El plan de Azerbaiyán de cambiar el orden geopolítico del Cáucaso Sur le enfrenta a Irán
La grave crisis política de hoy entre la RA y la República Islámica de Irán (RII) tiene su origen en la guerra de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia en 2020: la victoria de la RA, gracias al respaldo de Turquía, sobre los armenios, apoyados por la RII, se selló con la firma de un acuerdo de paz mediado por Rusia que prevé la entrega de un tramo de 130 kilómetros del territorio armenio, llamado Corredor Zangezur en la provincia de Syunik, y ubicado en la frontera con Irán a Azerbaiyán en 2023. Tal anexión significaría para Irán:
– Perder el enlace con Armenia, con los mercados de Unión Económica Euroasiática (Rusia, Kazajistán y Bielorrusia), y con las rutas comerciales que desde hace miles de años le han unido con todo el Cáucaso.
– Que su conexión con Europa estaría a merced de la voluntad de Turquía y Azerbaiyán.
– Unir a Turquía y Azerbaiyán a lo que ellos llaman el “mundo turco” de Asia Central, región donde Irán también tiene importantes intereses.
Este intento de diseñar una nueva configuración del mapa de la región ha dado lugar a una serie de choques entre ambos estados inauditos desde la creación de Azerbaiyán hace tres décadas tras la desaparición de la Unión Soviética.
Así cuenta la cronología:
2021, octubre: Irán acusa a Azerbaiyán de albergar a las fuerzas militares israelíes para cometer atentados en su suelo, por lo que, realiza por primera vez unos grandes ejercicios militares utilizando tanques y helicópteros a lo largo de la frontera con Azerbaiyán.
– 2022, enero: Irán construye un puente de pontones sobre el río Aras, que hace frontera con Azerbaiyán. Luego, y en plena tensión entre este país y Armenia, su ministro de Relaciones Exteriores de Hossein Amirabdollahian visita la provincia armenia de Syunik para inaugurar un consulado y declarar que la seguridad armenia es la seguridad iraní.
– Octubre: Armenia anuncia que abrirá un consulado en la ciudad de Tabriz, la capital de los azerbaiyanos iraníes. Cabe mencionar que la región de Azerbaiyán, así como los actuales territorios de la RA, Georgia, Daguestán, Chechenia, Armenia y buena parte del mar Caspio pertenecían a Irán hasta que los perdió a Rusia en la guerra del emperador Alejandro I en 1813. El Tratado Golestán así divide Azerbaiyán entre los dos estados.
– Noviembre: Las Tropas Especiales del Ejército azerbaiyano empiezan unas maniobras militares en los límites de Irán, al tiempo que su presidente Ilham Aliev anuncia su decisión de abrir la embajada de Israel, país con el que la RII está prácticamente en guerra. Luego, su gobierno afirma haber desarticulado a un grupo terrorista llamado Movimiento de Unidad Islámica, vinculado con la RII. Cierto que Israel busca acercarse más y más a las fronteras de Irán, pero la RA también es su proveedor de petróleo y su cliente de armas. Los azeríes, que siguen ampliando sus relaciones con el Estado judío (y que lo es desde 2018), por su parte, intentan fortalecer al lobby judío en la región en perjuicio del lobby armenio en Europa.
– Octubre: Los ayatolás afirman que entre los detenidos por atentar contra el santuario de Shahcheragh de Shiraz, en el que murieron 13 personas, había un ciudadano de Azerbaiyán.
– Noviembre: El presidente Aliyev, en unas sorprendentes declaraciones, promete “proteger a los azerbaiyanos de todo el mundo”, incluidos los de Irán, que ‘son parte de nuestra nación’, afirma, a la vez que sus medios difunden el mapa del ‘Gran Azerbaiyán’ que incluye las provincias azeríes de Irán. ¡Habrá confundido los sentimientos anti-régimen islámico, generalizado por todo Irán (país compuesto de una docena de grandes minorías nacionales), con el separatismo! Los 16 millones de azeríes iraníes, aunque hablan un dialecto túrquico desde el siglo XVI (debido a la migración de los turcomanos de Asia Central), son de origen ario igual que los kurdos y los persas.
Pero, el diputado de la RA Sabir Rustamkhanli tiene razón cuando subraya que los “azerbaiyanos iraníes están privados a estudiar en su lengua materna, mientras los pocos armenios iraníes tienen escuelas, prensa e iglesias”, lo mismo que los judíos iraníes. Se trata, más bien, de realploitik y no poner en peligro sus relaciones diplomáticas con el Occidente judeocristiano, que no respetar la libertad religiosa: miles de ateos, agnósticos, bahaíes, evangélicos y sufíes han sido arrestados, torturados y cientos de ellos ejecutados, víctimas de la limpieza religiosa.
