Ex PM Rowley advierte sobre peligroso rumbo exterior de Trinidad y Tobago

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Keith Rowley, ex primer ministro de Trinidad y Tobago, responsabilizó al gobierno actual de Kamla Persad-Bissessar (UNC) de cualquier posible involucramiento del país en un enfrentamiento entre Venezuela y Estados Unidos.

Rowley advirtió que las decisiones del actual gobierno podrían arrastrar a Trinidad y Tobago a un conflicto internacional sin precedentes y criticó su política exterior por considerarla “imprudente”.​

El exmandatario subrayó que, bajo su administración, la postura había sido de no intervención y respeto a la soberanía regional, rechazando acuerdos militares que impliquen el uso del territorio nacional para operaciones extranjeras. Diversas fuentes corroboran que las autoridades actuales han recibido críticas internas y de otros países caribeños ante el temor por la creciente tensión en el Mar Caribe y la presencia militar de EE.UU. en la región.​

Rowley señaló públicamente: “Será enteramente consecuencia de las decisiones y acciones emprendidas por el gobierno de Trinidad y Tobago bajo la UNC, bajo el liderazgo de Kamla Persad-Bissessar”. El contexto se agrava ante operaciones militares estadounidenses cercanas y la presión diplomática sobre gobiernos caribeños para asumir un rol activo en eventuales disputas.

La situación política y militar ha generado preocupación en líderes regionales, como la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, quien ha exigido diálogo y respeto a la paz en el Caribe para evitar una escalada bélica.​

Niega acuerdo previo con EE.UU.

Rowley además negó haber firmado acuerdo alguno con Estados Unidos que permita al gobierno norteamericano utilizar territorio trinitense como base militar para operaciones contra países vecinos, incluida Venezuela. Rowley subrayó que “el Caribe debe seguir siendo una zona de paz” y aclaró que ningún documento existente compromete a Trinidad y Tobago con acciones militares extranjeras.​

Afirmó que el Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas (SOFA) firmado con EE.UU. únicamente regula la presencia temporal y los ejercicios militares conjuntos, sin habilitar su territorio para intervenciones contra terceros países. Además, remarcó que toda decisión sobre uso de bases siempre corresponde al Gobierno soberano en defensa de su integridad y la paz regional.