El TIAR sobre el tapete
GUSTAVO ROBREÑO| El anuncio que acaba de hacer el gobierno uruguayo indicando que “sugerirá revisar el sistema interamericano de defensa y la vigencia de instrumentos como la Junta Interamericana de Defensa y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)” ha puesto sobre el tapete definitivamente un tema urticante para América Latina y el Caribe, agudizado a partir de 1982 cuando la Guerra de las Malvinas, alineó a Estados Unidos junto a su aliado global Gran Bretaña.
Según las autoridades uruguayas que formularon la declaración en medio de una reunión de viceministros de defensa de América, en Montevideo, todos esos mecanismos “son organismos propios de una época que datan de la Guerra Fría, en un contexto donde no existen las condiciones de aquélla época; es bueno preguntarse la vigencia de esas organizaciones que incluso fracasaron cuando fue necesario requerir su apoyo y llevarlas a la práctica”.
De este modo, regresan al primer plano de la actualidad el ominoso y aún inexplicablemente vigente TIAR y sus mecanismos auxiliares, que incluye aún a la denominada Escuela de las Américas -incubadora reconocida de los más sanguinarios dictadores latinoamericanos-, y actúa como especie de garante jurídico de las relaciones militares de Estados Unidos con los países de la región, bajo el manto de un acuerdo global.
La declaración uruguaya recuerda justamente que fue el propio gobierno estadounidense de Ronald Reagan el que pateó brutalmente y echó al basurero de la historia a este Tratado interamericano, que lo obligaba junto a los demás firmantes a pronunciarse en defensa de Argentina frente a la agresión extracontinental de Gran Bretaña.
Resultó que el TIAR, por ironías de la historia, fue concebido e impuesto por Estados Unidos para hacer frente a una supuesta agresión soviética contra el hemisferio, y se veía en 1982 en la necesidad de ser aplicado contra una real agresión británica, la cual echaba por tierra todos los cálculos de Washington.
Desde entonces se hizo aún más evidente la inutilidad y el doble rasero del Tratado de 1947, que Estados Unidos implantó a los gobiernos latinoamericanos de aquélla época, tanto servidores civiles como dictaduras militares, con el fin de garantizar relaciones militares más estrechas y fluidas dentro del entonces “patio trasero” y bajo la égida del Comando Sur, vigilante desde la Zona del Canal de Panamá.
Sin embargo, más de medio siglo después, América Latina y el Caribe viven un cambio de época donde se hace cada vez más evidente el anacronismo del TIAR y sus pretensiones de sujeción y dominio de las instituciones militares por parte del Pentágono.
La Unión de Naciones del Sur (UNASUR), por ejemplo, ha creado ya su propio Consejo de Defensa que, según expresa esta declaración uruguaya, “tienen posiciones ya trabajadas en común” y vienen reuniéndose periódicamente para trazar doctrinas y conceptos de defensa que les corresponden a los países del Sur, sin el tutelaje de Estados Unidos.
El ultrajante tema del TIAR, una figura jurídica de claro corte imperial expresiva de la Doctrina Monroe y sus secuelas de la guerra fría, sale necesariamente a flote en una nueva época americana donde prevalecen los aires de una segunda independencia.
Será necesario seguir de cerca el desarrollo de esta iniciativa del gobierno uruguayo, país que será sede en octubre de la X Conferencia de Ministros de Defensa de América, un escenario bien válido para la discusión del tema.
*Historiador y periodista cubano, ex Director de Prensa Latina