“Gatopardismo” a la vista en la Unión Europea
ALBERTO RABILOTTA | Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie. Esta frase del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela El Gatopardo define muy bien lo que probablemente sucederá en la Unión Europea (UE) si el candidato del Partido Socialista, François Hollande, gana la Presidencia de Francia en la segunda ronda electoral, este 6 de mayo.
Anticipación de este triunfo electoral es el cambio de discurso del presidente del Banco Central Europeo (BCE, Mario Draghi, que súbitamente se volvió partidario de una política de “crecimiento”, y no exclusivamente de austeridad y deflación.
La crisis en la UE avanza a pasos de gigante.
La desastrosa situación económica y social en España, el rápido deterioro de la situación socioeconómica en la mayoría de los países de la UE, las elecciones presidenciales en Francia, y la terquedad política del gobierno Alemán en materia fiscal atraen la atención de la mayoría de los analistas y economistas de Europa y Estados Unidos, e incluso del diario francés Les Echos, destinado a los hombres de negocio, que en un artículo (1) resalta que España no es el único país en recesión económica y con urgentes problemas sociales.
Como escribe el economista australiano Satyajit Das (2), la Unión Europea sigue apoyándose en los programas de austeridad para reducir la deuda de los países miembros de la zona euro (ZE), pero como están demostrando Grecia, Portugal, España o Italia, entre otros países más, cuando el masivo ajuste fiscal se combina con un sector privado que está reduciendo su deuda, la economía entra en recesión. Y a medida que las finanzas públicas se deterioran en lugar de mejorarse, el resultado es un aumento y no una baja de la deuda pública.
Esto es lo que está sucediendo, con excepción de la economía alemana, en la mayoría de países de la ZE, e incluso fuera de la ZE, como en Gran Bretaña. La UE está rápidamente quedándose sin ideas y tiempo para tomar una decisión sobre “el remedio favorito” de la Alemania de Ángela Merkel, la asfixiante austeridad que cura o mata el paciente, según Das.
La situación económica y social en España es ahora el centro de atención de la mayoría de analistas económicos. Marshall Auerback, un gerente de fondos de riesgo y analista económico (3), escribe que la economía española está desplomándose, lo que explica una tasa de desempleo que afecta a uno de cada cuatro españoles. Como Das, Auerback encuentra sorprendente que la Canciller Merkel y el presidente del BCE, Mario Draghi, “continúen insistiendo” con el recorte del gasto fiscal y una política deflacionista, a pesar de que España tiene una deuda privada no financiera equivalente al 230 por ciento del producto interior bruto (PIB).
La continuación de esta política que atrapó a España, Grecia, Portugal, Italia e Irlanda, y pronto atrapará a los países del núcleo “duro” de la UE en “una peligrosa espiral descendente”, según Auerback, “no solo precipitará el colapso del euro, sino un colapso político en toda Europa”.
Elecciones en Francia y aislamiento de Alemania.
Las elecciones en Francia, opinan analistas europeos y estadounidenses, pueden proveer la palanca para salir del atascamiento político que significa, en la UE, la adopción de políticas de austeridad de un rigor inimaginable para enfrentar la crisis de la deuda soberana en la ZE. Y la razón principal es que un triunfo de Hollande es la derrota de Nicolás Sarkozy, principal socio de la Canciller Merkel e impedimento de un aislamiento de Alemania en el entorno europeo.
Ambrose Evans-Pritchard, analista económico y editor de negocios del diario británico The Daily Telegraph, lo dice de la siguiente manera: Este catálogo de juicios erróneos (que es la política de austeridad) fue posible porque Nicolás Sarkozy estuvo de acuerdo en cada instancia, en lugar de desplegar el poder de Francia para ponerle fin dentro del sistema de la UE. Sarkozy sacrificó todo por la ilusión de la paridad franco-alemana.
Para Auerback la elección de François Hollande como Presidente de Francia en las elecciones del 6 de mayo “puede muy bien cambiar la dinámica política en la ZE”, aun cuando Hollande se ubica dentro de la corriente neoliberal europea. Y agrega que aun siendo partidario de una “austeridad liviana”, Hollande no puede ignorar “los amenazantes peligros políticos y sociales que se ciernen sobre Francia si continúa las políticas impulsadas por el actual Presidente, Nicolás Sarkozy”.
Seguidamente Auerback apunta que si bien hasta el momento la cúpula de la UE en Bruselas no ha permitido que la realidad se interponga a la “buena teoría neoliberal”, es cada vez más difícil “ignorar este emergente espectáculo de horror” que constituye la realidad cotidiana de los europeos que viven del trabajo.
Por su parte Evans-Pritchard (4) opina que con la declaración de Hollande, quien dijo que “no le corresponde a Alemania decidir por el resto de Europa”, hubo un contraataque encabezado por Francia que la semana pasada tronó a través de cada sección de las instituciones de la UE y puso un fin abrupto a esta aberrante fase de la crisis en la ZE.
Seguidamente recuerda que Hollande afirmó que si es electo Presidente “habrá cambios en la construcción de Europa. No somos un país cualquiera, nosotros podemos cambiar la situación”, y que el candidato del PS indicó que “muchos aliados europeos” de derecha e izquierda están adhiriéndose a su causa. Evans-Pritchard apunta que ni siquiera Austria puede seguir apoyando por más tiempo el “empuje de austeridad” de Alemania, sin hablar de Holanda, cuyo gobierno de coalición viene de caer por estar tratando de aplicar al pie de la letra el “rigor fiscal” exigido por Berlín, la Comisión Europea y el BCE.
