Enigma Brasil
Marco Consolo –
No hay ni adivino, ni brujo capaz de predecir el resultado electoral. Para resolver el enigma de Brasil, será una batalla hasta el último voto en la segunda vuelta de las elecciones, programada para el 26 de octubre.
Los resultados de la primera ronda hablan claro: la actual Presidenta Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT), el 41,6% (alrededor de 43 millones de votos), el ex-gobernador de Minas Gerais, Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña) al 33,5% (casi 35 millones) y la outsider Marina Silva en tercer lugar con 21%. Brasil vuelve al enfrentamiento “clásico”, el que ve oponerse desde 1994 el PT y el PSDB (con victorias del PSDB en 1994 y 1998, y del PT en 2002, 2006 y 2010).
El desafío de Dilma Rousseff es conseguir la cuarta victoria consecutiva de la coalición de centro-izquierda liderada por el PT, mientras Neves tratará de recuperar la presidencia por el PSDB, un partido de centro-derecha, a pesar del nombre.
La derecha vuelve a apostar en Neves
Ha sido imparable la recuperación de Aécio Neves, que ha resistido la presión para abandonar la competencia electoral y apoyar a Marina Silva, debido a las encuestas negativas. Por el contrario, en los últimos días, ha sido capaz de recuperar el consenso que se iba hacia Silva y logró ganar.
Después de un período de incertidumbre entre Neves e Silva, la derecha ha vuelto a apostar por Aécio Neves, el heredero político del ex Presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003). Graduado en Economía en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, Neves tiene 54 años y una larga carrera política como diputado por cuatro mandatos, gobernador de Minas Gerais (2003-2010) y senador desde 2010. Aécio es nieto de Tancredo Neves, que en 1985 fue el primer Presidente elegido en Brasil, después de 21 años de dictadura cívico-militar. El abuelo Tancredo murió antes de que pudiera ocupar el cargo más alto, desaparecido en otro misterioso episodio, nunca aclarado.
En su campaña, el nieto Aécio Neves ha centrado sus críticas en el débil crecimiento económico (en el cuarto año de expansión moderada), acusando a la Presidenta Rousseff de asustar a los inversores extranjeros y “demonizar” a la alianza entre el capital público y privado. En las próximas semanas, Neves tendrá que convencer a los votantes que él podrá reactivar la economía estancada. Prometió un gobierno descentralizado, menos burocracia, la “reforma” de los servicios públicos en salud, educación, seguridad y movilidad urbana.
En política exterior, es tibio con la integración continental, y está a favor de un acercamiento con los Estados Unidos y la “Alianza del Pacífico “. Apoya la necesidad de una “revisión” de las relaciones comerciales de Brasil (China, Mercosur, Brics, etc.), para firmar un acuerdo con los Estados Unidos, mercado significativo para la economía brasileña.
El camino cuesta arriba de Dilma
Hasta ahora, después de la victoria de Lula en 2002, la derecha no ha podido ganar. El carisma de Lula, y los buenos resultados económicos han ayudado a sostener el gobierno de coalición liderado por el PT.
También gracias a los dos gobiernos anteriores de Lula, Dilma tiene de su lado algunos resultados importantes: la reducción de la pobreza extrema, el programa “Bolsa Familia” (http://obrasilqueconquistamos.com.br/programa-bolsa-familia/) que beneficia uno de cuatro Brasileños, el presupuesto de la educación que aumentó en un 600%, con una duplicación de los estudiantes universitarios y el crecimiento de las “Escuelas Técnicas” en un 300% (http://brasildamudanca.com.br/emprego-y-salario).
En la asistencia sanitaria, el programa “Mais Medicos” beneficia un 25% de la población que, de hecho, antes no tenía acceso a tratamiento y el 75% está cubierto por un mejorado sistema de salud pública, el SAMU (http://brasildamudanca.com.br/ saude). Incluso en términos de empleo puede exhibir cifras (http://brasildamudanca.com.br/emprego-y-salario) que representan un récord en la historia del gigante brasileño. Sin embargo, los resultados positivos no son una garantía para la reelección y ahora el camino es cuesta arriba.
Dilma comienza la segunda parte de la campaña con un mal resultado en Sao Paulo, el mayor distrito electoral, donde el PT ha colapsado (Aécio Neves consiguió 10 millones de votos contra 6 de Dilma). Y es allì, en Sao Paulo (y su histórico cinturón industrial, el ABC Paulista), que arrancó la segunda fase de la campaña de la izquierda.
¿Porqué Silva ha perdido?
La sorpresa parcial fue la derrota de Marina Silva, catapultada en el papel de candidata a partir del extraño accidente aéreo en el que desapareció Eduardo Campos, ex candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB), del cual Silva era la vice gracias a un acuerdo electoral. Bien posicionada en las encuestas durante la campaña, la ex-ambientalista, ex-ministra del gobierno de Lula y ex-militante del PT, hasta la última semana parecía que iba a retar a Dilma en la segunda vuelta. Pero así no fue, a pesar del 21% obtenido, es decir cerca de 22 millones de votos (algo más que en 2010).