– 2023, 11 de enero: Bakú nombra su primer embajador en Israel, y seis días después un hombre armado asalta su embajada en Teherán, asesina al jefe de seguridad e hiere a varios empleados. La RII insiste en que los hechos tenían motivaciones personales: se trataba de un marido iraní que pensaba que su esposa azerí había sido retenida en la sede diplomática, desde hacía nueve meses. El presidente de la RA, Ilham Aliyev, rechaza la estrambótica explicación y tacha el asalto de ser un acto “terrorista”, planificado por los “servicios especiales” de la inteligencia del régimen islámico.
El historial de la RII en asaltar embajadas (de EEUU, Rino Unido, la Unión Soviética, Kuwait y Arabia Saudí en Teherán y las de Irak y de EEUU en el Líbano), desafía los argumentos del presidente islamista Ebrahim Raisi, quien no cae nada bien a su homólogo azerí (y no por su escalofriantes antecedentes): Aliyev recordó que había trabajado con tres presidentes de la RII, Mohammad Jatami, Mahmud Ahmadinejad y Hassan Rohani, y que “nunca ha estado tan lleno de odio y amenazas contra Azerbaiyán”. Luego invitó a Turquía y Pakistán para realizar los tres unas maniobras militares denominados “Tres Hermanos” cerca de la frontera de Irán.
– Abril: Azerbaiyán arresta a seis de sus propios ciudadanos, acusándoles de espiar para la RII y planear un golpe de estado con el fin de instalar una teocracia chiita, derrocando a este Estado laico del Caspio. También detiene a varios predicadores de extrema derecha, como el jeque ‘Haji’ Matlab Bagirov, dueño del canal InterAz, por ‘promover el extremismo’ y “actos de sabotaje”, afirmando que estaban vinculados a la RII.
– Marzo: Israel abre su sede diplomática en Bakú, mientras los medios de la RA acusan a los agentes de la RII por el intento de asesinato en Bakú al parlamentario azerbaiyano Fazil Mustafa, muy crítico con los ayatolás, y el 9 de marzo anuncian la desaparición de un ciudadano azerí, Farid Safarli, de 26 años, y estudiante de una universidad alemana, en Irán cuando estaba de visita. Se teme que, al igual que otros ciudadanos extranjeros encarcelados en Irán, la RII le haya secuestrado para canjearle con algún preso islamista en Azerbaiyán.
– Mayo: Bakú informa el desmantelamiento de una red de espionaje de la RII, denominado “Venganza 313”, que planeaba disturbios armados (¿una revolución naranja a lo islámico?) y forzar un golpe de Estado. La RA teme al movimiento de extrema derecha islamista de Hosseinion, afín de la teocracia chiita.
La guerra de Ucrania ha fortalecido la posición internacional de la RA, que ha aumentado su suministro de gas a Europa, mientras la RII lanza piedras sobre su propio tejado masacrando, ante la mirada atónita del mundo, a su propia nación. Ni los Talibán de Afganistán han ejecutado en dos años de su horrible régimen medieval que la Inquisición islámica de Irán en los últimos meses.
Que Azerbaiyán reciba apoyo de Rusia preocupa profundamente a Irán, Vladimir Putin se negó a enviar ayuda militar a Armenia en la guerra del 2020 (por las inclinaciones del primer ministro, Nikol Pashinyan, hacia EEUU y la doctrina Primakov), y luego le responsabilizó de romper el alto el fuego. La RA también cuanta con el respaldo de EEUU. Según la exsecretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Karen Donfried, Washington proporciona la asistencia de seguridad fronteriza no letal a Bakú para “contrarrestar las amenazas transnacionales de Irán e interrumpir las rutas de contrabando a Rusia y Europa”.
¿Alguno quiere guerra?
Hay sectores en la RII que se niegan a reconocer a la RA como un Estado independiente y laico, y le llaman “La República de Bakú”. El diputado islámico, Seyed Alborz Hosseini, dio a entender que Azerbaiyán seguiría siendo parte de Irán si no fuera por el Tratado de Golestan. Otro miembro del parlamento, Mohammad Reza Mirtajuddin, pidió al gobierno anexionar el enclave autónomo de Nakhchivan en Azerbaiyán, en la frontera de Irán.
Las relaciones entre los dos países siguen deteriorándose. Un choque militar en la frontera entre Irán y Azerbaiyán no sólo producirá una gran crisis humanitaria, sino que también afectará tanto al Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), una red de transporte multimodal, formada por Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Irán, Azerbaiyán, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, India, Omán y Siria, como al suministro de gas y petróleo, así como a los proyectos energéticos regionales.
Bakú intenta reducir las tensiones con Irán, para no empujarle aún más hacia Armenia, y Teherán, por su parte tampoco quiere ahora un nuevo frente de batalla, con un país que tiene un pacto de defensa mutua con Turquía, un acuerdo militar con Israel y un apoyo considerable de los estados árabes del Golfo Pérsico.
La lógica dice que no habrá guerra, pero las guerras suelen ser iniciadas justamente por los integrantes más estúpidos y criminales de nuestra especie.