Fracaso a tres bandas del gobierno de Luis Lacalle en Uruguay
Nicolás Centurión
Luis Lacalle y la coalición de derecha, siendo oposición cuando gobernaba el centroizquierdista Frente Amplio, atacaron intensamente a la gestión durante 15 años y por tres flancos: la educación, la inseguridad y la economía. Justamente en estos temas es que el oficialismo de derechas de su gobierno muestra su fracaso.
De a uno
Con la educación alegaban que el país se iba por la borda, que los niños no aprendían, que se habían perdido los valores y que incluso se enseñaba marxismo en las aulas. Que el Frente Amplio adoctrinaba en las escuelas, que se pervertía a los jóvenes al enseñarles sobre educación sexual y que se estaba volviendo ignorantes a las próximas generaciones para que justamente voten al Frente Amplio.
Típico manual de las derechas regionales, apelando a valores conservadores, de resquebrajamiento de la sociedad y el advenimiento de profetas malignos de la izquierda.
El gobierno de Luis Lacalle tuvo a Robert Silva del Partido Colorado como mascarón de proa de la “transformación de la educación”, que no fue más que un ataque a sindicatos de docentes y gremio de estudiantes. Una persecución sistemática, un ataque consuetudinario y un intento de desprestigio incansable. Incluso en este gobierno se llegó a espiar ilegalmente a estudiantes.
Vayamos a los números. Según el Monitor Educativo de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), tenemos menos niños/as en las escuelas, menos cantidad de días de clases. La tendencia sigue en aumento y no se detiene. En todos los contextos y modalidades de escuela, la asistencia insuficiente se duplicó respecto a 2019.
La tendencia de la asistencia insuficiente aumenta exponencialmente en la pandemia, consecuencia razonable, pero lo que llama la atención es que sigue en considerable aumento en lugar de disminuir.
El gobierno, en el año 2021 decretó la “suspensión de la obligatoriedad en todo el país y en todo el sistema educativo” medida que fue extendiéndose. Una medida que alienta lo contrario a lo que pregonó siendo oposición. En cada paro docente la derecha vociferaba porque se le quitaba a los niños la posibilidad de estar en el aula.
Obviamente un argumento que decía estar a favor de las familias y niños por la educación, pero que sólo enmascaraba su tirria contra los sindicatos y que en la práctica demostraron que hicieron lo contrario. Los niños van menos a la escuela.
La matrícula de primero a sexto año en primaria de todo el país sigue en disminución. Entre 2022 y 2023 se constata una reducción de siete mil 961 niños en la matrícula total (menos ingresos y pases a secundaria). Si se añade la disminución de cinco mil 420 infantes observada entre 2021 y 2022, se aprecia una reducción de más de 13 mil educandos durante el período 2021-2023 (-3,9 por ciento).
Es la economía, estúpido
La derecha, siendo oposición, utilizaba una misma táctica: los problemas del país eran culpa del Frente Amplio; los logros eran por condiciones externas que nada tenían que ver con el gobierno. Esta segunda mitad fue utilizada por la derecha sobre la economía. Lo denominaban “viento de cola” por el alto precio de las materias primas para exportación.
Solamente fue eso según la derecha, condiciones externas favorables para que prácticamente no importara quien estuviese gobernando. Por el contrario, cuando la derecha inició su gobierno en 2020 se escudaron y victimizaron por la pandemia, la guerra de Ucrania y la sequía. Pero disculpen si les adelanto, la conclusión: a pesar de todo, siempre gobernaron para los más privilegiados y apalancar sus privilegios. Por otro lado, quedaron los trabajadores. Para ellos, cada día cuesta más llegar a fin de mes.
Vayamos a los números.
En 2023, 548,000 ocupados ganaron menos de 25.000 pesos (unos 630 dólares) líquidos al mes por 40 horas semanales de trabajo. Estamos hablando de casi 100.000 trabajadores más que en 2019. Los sectores más afectados por dichas políticas fueron el rural 50%, restaurantes y hoteles 49% y comercio 48%.
Entre los asalariados, 322.000 ganan menos de 25,000 líquidos al mes, 47.000 más que en 2019. Este fenómeno afecta especialmente a jóvenes, mujeres y residentes en el interior del país.
El 80% de la población perdió poder adquisitivo real comparado con 2019. El 20% restante lo aumentó. ¿A qué se debe esta situación? Se aumentaron impuestos indirectos al consumo como el IVA e IMESI, que afectan directamente a los trabajadores. En la otra vereda, se redujeron impuestos directos a la rentas como el IRPF, IASS e IRPF al capital, medidas que beneficiaron a los empresarios.
Seguro que estamos peor
La seguridad pública fue sin dudas uno de los caballitos de batalla de la derecha cuando fue oposición por tres lustros. Todas sus tintas se cargaron sobre el difunto ministro del interior Eduardo Bonomi. Cierto es que Uruguay sufre un problema estructural en seguridad. Al menos desde el retorno de la democracia en 1985, no ha habido un solo gobierno que haya dado en el clavo. La derecha planteó que se vivía en Kosovo y ahora la realidad le ha explotado como granada en su rostro.
Largo y tendido hemos reseñado sobre la inseguridad y el avance galopante del narcotráfico. Como fenómeno mundial, regional, pero también marcando las responsabilidades directas de esta administración.
En un cipayo reflejo, una nota de El Paìs de España, despabiló a propios y extraños sobre la situaciòn de Uruguay. “La intervención policial, el incremento de las penas y el récord de encarcelamientos no han revertido la tasa de asesinatos en el país sudamericano, que duplica el promedio mundial”, dice el periódico ibérico.
Uruguay exhibe una tasa de 11,2 homicidios por cada 100.000 habitantes. La Organización Mundial de la Salud establece el umbral de 10 homicidios cada 100.000 habitantes como una tasa a partir de la cual el fenómeno es epidémico.
La tasa de Uruguay aumentó un 37% entre 2012 y 2022, al pasar de 7,8 a 10,7 homicidios por cada 100.000 habitantes, con oscilaciones significativas en ese intervalo. El pico se produjo en 2018 con 421 crímenes.
Montevideo concentró el 55% de los homicidios registrados en 2023: 210 de un total de 382, que ocurrieron sobre todo en los barrios más pobres del noreste de la capital. La mayoría de las víctimas tenía entre 18 y 37 años.
Si ampliamos la mirada, entre marzo de 2015 y febrero de 2020 hubo 1.677 homicidios en Uruguay, un país con poco más de tres millones de habitantes. Entre marzo de 2020 y junio se llevan registrados 1.506 casos. Con esta tendencia, este quinquenio superaráal anterior en materia de homicidios.
En la campaña electoral las propuestas en materias de seguridad vuelven a ser las mismas: otra vez el aumento de penas, mayor prisionización, militares a la calle, respaldo a la policía en un enunciado al aire y vacío y más.
En las últimas dos décadas, la población carcelaria se ha triplicado en Uruguay: pasó de 5.000 reclusos a casi 15.000. El país tiene la tasa de encarcelamiento más alta de América del Sur y se ubica en el puesto 12 a escala mundial. La reincidencia, en tanto, alcanza el 70%.
En resumen, este gobierno fracasó a tres bandas, pero no es ninguna carambola que los de arriba se hayan beneficiado. La barranca abajo de los de abajo sigue en picada y el cúmulo de descontento no sabe de elecciones.
* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP).Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)