No ha sido suficiente la imagen de la “nueva política” para superar “la vieja polarización PT-PSDB”, que, según Silva, había bloqueado el país durante 20 años. Una especie de “tercera vía” (“ni PT, ni PSDB”) en salsa brasileña, que buscaba sacar provecho de las movilizaciones masivas de junio 2013. Para poder ganar, se había rodeado de un equipo de campaña claramente neo-liberal, adoptando el programa de las fuerzas conservadoras, que veían en ella la posibilidad de derrotar al PT. Pero las demasiadas contradicciones han derretido su imagen como la nieve en el sol, frente al fuego cruzado, desde la derecha y la izquierda.
El mismo PSB estaba dividido en el apoyo a Silva. Suficiente decir que el día después de la confirmación de su nombramiento como candidata, el Secretario del partido, Carlos Siqueira, se dimitió de coordinador de la campaña presidencial. Y en varios estados, han pesado las diferencias entre Marina Silva y los militantes socialistas que no la han apoyado. Todos factores que, al final, han demostrado su debilidad política: no contaba con una sólida estructura de partido propia, y no ha sido capaz de indicar las posibles alianzas para gobernar un país tan complejo como Brasil.
En la derrota pesó también la inconsistencia de su programa de gobierno. A pesar de las 242 páginas, eran demasiadas las contradicciones y las “correcciones en el camino”, debidas incluso a presiones externas, tales como las de los sectores más reaccionarios de las iglesias evangélicas, ferozmente opuestos al matrimonio entre personas del mismo sexo. Por último, las acusaciones de plagio, supuestamente por copiar el Programa Nacional de Derechos Humanos de 2002 de Fernando Henrique Cardoso, padrino de Neves. Y como sucede a menudo, entre el original (Neves) y una fotocopia de mala calidad (Silva), al final los votantes han preferido el original.
Un nuevo mapa político
A pesar de la campaña de prensa ad hoc que afirma lo contrario, de hecho un primer análisis de los flujos electorales demuestra que no se ha producido una transferencia de votos de Dilma a Neves, sino que la Presidenta habría perdido votos hacia la abstención (20%) y los votos en blanco (5,8%).
2010 2014
Dilma Rousseff 46,9% 41,5%
PSDB 32,6% (Serra) 33,5% (Aécio)
Marina Silva 19,6% 21,2%
Otros (derecha e izquierda) 1,2% 3,2%
Fuente: SRI-PT
El panorama político parlamentario post-electoral ha cambiado con un giro a la derecha: por un lado crecen los grupos conservadores vinculados a las iglesias evangélicas y a los “ruralistas”, expresión de los intereses del latifundio y del “agro-negocio”; por otro lado pierden además diputados y senadores ambos el PT y el PCdoB. Un escenario que, en caso de victoria de Dilma, convierte la posibilidad de gobernar en una tarea aún más difícil, sobre todo si se trata de profundizar los cambios. En la Cámara, el PT (que pasa de 88 a 70 diputados) sigue siendo la fuerza principal. También vale la pena mencionar una mayor fragmentación de los partidos, que en la Cámara aumentaron de 22 a 28.
Al mismo tiempo ha cambiado el escenario político territorial. En esta ocasión, los partidos de la coalición de gobierno ganaron en 15 estados, tres menos qu jores resultados de la Presidenta son los del Nord-Este, la parte más pobre del país y bastión histórico de la izquierda. En los estados de Piauí, Ceará y Maranhão, donde se concentraron los programas sociales del gobierno, Dilma rozó el 70% de los sufragios.
Neves, ganó en 9 estados y en el Distrito Federal de Brasilia. Sus votos han crecido en el Sur y el Sur-Este, las zonas más ricas del país, y en el Centro-Oeste. Y sobre todo en los tres principales distritos electorales del país: Río de Janeiro, Minas Gerais, Sao Paulo. En el poblado estado de Sao Paulo, de alrededor de 32 millones de votantes, ha logrado captar casi 10 millones (44,5%), mientras que Dilma esta vez obtuvo el 25,75%, frente al 46,9% del 2010.
En detalle, el Partido de los Trabajadores (PT) de la Presidenta Dilma Rousseff, ganó en el Estado de Minas Gerais, el segundo distrito electoral más importante, en Bahía (confirmada y mejorando el resultado a pesar de las encuestas negativas) y Piauí (recuperado) e irá a balotaje en otros 4 estados (Acre, Ceará, Mato Grosso do Sul y Rio Grande do Sul) con la posibilidad de ganar algunos.
De gran valor simbólico, la victoria de la izquierda en Minas Gerais, del cual el mismo Neves ha sido el gobernador durante mucho tiempo. Una victoria que puso fin a 12 años de gobierno del PSDB.
