En una semana, los argentinos tendrán nuevo presidente
Juan Guahán – Question Latinoamérica
Ya estamos en la recta final. El próximo domingo los argentinos elegiremos presidente para los próximos cuatro años. Y será hombre, sustituyendo a Cristina Fernández de Kirchner. Entre el “miedo” y la “oleada”, si bien las encuestas están muy devaluadas, veamos lo que nos dicen.
Estamos recorriendo las últimas siete semanas del año. Esta es la época donde vamos por la vida cargando el cansancio de lo acumulado en los meses anteriores. Pero este año se le agregó algo muy especial, un calendario electoral plagado de elecciones de todo tipo: municipales, provinciales y nacionales. Como si esto fuera poco terminamos el calendario con unas, particulares e inéditas, elecciones presidenciales en las que nos piden que optemos por uno de dos candidatos, luego de haber votado y seleccionado a estos dos contendientes en la primera vuelta. A esto se le agrega que el apellido Kirchner, que está asociado a la presidencia, en estos últimos 12 años, no figura entre los candidatos. A tal punto nos habíamos acostumbrado a esta situación que nos cuesta imaginarnos cómo serán las cosas sin esta presencia.
Pero como “todo pasa” ahora hay que elegir entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.
A la novedad de esta segunda vuelta o balotaje, en la que no hay una boleta que diga Kirchner, se le agrega que nuevamente estamos ante la posibilidad, nunca alcanzada en los últimos 70 años, que un candidato –que no es peronista, ni radical- al que todos consideran de centro derecha y expresivo del poder económico esté disputando palmo a palmo la presidencia. En la historia de estas últimas 7 décadas, cuando estos sectores llegaron al gobierno, siempre lo hicieron de la mano de gobiernos militares, así ocurrió en 1955, en 1966 y 1976. Ahora parecen estar cerca de hacerlo pero a través del voto. De darse esta situación estaremos ante una novedad, ella requerirá más de una reflexión para que pueda ser explicada. Una primera impresión es que estos candidatos –tal vez- no sean tan distintos el uno del otro.
Yendo a lo estrictamente electoral, allí donde mueren las palabras y las cosas se cuentan por las papeletas puestas en las urnas, hay una tendencia y una duda.
La tendencia, reflejada en todas las encuestas que han aparecido hasta la fecha, es que triunfaría Macri, por diferentes magnitudes que van de 3 a 9 puntos. En algunos casos –las encuestadoras Hugo Haime & Asociados y Zuleta Puceiro- refieren un detalle no menor, indican que Scioli estaría achicando las ventajas con las que arrancó Macri.
Junto al señalamiento de estas tendencias aparece una duda. Se trata de lo siguiente. Scioli, a pesar de haber aventajado a Macri por 2,5 puntos en la primera vuelta, aparece como el derrotado. Esa es la sensación que trasmitió el oficialismo kirchnerista en la noche del 25 de octubre y que se continuó en los días siguientes. En este sentido es Scioli el que “corre de atrás”. Habrá que ver si nuestra tradicional cultura de sentir simpatía por el caído, por el más débil alcanza para que el sciolismo pueda dar un inesperado “batacazo” y quedarse con la presidencia. Más allá del clima de derrota que rodea a la mayor parte de la dirigencia kirchnerista, de lo cual el semblante del candidato da cuenta, lo cierto es que hay un par de cuestiones que pueden jugar a favor del actual gobernador bonaerense. Una de ellas es que no está claro el efecto que puede tener en los votantes el clima de miedo, real y promovido, que puede pesar sobre Macri. La otra circunstancia es el debate de esta noche donde Scioli puede aprovechar los puntos débiles de su oponente para sembrar esperanzas en las filas propias y revertir el clima en el que se mueven.
Macri, confiado en el impulso de la “oleada” viene haciendo una campaña de “cambio” y “esperanza” pero sin asumir mayores compromisos. Por cierto que eso es demasiado poco para un debate televisivo, si su adversario está dispuesto jugar a fondo.
Los mercados ya votaron
Hay varios datos que indican que el mercado ya votó. Por cierto que no lo hizo en el cuarto oscuro y su voto fue público y cantado. Dado lo acontecido en el plano electoral el 25 de octubre y la reacción de distintas vertientes de lo que se llama “mercado” resulta obvio que los mercados votaron por Cambiemos. Ello se manifestó en diferentes lugares.
