El plan de Trump para vaciar Gaza pone en jaque la existencia del estado palestino
Trump apuesta por la limpieza étnica y la erradicación de los palestinos de Gaza, en abierto respaldo de Netanyahu y los extremistas judíos partidarios de un Gran Israel.
Las máscaras han caído ya. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha desvelado su pacto en las sombras con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para que éste diera luz verde al actual alto el fuego en Gaza tras haber rechazado antes dos veces una propuesta similar del antecesor de Trump en la Casa Blanca, Joe Biden.
No es la treintena de rehenes israelíes que quedan vivos en manos de Hamás la prioridad de esta tregua. El plan expuesto por Biden a un grupo de periodistas a bordo del avión presidencial Air Force One antepone la erradicación del pueblo palestino de la Franja y su traslado a territorios habilitados en Egipto y Jordania.
El pacto contempla la expulsión de su tierra de al menos 1,5 de los 2,3 millones de gazatíes, según el número señalado por Trump. Si a esta condena de una Gaza palestina se añaden las atrocidades que está cometiendo Israel en Cisjordania y el Líbano, cuya ocupación se prolonga pese a la tregua en vigor, está muy clara la actual apuesta de Trump en Oriente Medio: Israel en el papel de guardián de la región, con el apoyo político y las armas que le suministra Washington.
Más bombas estadounidenses para terminar de arrasar Gaza
Armas que Trump se ha encargado ya de garantizar tras desbloquear el envío a Israel de un cargamento de 1.800 bombas MK-84, de 900 kilos de explosivos cada una, capaces de abrir cráteres de once metros de profundidad y quince de diámetro.
Israel dispondrá de estas bombas para seguir destruyendo Gaza si Netanyahu, una vez más, acaba dinamitando la tregua que entró en vigor el pasado 15 de enero entre Israel y Hamás, y que ha permitido liberar ya a siete rehenes israelíes cautivos a cambio de 290 palestinos, muchos de ellos mujeres y niños presos en cárceles israelíes. Quedarían poco más de medio centenar de rehenes israelíes vivos en manos de Hamás.
Según avanzan los días y después de que el ejército israelí obstaculizara en el corredor de Netzarim la vuelta a sus destruidos hogares en el norte de la Franja a decenas de miles de gazatíes, contraviniendo la propia tregua, crece el temor de que tras la primera fase de 42 días de este alto el fuego, la guerra retome su curso si cabe con más fuerza.
Israel finalmente ha permitido a decenas de miles de palestinos dirigirse desde los campamentos de desplazados del centro y sur de la Franja hacia el norte, la zona más devastada por sus bombas y donde les espera el horror de ciudades convertidas en escombros y repletas de cadáveres enterrados. Las autoridades gazatíes piden 135.000 tiendas de campaña urgentemente, pues allí en Gaza capital y las localidades de Yabalia, Beit Lahia y Beit Hanoun no quedan edificios en pie.
La expulsión de los palestinos execraría la política exterior de EEUU
Biden ya mostró todo su apoyo a Israel, con muy contadas muestras de desaprobación al genocidio palestino, como ese bloqueo de las citadas bombas ya usadas profusamente en la destrucción de Gaza. Pero, al menos públicamente, el antecesor de Trump se oponía a la expulsión de los palestinos de la Franja y a la ocupación de ésta por colonos israelíes.
Este sábado, Trump dio la vuelta a esta política. A bordo del Air Force One, comentó a la prensa que había hablado con el rey jordano, Abdalá II, sobre ese traslado de palestinos de Gaza a países vecinos, como la propia Jordania o Egipto. En Jordania hay cerca de 2,4 millones de refugiados palestinos, pero ya el Gobierno de Ammán ha rechazado la propuesta de Trump, como ha hecho también El Cairo.
El ministro de exteriores jordano, Ayman Safadi, advirtió de que una expulsión de palestinos a Jordania representaría, directamente, una «declaración de guerra». El presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, subrayó que tal paso sería la sentencia de muerte para un estado palestino. «La tierra estará allí, pero la gente no», dijo Sisi.
Hay cerca de seis millones de refugiados palestinos, la mayor parte en Jordania, Siria y el Líbano. Casi todos ellos son descendientes de los palestinos desplazados a la fuerza en 1948 con la creación del estado de Israel. La propuesta de Trump simplemente acabaría con cualquier esperanza palestina de tener un país propio y daría la razón al extremismo israelí, ávido de ocupar los dos territorios, Gaza y Cisjordania.
Un plan que marca un antes y un después en Oriente Medio
Las palabras de Trump no pueden considerarse una mera salida de tono. Responden a un plan meditado y con antecedentes sobre el papel que respalda la invasión israelí de Gaza y el genocidio de sus habitantes. La propuesta de Trump marca un antes y un después en la crisis de Oriente Medio.
Gaza «está literalmente demolida. Casi todo está destruido y la gente está muriendo, por lo que preferiría aliarme con algunas de las naciones árabes y construir (para los palestinos) alojamiento en un lugar diferente donde creo que podrían al fin vivir en paz», aseguró el mandatario estadounidense, aún a sabiendas de que ningún país árabe apoyaría esta intención.
