El nuevo mundo (según Tariq Alí)

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MERCEDES LÓPEZ SAN MIGUEL | Ensayista, intelectual público, activista, historiador, novelista: las distintas facetas de Tariq Alí no son suficientes para describir a uno de los más relevantes pensadores políticos vivos. Nacido en Pakistán y radicado en Gran Bretaña, Alí fue interlocutor de Malcolm X y Stokely Carmichael, participó en debates sobre la guerra de Vietnam con Henry Kissinger y se erigió como uno de los principales y más lúcidos críticos de la política exterior de EE.UU. e Israel.

Mercedes López San Miguel – Página 12

Desde que escribió el guión de Al Sur de la frontera, la película de Oliver Stone con entrevistas a presidentes de Latinoamérica, mantiene con el cineasta una relación de amistad e intercambio de ideas que acaba de plasmarse en el libro-diálogo La historia oculta (Capital Intelectual). En esta entrevista, Alí repasa los temas conversados con Stone y habla sobre el excepcional momento político de América latina, el conflicto entre Israel y Palestina y las posibles nuevas aventuras bélicas de los Estados Unidos.

La última aventura de Oliver Stone no es una película, sino un libro: La historia oculta, un extenso diálogo sobre política con el historiador paquistaní Tariq Alí, reconocido intelectual de izquierda. Pero su tema sigue siendo el mismo que lo viene obsesionando hace décadas: lo sospechado, lo no dicho, lo silenciado. En este caso, el hilo conductor de ese encuentro en Los Angeles en 2009 es el papel oculto de la política exterior de Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial. A Stone, siempre atento a eso que parece oculto y evidente a la vez, le interesa la mirada de Alí sobre su país en relación con los hechos que marcaron la historia mundial durante el siglo pasado y sus implicancias en el siglo XXI. El cineasta interroga. El intelectual responde con la certeza de que habrá coincidencias de pensamiento.

Tariq Alí nació en 1943 en Lahore, Pakistán, y su propia vida estuvo marcada por el golpe de Estado del 58, cuando tenía 15 años. “Organizábamos círculos de estudio y células en las casas de estudio. Organicé la primera manifestación de la época”, recuerda. Huyó de la dictadura y fue a estudiar a Oxford en 1963. Se convirtió en un exiliado, porque dos dictadores paquistaníes no lo autorizaron a regresar. Fue uno de los líderes trotskistas del Grupo Marxista Internacional. Comparte con Stone la pasión por el cine: fue guionista del reciente documental del director norteamericano Al sur de la frontera: en palabras de Alí, se trató de “una road movie política con una narración sencilla y directa”, un legendario director de Hollywood entrevistando a siete presidentes de América del Sur, dándoles voz a esos políticos difamados por la ultraconservadora cadena de noticias Fox. Alí también es editor de la revista New Left Review.

En La historia oculta… Tariq Alí va desmenuzando distintas tesis que fue hilvanando a lo largo de su vida académica –estudió Ciencia Política y Filosofía– y que plasmó en decenas de libros como Piratas del Caribe, El Choque de los fundamentalismos y Conversaciones con Edward Said, su gran amigo por más de treinta años. En una de esas tesis revela las implicancias de las dos guerras mundiales para Estados Unidos. A saber: hasta la Primera Guerra Mundial, los intereses expansionistas de Washington radicaban en su propio territorio y en Sudamérica. Ese conflicto lo empujó fuera del continente hacia Europa. “Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, entendió que debía involucrarse en guerras para preservar su dominio imperial. Esto condujo rápidamente a las intervenciones en Corea, en Vietnam, y así sucesivamente”.

Stone combatió en Vietnam, lo cual impidió que lo encasillaran como un pacifista mojigato, cree Tariq Alí, y entiende que esa guerra ayudó al cineasta a “moldear la lectura radical que tiene sobre su propio país”. El director de Pelotón pregunta a Alí si cree que Estados Unidos se encuentra hoy en un atolladero en Afganistán, al estilo de Vietnam. El escritor contesta con una idea que pocos se atreverían a decir: “Creo que la única manera en que se podría convertir en un Vietnam es si enviaran un cuarto de millón más de tropas. Los ingleses no pudieron vencer a los afganos, los rusos no pudieron vencerlos y Estados Unidos tampoco va a poder, salvo que elimine a la mitad de la población y ocupe el país con medio millón de soldados, lo cual creo que es algo que no va a suceder”.

