El poder militar colombiano
Eleazar Díaz Rangel|
El 30 de abril de 1999, siendo ministro de la Defensa del gobierno de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos dictó la conferencia El futuro de las Fuerzas Armadas, donde hizo este resumen de su poderío militar: “Pasamos de trescientos trece mil hombres a cuatrocientos treinta mil en el año 2008, un incremento de 40%”.
“Se han comprado, entre otros equipos, 44 helicópteros, 52 aviones y 502 automotores de todo tipo para darle movilidad, efectividad de reacción y capacidad de reacción a nuestra fuerza pública.
También compramos 161 unidades navales y fluviales como lanchas patrulleras y botes de apoyo fluvial y de combate, e iniciamos la repotenciación de cuatro fragatas y 3 submarinos…” Que, se supone, no habrá terminado. En esos años, por vía del Plan Colombia, ese país se convirtió en el quinto en el mundo en recibir mayor ayuda militar de Estados Unidos, solo superado por Israel, Egipto, Corea del Sur e Irak. Simultáneamente, facilitó seis de sus bases militares para que fueran asiento de unidades de EEUU, y les cedió la base de Palanquero, la más próxima a Venezuela, que tiene capacidad para llegar hasta el sur de América del Sur.
Otro aspecto de gran importancia es su afiliación a la Otan. En La alianza militar de Colombia con la Otan: impacto para la seguridad y defensa integral de Venezuela y la región, del abogado Ignacio Ramírez Romero, expone lo que significa esa membresía para cumplir sus compromisos con ese organismo de guerra. Santos defendió su decisión: “Colombia tiene de-
recho a pensar en grande”, y que él buscaría ya no solo ser los mejores de la región, sino
del mundo entero, e incluso advirtió que “si lograban la paz con el aval de los anfitriones (Noruega y Venezuela) nuestro Ejército estará en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional…”.Con su pensamiento, posiblemente, puesto en Venezuela.
Logrados los acuerdos de paz en La Habana, el Ejército colombiano quedó liberado de su enfrentamiento con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc-EP) y eventualmente, con las del Ejército de Liberación Nacional. Para movilizar sus tropas y tanques ya no tiene que pensar en los ejércitos guerrilleros. Y en efecto, su viceministro de Defensa declaró hace dos semanas que habían ordenado grandes movilizaciones hacia la frontera con Venezuela.
Y las recientes acciones de tropas en la frontera en la zona de la Guajira provocó la respuesta de nuestra Cancillería como una provocación.
Difundida en 2009 la magnitud del poder militar colombiano, es pertinente la pregunta de cuál habrá sido su crecimiento en estos ocho años, y cuál será en los próximos para “distinguirse también a nivel internacional”.
No ha sido nada casual que senadores en Washington le ofrecieron al presidente Santos su cooperación para conseguir ayuda militar para enfrentar la amenaza venezolana, y, sin ninguna duda, en la larga entrevista con el presidente de EEUU, el mismo Trump anunció
que había conversado para “ayudar a Venezuela”.
No trascendieron conclusiones, pero no hay que dudar que una de ellas fue estudiar la posibilidad de una intervención militar multilateral, y sobre esa asistencia militar a Colombia. ■