Para este analista la posición de Hollande puede hacer nacer un bloque de países que favorecen políticas de “crecimiento”, que disponen de más de 200 millones de habitantes y de una mayoría de votos en el Consejo de Europa, lo que explica que Mario Draghi se haya adaptado rápidamente a la “nueva dispensa política” con su llamado para el “crecimiento”.
¿Cuáles serán los cambios? La renegociación del no ratificado “pacto de estabilidad fiscal” es, para Evans-Pritchard, algo posible porque Merkel no podrá hacerlo adoptar por el Parlamento sin el apoyo del Partido Socialdemócrata Alemán, que parece receptivo a la posición de Hollande.
Otro indicio de que habrá cambios pero sin afectar la política de subordinación al capital financiero es la actual posición de las agencias calificadoras del crédito, como Standard & Poor, que ahora están reduciendo las calificaciones (y de hecho aumentando el costo del financiamiento) de los países deudores no por la falta de rigor fiscal, sino por la falta de crecimiento económico, por la recesión que anula la recaudación fiscal, por la fragilidad de los bancos privados y la “incoherencia de las políticas de la UE”, como cita el analista del Daily Telegraph.
En otras palabras, lo que nos dice Standard & Poor es que para pagar a los acreedores financieros, porque es eso lo único que importa, los países de la ZE deben adoptar políticas que promuevan el crecimiento mientras practican el rigor fiscal, todo esto sin alterar ni amenazar el orden existente, sin poner en tela de juicio el sistema que permite al puñado de oligarcas que controlan las principales palancas sociales, políticas y económicas, seguir apropiándose de la mayor parte de la riqueza de los países europeos.
No hay solución sin ruptura.
No hay nada de nuevo en lo que estamos viviendo. Desde el siglo 19 y hasta el primer tercio del siglo 20 las crisis del liberalismo económico dejaron un tendal de miseria, desempleo y exclusión, desataron migraciones masivas y concentraron la riqueza en unas pocas manos, y siempre provocaron guerras para apropiarse de los recursos naturales y de los mercados que estaban a su alcance.
Pero en el sistema inmunológico del cuerpo social se fueron acumulando los anticuerpos creados para luchar contra el liberalismo, como la conciencia de de la explotación del trabajo asalariado por el capital, así como las diversas formas de organización y lucha social. Ahí están los sindicatos de los trabajadores, las agrupaciones sociales y los partidos políticos, y el conjunto de ideas y experiencias para luchar por un mundo mejor, más respetuoso de la naturaleza, más justo y libre,
A la salida de cada crisis de los siglos 19 y 20 el capitalismo industrial y el parasito que lo acompaña desde su nacimiento, el sistema financiero rentista cuya finalidad es la extracción de riquezas, siempre encontró nuevas fronteras que conquistar para lanzar una nueva etapa de crecimiento económico y mantener la ruta hacia su objetivo final, dominar todo el mundo.
Así fue conquistando nuevos territorios que explotar, nuevas masas de población para ser convertidas en mercados. Los avances en las ciencias y la tecnología le proveyeron nuevos campos de expansión industrial, como en el transporte, la energía, las comunicaciones, la informática y la automatización. Todas estas conquistas le han permitido, al capitalismo industrial, concretar su objetivo final: reemplazar a un número creciente de trabajadores y empleados de sus líneas de producción en los países ya industrializados, ahí donde las conquistas laborales logradas por el sistema inmunológico social le obligaban a pagar salarios decentes y a respetar un mínimo de condiciones laborales. Y, agreguemos, desplazar sus operaciones de producción a la otrora periferia para bajar sus costos de producción.
Esta vez, a la salida de una de las más graves crisis de toda la historia del liberalismo económico, el capitalismo de los países ya industrializados, como Europa Occidental, Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Japón es ya universal, transnacionalizado y no tiene, en definitiva, nuevas fronteras que conquistar porque las transnacionales y todas sus empresas de la cadena de producción mudaron gran parte de su producción a la periferia.
Ahora el capitalismo industrial está en Asia, y en China en particular, pero también en América Latina, en Sudáfrica y otros países hasta no hace mucho “periféricos”. Ahí está, creando empleos, explotando al máximo a sus asalariados, creando así consumidores y desarrollando esos mercados.
Y, agreguemos, mientras disemina el desempleo en sus mercados de origen ese capitalismo los inunda con la abaratada producción. Para mantener artificialmente el consumo y seguir acumulando riquezas, es decir para sustituir el poder de compra que proviene del salario real, el sistema financiero creó el “dinero plástico” y el crédito fácil, generando la deuda que ahora constituye el meollo de la crisis, y que todos sabemos es impagable, para decirlo de manera muy breve.
Por todo esto es difícil pensar que haya una “salida fácil”, como lanzar una “política” de crecimiento, en Europa, Estados Unidos, Japón y otros países que planificaron y desarrollaron este sistema neoliberal global, apátrida y chupa-sangre. A menos que los pueblos se decidan por una verdadera ruptura, por una revolución ciudadana que permita ir a la raíz del mal, como decía el candidato del Frente de Izquierda de Francia, Jean-Luc Mélenchon.
Por el momento lo que vendrá, podemos tener la certitud, es más de lo mismo, pero con un envoltorio diferente.
La Vèrdiere, Francia
– Alberto Rabilotta es periodista argentino – canadiense.