saca simplemente, y se le enroca un ministerio sin mucha importancia, es una señal de debilidad donde sencillamente se demuestra que la reforma laboral lo más probable es que sufra demoras y vacilaciones en los próximos días. Y por tanto lo que vemos es un escenario en el cual el gobierno entrega a su nuevo ministro del Interior todas las condiciones para amortiguar los grandes golpes internos del sistema político, pero sin diálogo alguno ni capacidad de conectarse con el proceso social que se está viviendo.

El problema de esta solución es que no es sustentable a nivel social. Es sustentable a nivel político porque es la típica negociación de toda la transición, pero con los últimos estertores de esa transición que no es capaz permitir, no digo la aprobación de la ciudadanía que es mucho pedir, sino simplemente la complacencia tácita de ella.ch bachelet reformas

-¿Cómo crees que se abordará la continuidad de las reformas en curso y las que vendrán, considerando un programa muy tensado a la interna, pero también un rechazo desde amplios sectores sociales de trabajadores y estudiantes que piden incidencia en las reformas?

-El proceso de reformas está en una situación muy complicada. A tal punto que, fíjate lo que hizo Peñailillo. La salida de Peñailillo tuvo un acto de inteligencia final bastante interesante. Al ser entrevistado, se refiere a todo lo que se hizo en el año, señalando que finalmente con muchos problemas y todo se hicieron cosas importantes históricamente. Desde el punto de vista formal al menos tiene razón: cambio al binominal, reforma tributaria mucho más significativa que todas las otras que se hicieron durante la transición, una reforma educacional bastante más significativa de lo que se había hecho con anterioridad. Obviamente muchos esperábamos algo más pero, formalmente, tiene razón. Y después dice “los desafíos que vienen”. Ahí deja bastante claro que los desafíos que vienen son importantes y que no están las condiciones. Lo dice positivamente diciendo que tiene toda la confianza de que se puedan llevar a cabo, pero evidentemente con un gobierno que está sin poder, con Bachelet que se rindió en la práctica porque esto esto es una rendición, con un triunfo de las partidos políticos cuando estos no llegan ni al 4% de aprobación, entonces la verdad es que la situación del gobierno para llevar a cabo las reformas es muy pobre y probablemente se haga lo que Peñailillo dice, que en sus manos ocurrieron cambios que nunca hubo antes.

-Vimos también desde el Ejecutivo una estrategia comunicacional que iba en escalada durante los últimos días, con Bachelet tratando de reposicionarse para sacar adelante este proceso de la mejor forma posible. Sin embargo, y con todo lo que se levantó a nivel mediático para enfrentar este momento, el cambio de gabinete no es en definitiva una solución concreta y potente para resolver la crisis de legitimidad y credibilidad de la clase política. ¿Cuál será desde tu visión la estrategia a seguir en este minuto por parte del gobierno y los partidos?

-La estrategia es hacer lo mismo que han hecho los gobiernos anteriores, que es entregar todos los proyectos importantes, fracasar en el proyecto y tratar de triunfar en la mera popularidad. Lo que se hizo fue un acto de maquillaje, no sustantivo, en toda esta parafernalia. La verdad es que lo que hace falta para el gobierno es muy simple, y es cosa de mirar lo que está haciendo Putin en Rusia para ver qué es lo importante en política, lo que se necesita cuando estás en dificultades es concentrar poder, demostrar fuerza, demostrar que se tiene capacidad para ir adelante en un escenario difícil, y eso es justamente todo lo que no demostró el gobierno y no demostró Bachelet en este proceso.

Bachelet en la práctica levantó bandera blanca, se rindió y está esperando el grueso de su sentido histórico para haber llegado a ser reelecta, y se queda con aspectos más de la lista de supermercados. Se queda con el hecho de ser la única mujer presidenta de Chile, con el hecho de ser elegida 2 veces, se queda con los récords, pero la historia no pasa por ella evidentemente desde un punto de vista sustantivo.

-¿Qué lectura se puede hacer desde los movimientos sociales frente a este escenario?

-Esto para los movimientos sociales es un retroceso, no obstante no ha habido ningún avance. Ahora si los movimientos sociales están esperando que las cosas pasen gracias a las decisiones de gobierno, mala estrategia. Aquí hay un triunfo de la DC enorme, un triunfo silencioso, tranquilo, calmado, que ellos procuraron desarrollar desde la época de la campaña, dilatando las soluciones, los proyectos, y hoy día Gütenberg Martínez se anota un punto enorme porque él dijo que la Nueva Mayoría era como un contrato de arriendo y nada más. Y está terminando por ser exactamente eso.