El vendaval arancelario contra la marcha de China
La alocada embestida arancelaria de Trump golpea a una China en ascenso irreversible.
Gustavo Ng
Como hemos afirmado en una nota anterior, por lo menos desde el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) en octubre de 2022, China parece haberse estado preparando estructuralmente para un ataque comercial de Estados Unidos, con una estrategia doble de fortalecimiento interior encaminado al autoabastecimiento en las áreas estratégicas y en la mayor cantidad de esferas nacionales, por un lado, y por otro, de robustecimiento especialmente de las asociaciones de países en que tiene mayor gravitación, de los lazos bilaterales con una cantidad importante de naciones y de las organizaciones globales tradicionales.

La tormenta comercial
Que el choque no se limite a los aranceles, no significa que este campo no sea explosivo. A un Trump más feroz que el de la primera administración, China responde con mayor contundencia, llevando sus aranceles hasta niveles que hacen inviable el comercio (a 34% a todos los productos estadounidenses, luego a 84% y a 125%).
También decidió controles de exportación sobre materiales críticos como tierras raras. China controla aproximadamente 90% del mercado global de tierras raras, y EE. UU. importa entre 80 y 90% de su suministro de China. Las tierras raras le son fundamentales para producir imanes de alto rendimiento utilizados en misiles, drones, semiconductores para radares y equipos de comunicación militar, sistemas de defensa de láseres de alta energía y motores de vehículos militares.
Más amplía el círculo de las restricciones añadiendo primero a High Point Aerotechnologies (dedicada a la tecnología de defensa), Universal Logistics Holding y otras 14 empresas estadounidenses a su lista de control de exportaciones, prohibiéndoles el envío de productos de uso doble, es decir, civil y militar, a las que luego sumó otras 12, entre las que están American Photonics y Novotech, Inc.
Uno de los argumentos del Gobierno chino es que algunas de estas empresas están involucradas en la “cooperación militar y técnica con Taiwán”, con lo que en el comercio aparecen ingredientes del orden de la seguridad y la soberanía nacional.
La seguridad del autoabastecimiento
Uno de los ejes establecidos por el XX Congreso del PCCh para el actual quinquenio es el de “Seguridad Nacional”, referido no sólo al plano militar, sino a garantizar el funcionamiento y el desarrollo de China frente a turbulencias externas como las que se viven hoy. Todo hace pensar que los líderes chinos preveían que Estados Unidos haría lo que está haciendo.

Entre los objetivos relacionados con la “Seguridad Nacional” está la reducción de la dependencia de factores externos hasta el nivel de autoabastecimiento, por lo menos en áreas clave como la tecnología, la economía y la seguridad alimentaria. La idea no surgió en el XX Congreso, sino que el congreso la puso en el centro de la escena como meta hasta 2027. En el orden tecnológico ya existía desde 2015 el plan Made in China 2025, con el objetivo de que el país domine internamente industrias tecnológicas clave. Así, ha aumentando la proporción de componentes nacionales en áreas estratégicas como la de los semiconductores del 40% en 2020 al 70% en 2025. También ha creado centros de innovación en ciudades como Hangzhou (e-commerce), Nanjing (startups de coches eléctricos) y Shenzhen (hardware). En 2020, China invirtió 2,5% de su PIB en investigación y desarrollo (contra 0,7% de EE. UU.) y para el fin de este año planea tener 40 centros nacionales de innovación tecnológica.
Por otro lado, China trabaja en la independencia agrícola ante riesgos de recesión global. Son 1.400 millones de personas: no se pueden quedar sin comida. El Ministerio de Agricultura busca aumentar la producción de granos en 50 millones de toneladas para 2030, a partir del récord de 700 millones de toneladas en 2024. Para esto, desarrolla nuevas variedades de soja, colza, trigo y maíz mediante biotecnología y edición genética. En 2023, aprobó por primera vez el cultivo comercial de maíz y soja genéticamente modificados, y para este año se espera que el 25% de las semillas de maíz y soja sean transgénicas, lo que reduciría la dependencia de importaciones de EE. UU. y Brasil, que el año pasado representaron el 80% de las importaciones de soja.
Por otro lado, el país viene implementado políticas para proteger sus tierras agrícolas, como la “línea roja” de 120 millones de hectáreas de tierra cultivable que no pueden destinarse a otros usos, mientras transforma terrenos salinos-alcalinos y áreas marginales en tierras productivas, con un objetivo de añadir 6,7 millones de hectáreas cultivables para 2030. También apuesta en técnicas para mejorar suelos y sistemas de riego eficiente, mientras invierte en alternativas proteicas, como carne cultivada en laboratorio y proteínas vegetales, para reducir la dependencia de importaciones de carne y forrajes.
El fortalecimiento de reservas y las mejoras en la logística alimentaria interna también recibe especial atención. En total, el objetivo es reducir para 2030 20% las importaciones de alimentos respecto de 2024, cuando ingresaron 160 millones de toneladas.
El “camino del medio” y el arma del sacrificio
El concepto del “camino del medio” (zhong yong, 中庸) es fundamental en el pensamiento de Confucio. Se refiere a la idea de mantener el equilibrio, la moderación y la armonía en las acciones, pensamientos y emociones, evitando los extremos. Es la antinomia perfecta del American Way of Live en el que una policía en la película The Heat, en medio de una persecución grita: “¡Necesito mi café de Dunkin’ Donuts o no puedo funcionar!” y amenaza con dispararle a alguien si no lo consigue. “Los estadounidenses van a la guerra si les quitan sus comodidades”, ha dicho el escritor Camilo Sánchez, so pena de un colapso emocional violento.