El libro se permite una pregunta recurrente para un lector de América latina. ¿Dónde podría nacer el próximo Chávez? –Cuántas veces se dijo que Evo Morales en Bolivia, Ollanta Humala en Perú y Rafael Correa en Ecuador eran los nuevos Chávez–. Y la respuesta de Alí se sale de libreto. “Es difícil de predecir, pero creo que el sur de Asia y el Lejano Oriente podrían tener guardadas algunas sorpresas”. Sí, tan lejos como en la China. “Levantamientos de campesinos, ocupaciones de industrias por la clase trabajadora, una intelectualidad que se vuelve turbulenta. Todas estas cosas podrían ocurrir”.

Al Sur de la frontera

Tras el fin de la Guerra Fría, Tariq Alí señala que el primer desafío al sistema vino de Sudamérica, de países que habían sufrido con el neoliberalismo. Los Chicago Boys no probaron su receta en Inglaterra, reflexiona, lo hicieron en Chile y Argentina. “Se empieza a ver el surgimiento de movimientos sociales en un grupo de países como Bolivia, Venezuela, Ecuador”. Emergen líderes políticos que ganan elecciones democráticamente, como el presidente venezolano Hugo Chávez. “Chávez no cayó del cielo. Surgió desde dentro del ejército, como parte de un grupo disidente que se negaba a masacrar a su propio pueblo”. El intelectual describe en diálogo con Radar el momento actual de la región como una nueva faceta de Latinoamérica. “El llamado ‘patio trasero’ del imperio está fuera de control con una ola de políticos bolivarianos, que le dicen a Estados Unidos ‘no vamos a permitir que nos aíslen más’”.

En el libro usted elogia al gobierno venezolano, pero éste todavía no logra resolver la dependencia que tiene su economía del petróleo…

– Es cierto, pero ha usado el dinero del petróleo para transformar el país, para educar a los pobres a un nivel mayor, esto significa un enorme avance. No es suficiente, por supuesto, para cambiar todo, pero es un comienzo.

¿No cree que una mayor presencia del Estado necesita mejores estándares de calidad y eficiencia para cumplir los objetivos? También pienso en el caso venezolano.

– Eso es siempre mejor, pero no olvidemos que durante un siglo antes de la llegada de Chávez al poder los pobres fueron ignorados completamente y a todo nivel. La elite justificó muchas veces esa negligencia con improperios racistas.

Usted menciona que la reacción de los países sudamericanos a la crisis económica actual es un ejemplo para el mundo. ¿Qué puede decir en particular de Argentina?

– Creo que sólo en Sudamérica ha habido una oposición exitosa a la hegemonía del neoliberalismo. Los movimientos sociales que surgieron en Argentina, en Venezuela y en Bolivia fueron muy importantes. Néstor Kirchner fue un líder extremadamente inteligente y capaz de lidiar con la crisis de modo justo y efectivo. Lo que lo habilitó a hacerlo fueron los piqueteros y las asambleas en Buenos Aires; yo pude participar de una asamblea durante un breve viaje. Comparado con esto, la reacción que han tenido los líderes europeos en la crisis de 2008 me parece patética. Europa está gobernada por lo que he descrito como “el centro extremo” en el que todos los partidos principales tienen las mismas posturas extremas: guerras contra el mundo musulmán y guerras contra los pobres en sus propios países. Sudamérica es diferente, e incluso en México y en Chile se está desarrollando una gran oposición.

¿En qué cambió la relación entre Estados Unidos y América del Sur?

– Por primera vez desde la Doctrina Monroe, Sudamérica (o la mayoría de los países exceptuando Colombia, México y Honduras) es independiente y soberana. Chávez simboliza esto: puso a Venezuela en el mapa mundial.

El imperio norteamericano está en declive y según su opinión los próximos acontecimientos estarán íntimamente relacionados con la economía. ¿Es esta la última chance del capitalismo?

