En Argentina pasa la tormenta pero no el temor de volver al pasado

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Rubén Armendáriz|

El golpeado presidente argentino Alberto Fernández anunció los nuevos ministros de su gabinete, tras la caída del oficialismo en la internas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que puso en relieve una puja entre el mandatario y su mentora, la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, la gran electora.

Como lo sugiriera Cristina Fernández, el gobernador de Tucumán Juan Manzur asumirá como nuevo jefe de Gabinete en lugar de Santiago Cafiero, quien irá el Ministerio de Relaciones Exteriores en lugar de Felipe Solá. Se incorparan también Aníbal Fernández en Seguridad, Julián Domínguez en Ganadería, Jaime Perzyck en Educación y Daniel Filmus en Ciencia y Tcnología, todos ellos con anterior experiencia ministerial.Cambios en el gabinete nacional: quiénes son los nuevos ministros -  Chequeado

El presidente debió cancelar su viaje a México este fin de semana para participar en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la que su país asumiría la presidencia protémpore. Debió enfocarse en la difícil situación interna, que muestra más de 20 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, lo que requiere de soluciones drásticas

La lucha pública entre los políticos del gobierno produce confusión y temor en el pueblo llano. Lo que preocupa es la designación de ministros como el connotado represor Aníbal Fernández o un antiabortista como  Juan Manzur, mientras el cuestionado  Martín Guzmán se mantiene en Economía, dejando en claro que el Fondo Monetario Internacional seguirá conduciendo la política económica.

Los analistas hablan reiteradamente de una grieta entre neoliberales y peronistas, tesis que alimentan los medios hegemónicos, los partidos y las redes sociales En realidad, si bien pueden discrepar en temas como salario, seguridad, educación o salud,  no hay grandes desacuerdos entre ellos con las políticas y acuerdos con el FMI.

Pero la mayor parte del pueblo peronista forma hoy parte de otra grieta, la de los pobres, la del pueblo llano frente a los poderosos, que siguen creciendo y acumulando ganancias al calor de estos gobiernos. No es lo mismo pontificar “peronismo” o “progresismo” desde los barrios acomodado de la capital, que padecer las angustias y carencias extremas de las barriadas bonaerenses o del interior del país..

Desde la Casa Rosada se busca proyectar la idea de mensaje recibido (con el fracaso electoral), que seguramente tendrá que completarse con el anuncio de medidas en el plano de la economía. Los cambios no tocaron por ahora al polémico equipo económico que debiera diseñar esas medidas.

Lectura de los resultados

El resultado electoral pone en evidencia que la crisis existía y ella no estaba contenida en la “grieta” de la que tanto se habla, aqu parece más una trampa que oculta la influencia del FMI y los resultados socioeconómicos. Que amplios sectores no les creen, se demostró en la gran abstención electoral y el voto en blanco, o por el voto a la ultraderecha , incluso en barriadas humildes.

Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira. El electorado fue generoso con el gobierno: se quedó en su casa mirando la heladera vacía, pero no fue a votar por quienes se la saquearon durante el gobierno anterior.

El oficialista Frente de Todos perdió seis millones de votos respecto de las presidenciales de 2019 (6,9 millones ahora, 12,9 entonces), pero a la oposición también se le quedaron en el camino casi dos millones (de 10,8 millones en 2019, a 8,9 millones ahora). El electorado le dio la espalda al gobierno pero no reivindicó la gestión anterior

La abstención, el voto en blanco y la anulación deliberada del sufragio, le confirió a los distintos partidos marxistas y de la izquierda casi 1,4 millones, de votos, más del 6% del padrón, convirtiéndolos en la tercera fuerza.

El Frente de Todxs no logró instituir pilares alternativos de economía popular capaces de limitar las capacidades oligopólicas de los responsables de las marcaciones de precios. Sea por la pandemia o por falta de decisión, no logró diferenciarse de manera significativa –y explícita– de las consecuencias que dejó el desastre del anterior gobierno neoloiberal.

El gobierno no le brindó suficiente apoyo a los productores populares ni se diversificaron los espacios de comercialización capaces de circunscribir o limitar al supermercadismo en manos de grandes empresas, incluso trasnacionales. No se modificó la cadena que articula la producción y la distribución con el consumo, que permitiría pesificar los bienes básicos con la moneda nacional, superando la costumbre de dolarizar los beneficios de la comercialización de bienes básicos.

Lo cierto es que las grandes mayorías argentinas no dependen (en forma directa e inmediata) del dólar para su sobrevivencia, su alimentación o para el acceso a los servicios públicos, aunque la clase media y alta esté siempre pendiente de la brecha entre la cotización oficial y el cambio libre, de más del 80 por ciento.

Menos de lo mismo

Desde filas peronistas se advierte que realizar el proyecto de país votado en 2019 implica desdolarizar la economía y cambiar la matriz productiva, que hoy reproduce la restricción externa y el endeudamiento ilimitado. Es más, el Proyecto de Ley de Presupuesto 2022-“es menos de lo mismo”, según el economista Horacio Rovelli. La proyección oficial para este año es que el PIB va a crecer un 8%. El proyecto señala que solo es posible la estabilización mediante una recuperación de la actividad económica.

Pero la realidad es otra: El 42 % de los argentinos es pobre y, el Ministerio de Trabajo reconoce que de los casi 12 millones de trabajadores registrados, 2,5 millones  perciben una remuneración neta menor al valor de la Canasta Básica Total. O sea, trabajan y son pobres. ¿Cuál es la estabilidad, entonces? La realidad es de bajos salarios, precariedad laboral, pobreza y marginalidad

La situación exige una mayor intervención estatal y detraer recursos que inmoviliza el Banco Central como son las Letras de liquidez y los pases pasivos, para financiar proyectos y obras que generan trabajo y dinamicen la actividad económica.

Las posiciones están tomadas. De un lado, el presidente Alberto Fernández y los ministros Martín Guzmán, de Economía, y Matías Kulfas, de Desarrollo Productivo, defienden lo actuado en 2020 y este año como lo máximo posible sin alterar de una manera irrecuperable las vigas maestras macroeconómicas. Ambos ministros permanecen en sus cargos…por ahora.

En su carta del jueves, la vicepresidenta Cristina Fernández apuntó directamente contra la política de “ajuste fiscal equivocada” de Guzmán y cuantificó en 1 billón de pesos lo que todavía queda por ejecutar para alcanzar el déficit establecido en el Presupuesto 2021, calculado en el 4,5% del PBI. La vicepresidenta advirtió que hasta agosto, ese nivel estaba en el 2,1% y quedaba ese 2,4% pendiente de ejecución.

Roberto Feletti, exviceministro de Economía, calculó que “faltaron en la calle unos 250.000 millones de pesos” (unos 2.500 millones de dólares) para cambiar el humor social y ganar las PASO. “Fue exagerada la búsqueda del equilibrio” por parte de Guzmán, agregó.

La tormenta pasó con algunas remociones dentro del gabinete presidencial, aunque nadie cree que sus reemplazos cambien en algo las políticas implementadas hasta ahora. La crisis sigue en el oficialismo, pero también en la oposición, ambos copn problemas de liderazgo, falta de ideas y programas.

El temor a regresar al pasado cercano, hace surgir la demanda de unidad del actual gobierno, tanto de dirigentes como de cúpula. Habrá que esperar hasta el 14 de noviembre, cuando se realicen las elecciones legislativas de mitad de período.

* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)