Los chinos están lejos de haber naturalizado el acceso a bienes y servicios como un derecho inalienable —la lata de cerveza, el aire acondicionado, la libertad, Son embargo, las mejoras en la calidad de vida de los sectores medios urbanos en un país que creció cerca de 30 años a un ritmo de 10% anual, la aparición de una multitud de millonarios del tamaño de toda la población de Argentina (imaginar que cada argentino es millonario) y en donde la ley del hijo único produjo generaciones de “príncipes”, han imprimido en la sociedad china la ilusión de un progreso sin límites.
En los últimos años, analistas occidentales profetizan el colapso de la economía de China señalando como indicador las dificultades de los graduados universitarios para conseguir los puestos de trabajo a los que aspiran, así como unas perspectivas de prosperidad económica mucho más modestas que las de sus padres.
Ciertamente, la pandemia de Covid-19 golpeó duramente a la economía China, pero el giro hacia la moderación marcada por el “camino del medio” había sido decidida desde antes de la asunción del actual presidente Xi Jinping. La milenaria China supo que tres décadas de un crecimiento descomunal la estaban lanzando a una aceleración que no podría controlar. Era necesario evitar el extremo. El XX Congreso habló de la “prosperidad común” para empezar a nivelar una sociedad en la que había muchos millonarios y muchos más millones de pobres. Y seis años antes se había lanzado un vector para aplacar aquel desarrollo que se encaminada a la precipitación.
En efecto, en 2014, en un discurso en Henan, Xi Jinping comenzó a hablar de la “Nueva Normalidad” (xīn chángtài, (新常态), para referirse a un crecimiento económico más lento pero más sostenible, para enfrentar los problemas que creaba el exceso de capacidad industrial, la dependencia de las exportaciones, el endeudamiento local, la desigualdad social y la contaminación ambiental. Xi sostuvo que su Gobierno pondría proa a un crecimiento más moderado, una transición hacia una economía impulsada por la innovación y el consumo interno, y una mayor apertura al mundo. El concepto se consolidó como una guía para el XIII Plan Quinquenal (2016-2020) y los planes posteriores, marcando un punto de inflexión en la estrategia económica de China.
Además de un crecimiento de mayor calidad, más sólido y más lento, la “Nueva Normalidad” anunciaba que comenzaba la época en que se convocaría a los chinos, nuevamente, a hacer uso de su capacidad de sacrificio. Los nuevos ricos, los “príncipes”, los burgueses renacidos habrán de crisparse, pero el Gobierno del PCCh confía en que el Pueblo controlará su codicia y sus berrinches.
La capacidad de sacrificio de una sociedad que ha sabido perdurar durante miles de años es un arma poderosa para enfrentar a una superpotencia como los Estados Unidos, determinada a someterla, o por lo menos a golpearla y detener su avance.
Fortalecimiento de asociaciones
La compleja maquinaria para producir el gigantesco recaudo de autoabastecerse no es indicativo de que China busque aislarse. Civilización que ha comprendido que las disyuntivas son sinónimo de torpeza, especialmente ante la sabiduría de armonizar todas las fuerzas que existen, inclusive (o especialmente) las opuestas, China desarrolla tanto la estrategia de garantizar el funcionamiento del país en caso de que quede absolutamente aislado, es decir, no depender de nadie, como la de mejorar los lazos con otras naciones. De un modo dinámico, podría pensarse que la posibilidad del autosustento es el as en la manga que tiene para negociar con todo el mundo.

