El software de la TV interactiva: La guerra por el control del control
MARIANO BLEJMAN| ¿En qué se diferencia el Ginga argentino del brasileño? El argentino apuesta al software libre para manejar los decodificadores para la televisión digital, mientras que el otra usa componentes cerrados. Obviamente, O’Globo, Oracle y Totvs, en busca del monopolio.
El ginga es un movimiento básico de la capoeira, danza brasileña, que pretende engañar al adversario, induciendo un ataque y dándole al capoeirista la posibilidad de contraatacar con eficiencia. Es así: Argentina y Brasil estén haciendo sus propios movimiento de ginga por el control del software que maneja los decodificadores para la televisión digital. El software de Ginga.ar ya está instalado en el millón de decodificadores que entregó el gobierno argentino y está a punto de ser adoptado por Venezuela y otros países de la región. El controlador Ginga –técnicamente un middelware– permite a la televisión comportarse de forma interactiva y “conversar” con Internet. Sin Ginga, la televisión digital es meramente receptora de señal.
Pero no pelean sólo por ganar el combate –por ver quién baila mejor–, sino que se enfrentan dos modelos culturales. El argentino, impulsado por el Ministerio de Planificación, fue desarrollado como software libre, mientras que la versión a la que apuesta la industria brasileña con O’Globo y Totvs a la cabeza utiliza un componente de Java, software cerrado propiedad de Oracle. ¿Y qué importa? Importa. ¿Puede una sola empresa arrogarse el derecho de manejar lo que ocurre entre el televisor e Internet? Bueno, como poder, puede. Las técnicas monopólicas inundan el mercado del software desde comienzos de los años ’90. “Pero además de cuestiones ideológicas por las cuales Ginga debe ser software libre, es que tiene que ir evolucionando y las empresas de software o de medios tienen que entenderse con ella. Tienen que ser capaces de mejorarla y utilizarla, eso con un producto cerrado es bastante más complejo. Quisimos plantar un umbral de tecnología. Sentamos una plataforma tecnológica mínima encima de la cual se puede crecer. La mejor forma para que eso pase es que sea software libre”, cuenta Gabriel Baum al frente del laboratorio Lifia de la Universidad Nacional de La Plata y al mando del Ginga.ar.
¿Y qué pasaría si ese software no fuera libre?, se le pregunta a Baum. “Si no lo fuera, se generarían monopolios inevitablemente. Si la interactividad pasa a ser algo rentable en televisión, quien domine la tecnología va a poner las condiciones de mercado para decidir qué se hace y qué no se hace. Como en todo nacimiento tecnológico, alguien se adueña de la tecnología y marca el ritmo. Podría apropiarse el Estado pero no tiene sentido. Esto va a ser parte de la comunicación y no es menor que se quiera imponer un monopolio en términos de tecnología para la comunicación”, responde Baum, amagando con la cabeza como quien baila capoeira.
Las empresas brasileñas en tándem salieron a criticar la decisión del gobierno argentino de licitar equipos bajo la norma Ginga-NCL desarrollada en los laboratorios Lifia y TeleMídia (PUC/Rio, Brasil), donde surgió originalmente el proyecto. La apuesta fuerte de O’Globo, que maneja el 75 por ciento del negocio de la televisión, es por controlar el dispositivo regionalmente para ser un competidor global: con el campeonato mundial y las Olimpíadas en puerta, Brasil estará en el centro de la escena mediática. Eso llevó a Gabriel Baum del Lifia y a Luis Fernando Gomes Soares de Telemidia a realizar una declaración conjunta para desmentir que Ginga.ar se estuviera “saliendo de la norma”, como declararon directivos de Totvs en foros internacionales.
Del lado del Ginga.ar se espera que una próxima camada de netbooks del programa Conectar Igualdad sea distribuida con receptores de televisión digital. El gobierno venezolano está a punto de implementarla, ya que por ley no pueden usar software privado. Chávez comprará 300 mil conversores digitales y trece estaciones de televisión digital de Argentina por un monto de 51 millones de dólares, llegando inicialmente al 25 por ciento de la población. También se llevarán contenidos digitales del Bacua (Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino) y está por definirse, según Baum, el desarrollo de una o dos aplicaciones Ginga específicas sobre temas de gobierno electrónico. El acuerdo terminó de cerrarse en el megaencuentro Patria Grande Conectada, desarrollado en Tecnópolis la semana pasada. También Ecuador, Uruguay y Chile han demostrado interés en la versión argentina y los desarrollos locales siguen avanzando. Además de La Plata, también están involucrados laboratorios tecnológicos de Bahía Blanca, Tandil, UTN, San Martín, UBA, 3 de Febrero y Río Cuarto, entre otras.
GingaJ, la versión desarrollada en Java, le permite a Oracle cobrar por licencias, “pero eso no es lo peor”, dice Baum. “En Brasil, después de hacer varias investigaciones académicas, descubrieron que las condiciones que impone Oracle para el GingaJ son realmente leoninas. Cualquiera que haga desarrollos sobre GingaJ va a tener que entregarle el código a Oracle antes de incorporarlo. Gente de Paraíba que había desarrollado aplicaciones para GingaJ se echaron para atrás porque empezaron a ver que la letra chica los convertía en dependientes”, cuenta Baum. La jugada de Topvs, gigante del software brasileño, es competir mundialmente contra los grandes jugadores como GoogleTV o AppleTV y apuestan a la comunidad de desarrolladores de Java unas 140 mil personas en todo el mundo. Pero la alianza de Oracle, O’Globo y Topvs está apoyada también por la industria electrónica brasileña, que comenzó a apostar por su propio GingaJ con el riesgo de no poder exportar sus aparatos electrónicos hacia el resto de América latina. Otro pasito de capoeira.