Por el contrario, el punto doloroso para el PT y la izquierda es el estado de Sao Paulo, el más poblado y rico de Brasil. El PT no ha logrado arrebatarlo al PSDB y el actual gobernador, Geraldo Alckmin, fue reelegido en la primera vuelta con 57,31% de los votos. Derrotada la izquierda también en el Distrito Federal de Brasilia, donde estaba en el gobierno.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), un importante aliado de centro para el PT, ganó Alagoas, Espiritu Santo, Sergipe, Tocantins.
Buenas noticias también para el Partido Comunista de Brasil (PCdoB), aliado del PT, que ganó el Estado de Maranhao con Flávio Dino, mientras que Marina Silva y los socialistas del PSB conquistan Acre (el estado de Silva) y Pernambuco (de donde venía el fallecido Eduardo Campos) .
Y en Río de Janeiro, la segunda vuelta será entre el actual gobernador del PMDB, y un ex ministro de la pesca y pastor evangélico, candidato del Partido Republicano Brasileño (PRB).
¿Y ahora?
Es muy fácil predecir que las próximas semanas van a ser muy calientes, con una batalla durísima, sin exclusión de golpes, tanto en Brasil, que en el ámbito internacional, con pesadas injerencias extranjeras. Una batalla hasta el último voto, con una alta polarización que tiene la ventaja de aclarar las diferencias entre los dos proyectos en juego. Probablemente será un puñado de votos que marcará la diferencia en una segunda vuelta que, desde el año 2002, ve opuestos PSDB y el PT, dos proyectos antagónicos.
Por un lado, el neoliberalismo de los años 90 que quisiera volver al gobierno, por otro lado el post-neo-liberalismo de los últimos años de gobiernos progresistas, que debe demostrar su viabilidad, justo cuando es criticado por el desempeño económico (a pesar de los resultados en ámbito social).
La derecha cuenta con el apoyo del Departamento de Estado, con su candidato favorito, y con el capital, pero cuenta especialmente con el monopolio de los medios de comunicación, y la artillería mediática abrió fuego de inmediato. A través de sus medios de comunicación, recuerda que el 41,59% de Dilma en la primera vuelta fue “el peor resultado de la PT” desde 1998. En 2010, en la primera vuelta, había tenido el apoyo del 46,91% del electorado.
En cuanto al 21% de Silva, matemáticamente son votos decisivos, pero de un electorado muy heterogéneo. Un voto popular y juvenil contra la élite del PSDB, de izquierda (por su pasado como sindicalista y ecologista en el PT), pero también el de la derecha anti-PT, la más conservadora, que había decidido dar una oportunidad a su conversión al neo-liberalismo y a su fe evangélica.
Un electorado que se dividirá en la segunda vuelta, más allá de las declaraciones de Silva en los próximos días para un posible apoyo a cualquiera. Mientras tanto, su “Red para la Sostenibilidad”, el Partido Verde, el Partido Socialista y el Partido Popular Socialista ya han dado orientaciones de voto para la derecha.
Dilma espera crecer recuperando una parte del electorado de Silva y el puñado de votos a su izquierda que obtuvo el pequeño Partido del Socialismo y Libertad (PSOL) con 1,5%, y otras formaciones más pequeñas de la pendenciera izquierda radical.
Por último, no hay que subestimar ni la abstención (20%), disminuida pero aún significativa, ni los votos en blanco (5,8%), para un total de casi 26 millones de brasileños. Votos cruciales en la segunda vuelta, pero una clara expresión de descontento y de distancia de la actual gestión política. Para los dos rivales, recuperar parte de esos votos ahora parece una tarea casi imposible.
En cuanto a Dilma, esta vez ganar la segunda ronda será mucho más difícil del 2010. En tiempos de crisis económica mundial, Brasil ya no está creciendo a un promedio del 5% como en los tiempos de Lula y no es nada simple encontrar los recursos para las gigantescas políticas sociales. Para investigar el cambio no son suficientes medidas tecnocráticas con éxito económico. Ni siquiera mejorar los ingresos, la educación o la salud. Es necesario que haya unas profundas transformaciones de las estructuras de poder y una gran participación popular para alcanzarlas.
Por el contrario, el proyecto de la derecha de Aécio Neves (mal definida socialdemocracia) promueve un Brasil que vuelve al pasado, el de Fernando Henrique Cardoso y de la subasta del país al capital multinacional. Un Brasil plegado a la voluntad de Estados Unidos, a la Alianza del Pacífico y al Tratado Transatlántico (TTIP), con la ilusión de convertirse en una potencia mundial, ser parte de la OTAN, ser miembro del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto y dejar de lado a los BRICS.
El juego está abierto y en estos días serán las movilizaciones capilares de los partidos aliados a Dilma, de los movimientos sociales, de las organizaciones de base que tratarán de hacer la diferencia.
Más allá del pesimismo de la inteligencia, la izquierda, para ganar, también necesita una gran cantidad de optimismo de la voluntad.