El Sudamericano Sub 20 en Venezuela y la prensa canalla
Marcos Salgado
Culminó el Sudamericano Sub 20 de la CONMEBOL en Venezuela. La crónica deportiva dirá que lo ganó un Brasil recuperado de la goleada histórica inicial que Argentina le propinó en la primera fecha de la fase inicial. También dirá que la albiceleste quedó segunda.
Paraguay y Colombia, que quedó tercera, completan los cuatro clasificados al mundial de la categoría, que se disputará en setiembre en Chile. A esta altura, cuando las luces del Estadio Olímpico General José Antonio Anzoátegui, en Puerto La Cruz, coqueto escenario de la última fecha del hexagonal final, ya se apagaron, vale la pena recordar qué se decía inmediatamente antes de este torneo, el primero del fútbol sudamericano en 2025.
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Vale recordar, antes, que Venezuela asumió la organización del certamen a último momento, cuando CONMEBOL decidió quitar la sede a la Federación Peruana de Fútbol, por un escándalo de corrupción en esa organización.
Se jugaron 35 partidos en dos fases. La primera, en Cabudare, en el estadio Metropolitano de Lara, uno de los más grandes de Venezuela y en Valencia, estado Carabobo, en el Polideportivo Misael Delgado. Por la segunda fase se jugaron cuatro fechas en Caracas, en el Estadio Brígido Iriarte y en el Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, además de la última jornada, el pasado domingo, en Anzoátegui.
Todo sin ningún incidente, aunque se reportó un hospitalizado: Alexander Woiski, joven promesa de la selección argentina. Pasó una noche en un centro médico de Caracas en observación, para descartar problemas mayores por un traumatismo abdominal severo tras una descalificadora falta de Igor Serrote, lateral derecho de Brasil.
Mientras tanto, en las tribunas, en las calles y en los hoteles de las delegaciones, todo normal.
Canalladas
En la previa, la prensa canalla dio un amable espacio a los que intentaron anotarse una victoria política y evitar (o al menos ensuciar) la realización del torneo en Venezuela. La ubicua ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, encabezó el bochornoso corso, sugiriendo que el presidente venezolano Nicolás Maduro podía “secuestrar” a jugadores de Argentina.
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Esto en el marco de la disputa entre los dos gobiernos por la detención del gendarme argentino Nahuel Gallo, acusado en Venezuela de ser un enviado de la ministra para sondear una operación de extracción de los cinco integrantes de la agrupación de ultraderecha Vente Venezuela asilados en la residencia de la embajada argentina en Caracas.
También en Uruguay, en el gobierno del saliente Lacalle, se anotaron algunos saboteadores. Sin embargo, por alguna razón que aquí desconocemos, la monserga terminó justo antes del inicio del torneo, el 23 de enero, cuando con una coordinación digna de mejores causas, la prensa canalla pasó a dedicarse sólo a los devenires futbolísticos.
Nadie retrató, ni de pasada ni lateralmente, a los cientos de venezolanas y venezolanos que llegaron a los estadios a disfrutar. No hay foto, por ejemplo, de los niños y niñas de la urbanización El Paraíso, en Caracas, que incansables tomaban partido por uno u otro equipo en los partidos decisivos. Una fiesta que crecía en gritos cada vez que la pelota se acercaba peligrosa a los arcos. El fútbol mismo.
Balance
Cuando se apagaron las luces del Estadio Olímpico General José Antonio Anzoátegui, en Puerto La Cruz, ya casi en el amanecer del lunes, el fútbol venezolano se anotaba un triunfo, de esos que no se miden con tres puntos en la tabla de posiciones. Tampoco se miden en el desempeño de la selección local, amargamente afuera de la fase final por muy poco.
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También se anotó un triunfo el gobierno venezolano, claro que sí. El fútbol siempre está cerca de la política en América del Sur. Ejemplos sobran. La vigencia diaria del deporte más popular de millones y millones es un escenario tentador para las operaciones políticas, los golpes de efecto y para la prensa canalla. Será por eso que la seguridad destacó durante todo el torneo. La presencia de la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional fue ostensible.
El balance es positivo. El fútbol venezolano dejó claro que tiene músculo para organizar un torneo internacional en cinco estadios y en tiempo récord. Algo de lo que no se pueden vanagloriar la mayoría de los países del subcontinente. “Unidos por el futuro, Venezuela está lista para recibirlos siempre”, decía el mensaje escrito por centenares de drones en el cielo de Puerto La Cruz antes del último partido del Sudamericano Sub 20. Otra foto que no salió en la prensa canalla.