En ese mundo en que Estados Unidos es el jugador principal, China ha ido tejiendo relaciones bilaterales y asociaciones por iniciativa propia, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), así como se ha incorporado a asociaciones en las que tiene una gravitación decisiva —BRICS, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y otros—, asociaciones que apoya con determinación —la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) y el Foro de Cooperación China-África (FOCAC)— y organizaciones tradicionales —la ONU, la Organización Mundial de Comercio (OMC), la Organización Mundial de la Salud (OMS), etc.
Por supuesto, en este plano tampoco China esperó a que en Estados Unidos surgiera un Trump para empezar a actuar.
Con sus vecinos de la ASEAN está negociando la actualización de su Tratado de Libre Comercio (que incluye disposiciones para la integración de infraestructuras digitales y sistemas de pago electrónicos), así como una línea de comunicación de emergencia para prevenir conflictos en el Mar de China Meridional.
El 11 de abril China recibió en Tianjin la Conferencia sobre Cooperación Industrial para el Desarrollo Sostenible China-OCS, en la que participaron también Rusia, India, Pakistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, para firmar acuerdos de cooperación por unos 670 millones de dólares.
Aunque se mantuvo firme contra la guerra de Ucrania, China no castigó a Rusia como hicieron los países centrales de Occidente. Desde 2022, las exportaciones rusas a China, como petróleo, gas, carbón y productos alimenticios han crecido significativamente.
La presión arancelaria sobre China puede reforzar su alianza con Rusia, que representa un mercado alternativo. Este mes los cancilleres Wang Yi y Serguéi Lavrov, firmaron nuevos acuerdos de cooperación en comercio, energía y tecnología, y Putin invitó a Xi Jinping a Moscú para conmemorar el aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
El crecimiento del comercio bilateral (240.000 millones de dólares el año pasado) ha disminuido la dependencia del dólar. China pagó alrededor del 34% de las importaciones rusas con yuanes, cuando se ha consolidado como principal comprador de hidrocarburos rusos. Los dos países trabajan en una mayor cooperación militar, incluyendo múltiples ejercicios militares conjuntos y tienen planes para construir unidos una Ruta de la Seda Ártica —que incluiría Groenlandia.
Rusia y China juegan asociados en los BRICS, que se reunirá en julio en Brasil y tendrá a China enfatizando la importancia del grupo para promover un mundo multipolar y la necesidad de una mayor representación de los países del Sur en la gobernanza global. China ha estado empujando iniciativas para reducir la dependencia del dólar, como el sistema de pagos BRICS Pay, presentado el año pasado en la cumbre de Kazán como alternativa al SWIFT, y viene fomentando el uso de monedas locales en el comercio intra-BRICS y el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB).

China ha utilizado la BRI para profundizar sus lazos con los países árabes, principales receptores de inversiones de la iniciativa (39 mil millones de dólares el año pasado). Con Arabia Saudita lleva adelante Visión 2030 para desarrollar infraestructura, energía limpia y tecnología digital. El escenario está listo para un mayor uso del yuan en comercio y finanzas.
También presionará China por el reemplazo del dólar en el comercio al interior de la Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), como quedó evidenciado en las reuniones que mantuvo Xi Jinping en Vietnam, Malasia y Camboya del 14 al 18 de abril.
Es apresurado y simplista concebir que China aprovecha los espacios que abandona EE.UU. con los superaranceles de Trump. Sería más interesante comprender cómo la política exterior estadounidense es capitalizada por China para solidificar e incrementar los esquemas que ha venido construyendo con casi todo el planeta hasta ubicarse como primer o segundo socio comercial de una cantidad impresionante de economías nacionales y regionales.
Trump le sube los aranceles a un continente africano al que China le ha eliminado tarifas a todos los productos de sus 33 países menos desarrollados. Así, El comercio entre China y África alcanzó los 295 mil millones de dólares el año pasado, cuatro veces más que el comercio entre Estados Unidos y África. Por 15 años consecutivos, China es el mayor socio comercial del continente.

