El mejor homenaje a Chávez es no enterrar la crítica, el debate y la construcción del socialismo
Javier Biardeau
El sociólogo y politólogo Javier Biardeau, señala –en un amplio documento analítico y político que reproducimos- que el mejor homenaje a Hugo Chávez es no enterrar la crítica y el debate en la construcción del nuevo socialismo del siglo XXI.
Con la celebración del natalicio del Libertador Simón Bolívar y del presidente Chávez, se ha hablado de una jornada de “repolitización” para el campo de la revolución bolivariana y de reafirmación del “Legado de Chávez”. Aunque para una reafirmación de su legado, no hay que practicar reducciones, omisiones y desfiguraciones, sino una comprensión basada en una reconstrucción exegética de líneas fundamentales del pensamiento de Chávez, sobre la cual deben operar algunos requisitos mínimos: a) la fidelidad interpretativa, b) el rigor documental, c) una ética de la veracidad de las fuentes, así como d) una aproximación crítica que triangule informaciones cualitativas y permita otorgarle validez a las mismas.
Es acertado llamar a hacer una reafirmación en dirección a una repolitización, en momentos donde parecen licuarse o diluirse las articulaciones orgánicas de las ideas-fuerza fundamentales del Proyecto Nacional Simón Bolívar, sobre todo en su etapa de construcción socialista que ha venido desdibujándose desde el año 2013, en los ejes de conciencia revolucionaria y de reflexión teórica señalados por Chávez con claridad y precisión desde su discurso ante el Foro Social Mundial en el año 2005: a) el eje anti-neoliberal, b) el eje anti-imperialista, y c) el eje anti-capitalista.
Es acertado enmarcar el natalicio de estos grandes líderes históricos de la lucha por la autodeterminación frente a poderes coloniales e imperiales, a favor de las luchas populares por la justicia, la igualdad y la liberación en un conjunto de actividades culturales, festivas, recreativas, de llamados a la unidad política; siempre que no se omitan o debiliten aquellos aspectos referidos a las bases morales, ideológicas y teóricas de la revolución bolivariana. En fin, recuperar el debate sobre el socialismo moral al que Chávez hizo tan insistente referencia.
La “despolitización” no puede ser en ningún caso motivo de fiesta o de reforzamiento del “manguareo ideológico”, de reforzamiento de debilidades teóricas e intelectuales en el seno del pueblo. Del vagabundeo ideológico, ético y teórico claro que se derivan muchos vagabundos en cuestiones de ética pública. Y uno de los mensajes auto-críticos de Chávez sobre las debilidades de la revolución bolivariana fueron dos elementos claves: la “corrupción” y la “incapacidad”. (Discurso en Asunción; 2005)
Si se quieren encontrar las causas profundas de un reciente reconocimiento de la despolitización en el campo bolivariano, algunas están a la vista: debilitamiento de la esfera moral, ética, intelectual, digamos ideológica y teórica en el buen sentido de estos términos de la revolución bolivariana.
El pensamiento reflexivo, crítico y creativo que nuestras leyes en el ámbito educativo, comunicacional y tecnológico intentan impulsar, son considerados en otros ámbitos como rasgos negativos, como mañas de criticones, de ultraizquierdistas, casi de “leprosos”, de “hombres infames”.
De manera que una revolución sin pensamiento crítico y creativo, sin moral y luces, sin honestidad y capacidades, quedará bloqueada por sus propias debilidades éticas e intelectuales. Pero con todo, el llamado por la derecha “Dictador” fue un enamorado de la crítica y la auto-crítica.
El que renuncie a la crítica teórica, a la creación intelectual, a la ética está renunciando al legado revolucionario de Chávez. No habrá repolitización sin debate, sin pensamiento crítico y creativo, por obra de una instrucción burocrática o bajo un clima de oscurantismo en cuestiones de polémica revolucionaria.
(…)
En el año 2005 se despejaron muchas incógnitas que hoy nublan la conciencia de algunas tendencias del campo bolivariano. Se superó definitivamente en Chávez cualquier ambigüedad sobre la “Tercera Vía”, defendida en su discurso de 1998, y puesta en circulación mundialmente por el llamado Nuevo Laborismo en Gran Bretaña y barnizada teóricamente por Anthony Giddens, así como el viejo proyecto del “capitalismo humano” defendido por el ala de centro-derecha de la propia socialdemocracia histórica, un giro hacia la derecha adaptado a los nuevos tiempos neoconservadores, que liquidaba cualquier referencia directa al Socialismo, incluso al más ligero como lo es el “Socialismo Democrático”.
Chávez volvió a colocar la ecuación compleja sobre la mesa: Democracia, Socialismo, Internacionalismo para un bloque de poder continental y Revolución.
De modo que Chávez se superaba a sí mismo a un ritmo de politización y de radicalización ideológica que al parecer dejaba atrás a su “columna política”, impulsaba la vanguardia, cuestionaba a quienes seguían anclados en vagas referencias al “Árbol de las Tres Raíces”, o los llamados a un capitalismo con rostro humano, a la “Tercera Vía” o los cuadros mentales del reformismo socialdemócrata.
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