La Bolsa de Valores, fue uno de esos sitios. Desde el día siguiente a las elecciones los valores de las acciones que forman parte del Merval han tenido un crecimiento constante que ronda el 20%. Dentro de estos sectores quienes más claramente reflejaron esas subas son los exportadores, particularmente Aluar y Siderar, productores natos de aluminio y caños de acero, respectivamente, cuyo destino mayoritario es el mercado externo. Cuando mayor sea la devaluación que se producirá más importante serán sus ingresos y ganancias.
Otros sectores que se sumaron a esta “alegría” alcista fueron el bancario y energético. Los primeros especulando con que un arreglo con los fondos buitres genere la posibilidad de manejar créditos de largo plazo. En este rubro se destacó la suba de las acciones del Macro, Santander e Hipotecario. En materia energética la expectativa tiene que ver con la posibilidad de una liberalización y aumento de las tarifas. Las acciones de Pampa Energía fueron las que más crecieron.
También registraron subas importantes las acciones de las empresas constructoras (Caputo –estrechamente vinculado a Macri- y Polledo). Algo semejante ocurrió con el sector alimenticio (Molinos) y empresas vinculadas a las economías regionales (Ledesma)
Todos estos sectores, el empresariado en general, no solo espera del próximo gobierno una mejora en el tipo de cambio, sino que también apuestan que habrá una reducción de las cargas impositivas y de las retenciones a las exportaciones.
En Hamlet, la obra más conocida del famoso autor inglés William Shakespeare, escrita hace más de 4 siglos se pronuncia la frase “Algo huele mal en Dinamarca” como una forma de señalar la descomposición moral de una familia real. Usamos esa frase para introducir al significado de un hecho acontecido, el domingo pasado, en la cancha de Rosario Central cuando jugaba el equipo local con Boca Juniors y el espectáculo era parte de la programación de “Fútbol para Todos”.
El inicio, del partido, se demoró varios minutos. El árbitro no quería empezarlo si no se bajaban algunas banderas que había en la tribuna. Ellas agraviaban a un árbitro y a dirigentes de la AFA y del fútbol, con motivo del bochornoso arbitraje en el cotejo que Boca le había ganado al mismo Central en la final de la Copa Argentina. Solo la intervención del director técnico de Central y de un jugador querido por la tribuna logró que esas banderas fueran bajadas y el partido pudiera realizarse. Pero al día siguiente los medios gráficos y las redes sociales nos mostraron otras banderas que había en la tribuna y que nunca fueron retiradas.
Parece que ellas no producían igual rechazo que las anteriormente citadas. Una de ellas decía “Pájaro Cantero Presidente” (es de suponer que se refería a la presidencia del club) y en la otra se podía leer: “Dios les da la peores batallas a sus mejores guerreros”, esta poética frase estaba acompañada por la imagen, claramente visible, del mismo “Pájaro Cantero”. Puestos a averiguar, nos fuimos enterando que no es la primera vez que la hinchada de Central le rendía homenaje a Claudio “Pájaro” Cantero. Pero… quién este sujeto reivindicado por esos simpatizantes rosarinos. No es ni más, ni menos que el líder de la banda de narcotraficantes “Los Monos”, una de las más importantes del país, asesinado –en un enfrentamiento entre bandas- en mayo del 2013 en la periferia rosarina.
Cómo los narcotraficantes están ganando la batalla cultural.
Pero hay otro dato no menos llamativo. Un Tribunal Federal del Chaco acaba de condenar a una banda de narcotraficantes, por exportar cocaína como si fuera carbón. Las condenas fueron importantes. Patricio Daniel Gorosito fue condenado a 19 años de prisión. Pero “la Justicia” resolvió que para evitarle la “crueldad mental” de hacerlo en el sistema carcelario común cumpliría su condena en su casa en Arroyo Seco, en las proximidades de Rosario.
No vamos a profundizar aquí sobre algunas “perlitas” de este señor Gorosito quien manifestó ser el testaferro de don Julio Grondona (el fallecido ex Presidente de la AFA). En el lugar donde debe cumplir su condena construyó un complejo deportivo que incluye 7 canchas de fútbol y un Hotel que luego vendiera a Rosario Central.