En la oposición todavía hay quienes quieren diálogo

557

Clodovaldo Hernández |

En 2019, una vez que se diluyan las expectativas de un derrocamiento parlamentario del gobierno de Nicolás Maduro, los sectores moderados y sensatos de la oposición se verán ante el imperativo de reconocer al Gobierno y de, eventualmente, entrar en un proceso diálogo.

De momento, eso no se aprecia en el panorama porque, presionados por los estrategas externos, esos voceros opositores más sensatos tratan de no contradecir la estrategia apocalíptica del 10 de enero, aun a sabiendas de que carece de fuerza para imponerse más allá del ambiente mediático global y del efímero paisaje de las tendencias en redes sociales.Venezuela

Los que miran hacia el tiempo después de esas movidas teóricas magistrales saben que tras el fracaso del capítulo “Maduro ya no es presidente”, la oposición tendrá que volver a reconocerlo, tácita o expresamente y, si quieren tener alguna viabilidad política como sector aspirante al poder, tendrán incluso que dialogar con él, sentarse a negociar con su gobierno o con algún sector intermedio.

¿Cómo volver a dialogar luego de una acción tan irreversible? Sin duda es un gran reto para la habilidad política tanto del gobierno como de la oposición, aunque ya ambos bandos se han sentado a conversar luego de episodios aún más rupturistas, como los acontecidos en 2002 y 2003, con el golpe de Estado y el paro petrolero, y en 2017, luego de cuatro meses de violencia fratricida.

Los conocedores del ámbito de la negociación de conflictos dicen que una buena estrategia en situaciones como la que se presentará en 2019 es apelar a factores intermedios de buena voluntad o grupos escindidos de las tendencias principales.

Entre las opciones favorables al diálogo están el Grupo de Boston, que existe desde principios de siglo, pero que ha buscado reactivarse en los tiempos más recientes; una iniciativa nueva que ha comenzado a aflorar en el seno de la Unión Europea; y la posibilidad de que los sectores opositores se inclinen a conversar con factores revolucionarios que se han apartado de la línea ortodoxa partidista y gubernamental.
Grupo de Boston

Creado en 2002 (luego de los sucesos de abril) como grupo de amistad entre parlamentarios de Estados Unidos y Venezuela, el Grupo de Boston tenía el propósito de fomentar el diálogo en un ambiente que estuviera al menos parcialmente a salvo de la polarización exacerbada por el golpe de Estado fallido.

Aunque se supone que dejó de existir en 2006, luego de que la oposición se ausentara intencionalmente de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005, el Grupo de Boston ha sobrevivido. Es cierto que ha tenido largos períodos de latencia, pero en momentos clave ha resurgido como posible instancia de diálogo. Últimamente se encuentra en una de estas etapas de actividad, realizando reuniones no solo entre parlamentarios y exparlamentarios de los dos países, sino también encuentros con líderes nacionales de opinión.
Iniciativa de la UE

Las más recientes decisiones de la Unión Europea sobre Venezuela apuntan a una estrategia de control de daños posterior al previsible fracaso de la movida del 10 de enero.

En diciembre, los voceros de la UE se mostraron ambivalentes. Dijeron que sí, pero no. Insistieron en que el segundo mandato de Maduro tiene su origen en que llamaron unas elecciones injustas. Pero también asomaron la posibilidad de crear un Grupo de Contacto para propiciar el diálogo entre gobierno y oposición.

Los analistas del acontecer comunitario europeo adjudicaron esa especie de variante en el enfoque del tema venezolano a los gestos diplomáticos de alianza que han hecho con Venezuela: Rusia y Turquía, dos naciones cuyas líneas de política exterior gravitan de manera importante en toda la UE, por razones económicas y geopolíticas.Josep Borrell

El canciller español Josep Borrell, planteó que el grupo debe ser “compacto, coherente y lleno de buena voluntad y ganas de intentar facilitar esa aproximación”.

Los analistas atribuyen a altos funcionarios de la UE la idea de que gobiernos europeos y del continente americano, así como otros organismos internacionales hablen con el gobierno venezolano, con la oposición o con ambos.

La propuesta, aunque todavía muy difusa, va en contravía de la ruptura de relaciones diplomáticas que proponen los países del alicaído Grupo de Lima. Los europeos, especialmente aquellos que tienen grandes colonias en Venezuela (España, Italia, Portugal) o intereses empresariales importantes (Francia, Alemania, Reino Unido), saben que si la estrategia de desconocer a Maduro naufraga, lo que más les conviene es no haber destruido todos los puentes.

Hablar con los cuestionadores

Otra posibilidad para que germine el diálogo en 2019 es que se produzca un acercamiento entre los sectores no extremistas de la oposición y los dirigentes chavistas que han dado señales de deslinde, elevando su voz contra las deformaciones que experimenta la Revolución y que se expresan en fenómenos como la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo y las visiones revisionistas en el plano económico.

Jesús Puerta, articulista del portal Aporrea, lo ve así: “En las últimas semanas han aparecido indicios de algunos cambios en el ‘estado de ánimo’ del bloque en el poder. Se ha posicionado una suerte de ‘madurismo crítico’ (Escalona, Jaua, Rodríguez, Rangel, entre otros dirigentes medios), correspondiente a un creciente malestar de las bases organizadas en los CLAP y las UBCH partidarias, que ha puesto sobre la mesa, no sólo la crítica a la corrupción, la ineficiencia y la admisión de ‘graves errores’ (el peor, la tolerancia a la corrupción en los altos mandos, desde un momento muy temprano del período chavista), sino la nueva posibilidad de un acuerdo, al menos con un sector de la oposición”.

Señala este analista que las declaraciones de Jaua sobre la corrupción, las opiniones de Isaías Rodríguez y José Vicente Rangel cuestionando la efectividad de la Constituyente para atender a los problemas del país y el discurso de Julio Escalona en la propia ANC, recibido con vítores por las bases chavImagen relacionadaistas, son pruebas de la formación de un sector diferenciado.

A este sector podría corresponderle también el rol de interlocutor válido no solo con la oposición, sino también con sectores que estuvieron con el proceso revolucionario y que ya se alejaron o están en vías de hacerlo.

*Publicado en Supuesto Negado