El noruego que mató a 77 personas dice que no está loco
El fanático noruego que el año pasado asesinó a 77 personas defendió este lunes su cordura ante el tribunal que lo juzga y dijo ser víctima de un complot “racista” para hacerlo pasar por loco y deslegitimar su ideología antiislámica extrema.
Télam
En la segunda semana del proceso a Anders Behring Breivik, la corte empezó a estudiar la cuestión central del juicio: si el asesino está loco -por lo que podría pasar toda su vida en un psiquiátrico- o no -por lo que podría recibir 21 años de prisión-.
En la audiencia, Breivik, de 33 años, dijo a la corte de Oslo que cuestionar su salud mental es “racismo” que busca deslegitimar su postura islamófoba, y agregó que si hubiese sido un “yihadista barbudo, no hubiese habido un informe psiquiátrico forense”.
“Pero debido a que soy un nacionalista militante, estoy sujeto a flagrante racismo. Ellos están intentando desvirtuar todo lo que represento”, declaró Breivik, quien ya dijo que está cuerdo y quiere ser absuelto o condenado a la pena de muerte.
Dos exámenes psiquiátricos realizados antes del juicio llegaron a conclusiones contrarias sobre si Breivik es o no psicópata.
Pero el segundo informe, que lo halló cuerdo, aún no fue aprobado por la Junta de Médicos Forenses Noruega, y este panel dijo que encontró puntos flacos en la evaluación y solicitó información adicional a los dos psiquiatras que lo escribieron.
En particular, la Junta dijo que no podía saberse si Breivik modificó su comportamiento durante el examen como parte de una estrategia para ser declarado mentalmente sano.
Breivik admitió haber detonado un coche bomba en Oslo el 22 de julio pasado que dejó ocho muertos y luego haber asesinado a tiros y a sangre fría a 69 personas en el campamento juvenil del Partido Laborista en la isla noruega de Utoya, la mayoría de ellos adolescentes.
En la audiencia de este lunes, el extremista se disculpó por los “civiles inocentes” que murieron o resultaron heridos por el coche bomba que hizo estallar en la capital noruega, informó la agencia de noticias DPA.
Sin embargo, no mostró arrepentimiento alguno con las otras víctimas a las que ultimó a tiros en Utoya, y declaró que las había seleccionado entre las que tenían aspecto de “marxistas”.
“Algunas personas me parecían más izquierdistas que otras”, declaró Breivik en el sexto día de su comparecencia. Durante la matanza de la isla de Utoya, explicó que “si una persona parecía de derechas, si ésa era su apariencia, entonces no le disparaba”.
“Es terrible que uno se vea obligado a realizar esos actos bárbaros”, dijo Breivik.
“Pero era necesario”, agregó, afirmando que el campamento del Partido Laborista era un “campo de adoctrinamiento”.
En su escalofriante confesión, Breivik relató como comenzó a dudar cuando encontró un teléfono celular en la isla y empezó a llamar a la policía.
Para entonces había acabado ya con la vida de unas 40 personas, y aseguró que no podía explicar por qué siguió matando.
“También yo perdí a toda mi familia y todos mis amigos el 22 de julio”, apuntó el asesino múltiple.
“La única diferencia es que yo lo elegí. Yo me sacrifiqué”, dijo Breivik, quien suponía que moriría en la isla, pues esperaba que el comando policial le disparasen a la cabeza de inmediato.