«Estamos hablando de un millón y medio de personas, y simplemente limpiaríamos todo eso», insistió Trump, quien justificó ese traslado forzoso con la historia de conflictos de la región y el recuerdo de que eso ya pasó en 1948 y durante la progresiva ocupación israelí de los territorios palestinos.
Trump ya habló días antes de las ventajas urbanísticas de Gaza y de la posibilidad de que EEUU ayude en su reconstrucción. Lo hizo en términos similares a los de su yerno, Jared Kushner, quien en febrero de 2024 calificó los terrenos frente al mar en Gaza como «muy valiosos» y sugirió que Israel debería expulsar a los actuales habitantes de la Franja y «limpiarla».
Tiene razón Trump al señalar que Gaza está reducida a escombros, Tras quince meses de guerra, los bombardeos israelíes han demolido el 92% de las viviendas y el 60% de los edificios, al igual que la mayor parte de las escuelas y hospitales, según datos de la ONU.
Además, el 90% de los habitantes de Gaza han sido forzados a abandonar sus hogares, con continuos traslados de un campo de desplazados a otro, sin las mínimas condiciones de salubridad, sin electricidad ni agua corriente, y sin apenas comida .
En la guerra que comenzó el 7 de octubre de 2023 con la matanza de 1.200 israelíes a manos de guerrilleros de Hamás y el secuestro de 251, han muerto ya cerca de 47.000 palestinos. Al menos 10.000 más podrían estar enterrados entre las ruinas de las ciudades arrasadas por las bombas y los tanques israelíes.
Un plan «delirante y peligroso»
Aunque Trump sea el artífice de este alto el fuego, el nuevo inquilino de la Casa Blanca ya ha señalado que no confía en que la tregua vaya a perdurar. Pide paz, pero arma hasta los dientes a Israel y apuesta, sin duda alguna, por enterrar el proyecto de un estado palestino que aún defienden amplios grupos sociales y políticos en Estados Unidos.
Por ejemplo, el Consejo de Relaciones Estadounidenses Islámicas (CAIR, por sus siglas en inglés). Este grupo, la mayor organización de musulmanes de EEUU, aseguró que el plan de Trump para limpiar Gaza de palestinos es una bomba de relojería.
«La idea de llevar a cabo una limpieza étnica de más de un millón de palestinos en Gaza es delirante y peligrosa. El pueblo palestino no está dispuesto a abandonar Gaza y los países vecinos no están dispuestos a ayudar a Israel a acometer una limpieza étnica», manifestó este Consejo.
La institución fue tajante: «la única manera de lograr una paz justa y duradera es obligar al gobierno israelí a poner fin a su ocupación y opresión del pueblo palestino».
Hombro con hombro con los extremistas israelíes
No parece que sea esa la intención de Trump, quien, además de reanudar el envío de esas bombas de una tonelada a Gaza y plantear la limpieza étnica de los palestinos, nada más jurar su cargo anuló las sanciones que pesaban contra los colonos israelíes ilegales responsables de matanzas en Cisjordania.
Este gesto mostró la buena disposición de Trump para atender las peticiones de la ultraderecha israelí, partidaria de arrasar Gaza, aún a costa del genocidio palestino, y de recolonizar la Franja con asentamientos judíos, antes de su anexión.
El más radical de los ministros israelíes, el titular de Finanzas Bezalel Smotrich, confirmó la aquiescencia de Trump con la extrema derecha en Israel. Smotrich, uno de esos colonos ilegales en Cisjordania, fue el más entusiasta de los miembros del Gobierno de Netanyahu con la estrategia de Trump en Gaza.
«Con la ayuda de Dios, trabajaré junto al primer ministro y el Gobierno (de Netanyahu) para desarrollar un plan que permita implementar esta idea lo antes posible», afirmó Smotrich.
El exministro de Seguridad Nacional de Israel y también colono Itamar Ben Gvir, otro de los halcones de Netanyahu y que dimitió tras confirmarse el alto el fuego, respaldó también el plan Trump y apostó por «promover la emigración» de los palestinos de Gaza.
En coincidencia con Smotrich, el exministro Ben Gvir también consideró una buena idea la reconstrucción de Gaza, pero para los colonos israelíes.
Una cuestión interesante es que la propuesta de Trump no surge de la nada. Ya durante su primer mandato (2017-2021) se habló de un plan para compensar a los palestinos con tierras en la península de Sinaí, a costa de Egipto, a cambio de la anexión israelí de Gaza. El objetivo era ahogar toda posibilidad de un estado palestino.
Solo que entonces, Trump no tenía la fuerza que tiene ahora ni a un aliado tan despiadado como lo es Netanyahu en estos momentos.
*Periodista y analista para Público en temas internacionales. Es especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar. Ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay, profesor universitario y cooperante en Bolivia, y analista periodístico en Cuba. Habla inglés y ruso con fluidez. Es autor de un libro de viajes y folclore.