En Argentina hay un importante éxodo…de ideas

Juan Guahán

Cada vez que una crisis sacude a la sociedad argentina, lo cual acontece a menudo, aparecen las discusiones sobre los argentinos que se van. Por cierto, no se trata de una discusión baladí, ya que en términos generales, la migración afecta a los individuos, sus familias y a la comunidad toda. Abandonar su tierra, dejar a sus afectos, son indicios de que su lugar en el mundo, no le resulta satisfactorio.

La sociedad, con cada una de esas salidas, también se debilita. Ello es más grave aún, cuando los que se van -cómo ocurre genéricamente en el caso argentino- son jóvenes con ciertos saberes ya adquiridos. Si es grave la fuga de capitales, mucho más aún lo es cuando el que se va es el capital más importante: el conocimiento.El riesgo de alentar el "éxodo" de argentinos | Crónica | Firme junto al pueblo

En estas semanas han tomado vuelo algunas manifestaciones del neoliberal expresidente Mauricio Macri y la actual Directora de Migraciones, Florencia Carignano.

Macri, como si fuera un inocente comentarista, dijo: “Me parte el alma el éxodo de los jóvenes argentinos que vemos todos los días. Se van frustrados por no poder desarrollar sus vidas acá mientras en otros países los esperan con empleo, estudio, vivienda, crédito y un futuro. Por eso no los cuestiono, entiendo sus razones”. Muy interesantes sus observaciones, pero es justo reconocer que son palabras de una persona que gobernó al país, en fecha reciente y durante cuatro años.

Carignano, actual funcionaria, le respondió que en el período 2016-2018 (gobierno de Macri) habrían migrado en promedio por día 50 argentinos, mientras que en el período 2020-2021 (gobierno de Alberto Fernández), habrían migrado sólo 18.

No es propósito de estas reflexiones cuestionar las consideraciones de Macri, ni pretender desmentir los datos proporcionados por Carignano. Menos aún entrar en los debates sobre la influencia de la pandemia.

Todo ello cede ante la importancia de utilizar esta confrontación para comprobar cómo son los mecanismos de pensamiento de nuestros funcionarios de distintos niveles. Como primera cuestión aparece el lugar común de “la culpa es del otro”, aquí bajo la forma de “lo tuyo fue o es peor”. Esta forma de pensar deja afuera, por principio, los aportes del otro.

Mirada la realidad con la mirada puesta en los tiempos de las coyunturas es posible que siempre aparezca una “grieta” que explique o justifique tal fractura. Pero cuando se observa la realidad con los ojos de tiempos más largos, la situación obliga a sacar otras conclusiones.

Otras perspectivas.

Han pasado casi 40 años, algo así como dos generaciones: fue en el año 1983, cuando Raúl Alfonsín, con la Constitución en la mano, recitaba el texto del Preámbulo de la misma y afirmaba -sin dejar lugar a dudas- que con la democracia “se come, se cura, se educa”

Esas dos generaciones han visto desfilar a gobiernos de diferentes signos y la inmensa mayoría de los argentinos pueden testimoniar acerca de una decadencia que no termina y cuyo punto final tampoco se puede observar. Pareciera que recurrentes, aunque sean diferentes, “grietas” absorben y ahogan la exaltación de pomposas declamaciones.Atribuir la culpa a otro es muy cómodo"

No reconocer los errores propios y echarle la culpa al otro constituyen una base de lo que nos viene aconteciendo. Ese mecanismo permitió llegar hasta aquí. Pero difícilmente nos dé instrumentos para resolver los graves problemas. Ese modo de encubrir los errores (las políticas contra el pueblo) han permitido que cansadas instituciones se alejen cada vez más de los intereses federales y necesidades de las mayorías populares.

La actual crisis he acelerado el proceso de descomposición

Hubo momentos donde pensábamos que “como Dios es argentino, con dos buenas cosechas nos salvábamos”. Después vendría “la primavera de los precios internacionales”, para nuestros granos, la que nos daba el paracaídas salvador. Pero ahora, cuando la falta de recursos se hace evidente, cuando no hay “platita” para repartir, queda a la vista el problema de una dirigencia siempre dispuesta a echarle la culpa a los otros.

Nuestra dirigencia, ni los Macri, ni los Carignano, ni Patricia Bullrich, ni Alberto Fernández, ni tantos otros, tienen voluntad de ir a fondo. El abismo o la grieta que los separa les parece suficiente para que las castas privilegiadas, en las que se inscriben, puedan seguir gobernando.

No se puede seguir perdiendo oportunidades, cargando sobre otros las responsabilidades propias. Ante la responsabilidad de encontrar las causas de los problemas, es menester buscar explicaciones, no justificaciones. El El 17 de octubre de 1945 según Raúl Scalabrini Ortiz: "Era el subsuelo de la patria sublevado" - Info Blanco Sobre Negrocamino no es sencillo, pero no quedan dudas que hay otras formas de gobernar, de organizarnos, de producir.

Sería bueno que se abran las puertas al aporte de las mayorías (vistas, pero no escuchadas) que han padecido los efectos de las políticas de estos últimos 40 años. Ese “subsuelo de la patria sublevado” como decía Raúl Scalabrini Ortiz, hoy –como pocas veces antes aconteció- espera el momento de hacer oír su voz.

Frente a todo lo dicho se puede afirmar, sin temor a errar, que es cierto que la Argentina tuvo y tiene un profundo y gigantesco éxodo. Si: ¡el éxodo de ideas!

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)