África es una prueba irrebatible de que las imbricaciones que establece China no son meramente comerciales, sino parte de un plan mayúsculo y global. China va camino a configurar una nueva globalidad, basada en su “doble circulación”, básicamente el engarce de los mercados externo con el mercado interno, para lo cual ensambla una nueva ingeniería de las cadenas de valor y de abastecimiento —y cadenas de logística, cadenas de conocimiento, cadenas de finanzas, cadenas de sostenibilidad, cadenas digitales y otras. China parece estar rediseñando un mundo hecho de cadenas utilizando cada gramo de su poder y echando mano a su capacidad mayor, la que ha creado las épocas de esplendor en sus dinastías y ha generado transformaciones revolucionarias en todo el mundo: su inventiva tecnológica. Esa es la piedra angular de la amenaza a la primacía del Imperio Americano, que pareciera no poder competir con otras armas que intentar ponerle palos en la rueda a su contrincante.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen conversó con el primer ministro chino Li Qiang para pedirle que China evite desvíos comerciales hacia Europa derivados de los aranceles de Trump. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez ha candidateado estos días a España como aliado estratégico de China dentro de la UE y China explora acuerdos con países europeos fuera del bloque, como los miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), que incluye a Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.
China anunció el 1 de abril que compraría millones de dólares en productos de India, lo que podría indicar no sólo un movimiento hacia una propuesta de alianza estratégica para enfrentar conjuntamente los aranceles de Trump, sino una transformación de las tensiones bilaterales.
El 30 de marzo China celebró con Japón y Corea del Sur su primer diálogo económico trilateral en cinco años, en el que los ministros de comercio de los tres países hablaron de un acuerdo de libre comercio.
China mandó una misión a la reunión de este mes de la CELAC. Debe aplicar una táctica de paciencia estratégica para tratar con nuestra región, pero antes de que se cumplieran los 10 días de la asunción de Trump inauguró en Perú el puerto de Chancay, destinado a remodelar la logística de la cuenca del Pacífico americano y ante el embate de Blackrock para arrebatarle la administración de los puertos del Canal de Panamá a la hongkonesa CK Hutchison, China anunció que revisará la legalidad de la operación.
Steve Tsang, director del Instituto de China en la Universidad Soas de Londres, estima que China “ha desarrollado una estrategia global basada en el pensamiento de Xi Jinping. Su objetivo es hacer realidad el sueño chino de revitalización nacional para 2049, el centenario de la fundación de la República Popular”, y concluye: “Trump ha hecho más factible el sueño de Xi”.
La hora del patriotismo
Donald Trump causó en su primera presidencia una ola de despecho entre una cantidad masiva de chinos que miraban a los Estados Unidos como un amigo al que admiraban. Entonces, Xi Jinping recordó que China había vivido un siglo de humillación entre el siglo XIX y el XX y que en este momento está en pleno rejuvenecimiento. No necesita el Gobierno del PCCh hacer un esfuerzo descomunal por encender el patriotismo en la sociedad china. Siendo ateos la gran mayoría de los chinos, la Patria ocupa un lugar trascendental. Los héroes y los ancestros se mezclan en la misma veneración y el mismo orgullo.

Después de la lluvia continua de agresiones de Trump desde la campaña presidencial de 2016, incluyendo la calificación de “estafadores”, “ladrones”, “enemigos” y el “virus chino”, ante el hostigamiento con un vendaval de aranceles, Gobierno y chinos de la calle desenvainan su patriotismo. Surge el impulso de unirse en una resistencia nacional frente a una agresión económica extranjera a la soberanía y el desarrollo de China. Trump aparece como un “camorrero económico” que intenta frenar el ascenso de una China que trata de recuperar su grandeza en paz.
Los líderes dicen: “China no se doblegará” o “pelearemos hasta el final”, empresas como Huawei o ZTE se ensalzan como héroes nacionales y se alienta a comprar sus productos en lugar de alternativas extranjeras.
Plataformas como Douyin y Taobao lanzan campañas con hashtags como #ApoyaLoNacional para promover marcas locales, los medios estatales atacan marcas estadounidenses como Tesla, Nike o Coca-Cola y los líderes de opinión clave (KOLs) en las redes sociales publican contenidos como los cortos que muestran a gordos norteamericanos torpes y lentos que dan pena como operarios en fábricas venidas a menos.
Un influencer les dice, atrevido, a los estadounidenses en un video de TikTok: “ustedes no necesitan un arancel, necesitan una revolución. Por décadas su gobierno y sus oligarcas llevaron sus puestos de trabajo a China. No fue ni por diplomacia, ni por buscar la paz, sino para explotar mano de obra barata. En ese proceso, ellos abandonaron a su clase media. Destruyeron su clase trabajadora mientras hipotecaron su futuro para quedarse con ganancias. Y sí, China ganó dinero, pero nosotros lo usamos para construir caminos, sacar a millones de la pobreza, financiar el seguro de salud y aumentar los estándares de vida. Nosotros invertimos en nuestra gente. Mi propia familia se benefició. Pero ¿que hicieron los oligarcas de ustedes? Se compraron yates, aviones privados y mansiones con canchas de golf. Manipularon mercados, evadieron impuestos y derrocharon millones en guerras eternas. Y ustedes se quedaron con los sueldos estancados, costos de viviendas cada vez más altos, dopamina barata, deudas y una bandera hecha en China. Durante 40 años tanto Estados Unidos como China se beneficiaron del comercio y de la manufactura, pero sólo uno de nosotros usó esa riqueza para construir. Eso no es culpa de China, es culpa de ustedes. Ustedes dejaron que esto suceda. Ustedes dejaron que los llenen de mentiras mientras ellos los hicieron gordos, pobres y adictos. Ahora le echan la culpa a China por el desastre que ellos crearon. No creo que ustedes necesiten otro arancel. Necesitan despertar. Necesitan recuperar su país”.
El influencer es un jovencito. No es un chico que nunca salió de su aldea, es un universitario que conoce bien la mentalidad occidental. Le está respondiendo a Trump con patriotismo, en una pausa en la marcha de su generación hacia gobernar el país cuando se cumplan 100 años de la revolución socialista.