– El capitalismo seguirá existiendo mientras no haya una alternativa. Esa es la lección de la historia. Los obituarios del imperio norteamericano son prematuros. A pesar de sus debilidades, se mantiene con una integridad inexpugnable por ahora.

La guerra preventiva

A Alí siempre le pareció un concepto extraño “la guerra contra el terrorismo” que pergeñó Bush hijo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono. “La historia del mundo está plagada de ejemplos de terrorismo. Entonces, ¿por qué tal acto de terror va a ser diferente? La espectacularidad y escala del hecho no convierte a las personas que lo hicieron en diferentes de otros terroristas”. El pensador paquistaní entiende que la guerra que los halcones de la Casa Blanca declararon primero a Afganistán y después a Irak es como una mochila destinada a que la política exterior de Estados Unidos hiciera lo que quisiera, cuando quisiera, atrapando a gente en todo el mundo. En Guantánamo se tortura. Una cárcel que sigue abierta. Alí argumenta con una hipérbole: “El hecho de que la tortura se haya vuelto nuevamente algo aceptable forma parte de la guerra al terrorismo”.

Ahora que Estados Unidos deja Irak, ¿cuál prevé que será la realidad de los iraquíes?

– No se retira permanentemente. Sus bases militares se mantienen ocupadas por tropas de mercenarios y Estados Unidos está a la vuelta de la esquina. Pero Irak es un Estado desesperado. Un millón de personas murieron, la infraestructura social fue destruida, las mujeres discriminadas a gran escala, los clérigos ganaron poder. Ese es el resultado. ¿Cuánto tiempo llevará a Irak recuperar su soberanía? Esa es una pregunta abierta. Su zona del norte es efectivamente un protectorado de EE.UU. e Israel.

¿Qué pasará con la ocupación de Afganistán?

– Washington está negociando seriamente con los insurgentes (talibanes) porque sabe que no puede ganar la guerra. Afganistán fue devastada, su vecino Pakistán fue desestabilizado. Por lo tanto, Estados Unidos y sus Estados vasallos tienen que irse pronto.

¿El gobierno de Obama está en posición de poder atacar a Irán o es mera retórica belicista contra Ahmadinejad?

– En mi opinión, el Pentágono se opone a una guerra contra Irán y los políticos hablan mucho del tema para agradar al lobby israelí norteamericano, porque tienen la mira puesta en las elecciones del 6 de noviembre. Un ataque a Irán sería un desastre para todo el mundo.

Mirada a largo plazo

Alí entiende que Israel y Pakistán son Estados confesionales: el primero es una escisión de Palestina, el segundo una separación de India. En ambos casos, afirma el escritor, las elites en el poder hacen lo que creen que es mejor, tengan o no el apoyo de la población. Tariq Alí imagina que al final del siglo Pakistán podría ser parte de una unión regional más grande (una Unión Sudasiática con India, Bangladesh, Sri Lanka). Del mismo modo, conjetura que en algún momento futuro la población israelí reconocerá que ya no puede seguir con la misma política y que la población palestina se dará cuenta de que nunca va a tener un Estado independiente de gran trascendencia; entonces, quizá, se podrá avanzar hacia una solución de un único Estado.

¿Cómo se concretaría esta solución de un solo Estado en el conflicto israelí-palestino?

– La organización palestina debe admitir públicamente que con Israel fracasó la solución de dos Estados. Debería disolverse la Autoridad Palestina porque es una organización artificial y empezar un movimiento que impulse la solución de un único Estado.

Durante el 2011 cayeron varios gobiernos del mundo árabe. Hosni Mubarak está siendo juzgado en Egipto, Muammar Gadafi fue asesinado en Libia. ¿Es optimista sobre el futuro de estos países?

– Sí y no. Lo más importante a destacar es que las masas de gente se dieron cuenta de que para que haya un cambio deben pelear por él y tendrán éxito. En Libia había una oposición genuina, pero Occidente orquestó un guerra civil y se involucró en el conflicto. Seis meses de bombardeos de la OTAN en Libia causaron al menos 30.000 muertes y la situación de guerra civil persiste. ¿Quién se beneficia? El pueblo libio seguro que no.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7623-2012-01-16.html