El futbol despidió a César Menotti, un prócer y entrenador de culto
Alberto Aceves
Por más que pasara el tiempo, César Luis Menotti conservó esa figura que recuerdan los archivos del Mundial de Argentina 1978. Alto, delgado, serio, con la mente lúcida y en estado puro cada vez que hablaba de futbol. En su despacho solían encontrarse montones de libros apilados sobre la mesa. Imágenes de sus hijos, cuadros en blanco y negro junto a Diego Maradona, Pelé, Johan Cruyff y Jorge Luis Borges, sentado en el sillón de su casa. A sus 85 años, El Flaco prefería evitar la visita de los médicos, porque estaba dispuesto al combate. Estos hombres insisten en hacernos la vida más larga y menos agradable
, decía, obligado a dejar de fumar, aunque buscando el humo por las puertas de los restaurantes.
La Asociación del Futbol Argentino (AFA) informó ayer que el campeón del mundo en 1978, estandarte del juego ofensivo y maestro inspirador de jugadores y técnicos de diferentes generaciones, murió en Buenos Aires después de haber sido internado en marzo en un sanatorio por un cuadro severo de anemia, por el cual fue dado de alta a finales de abril. Aún se desconocen las causas.
“Nosotros tratamos de escribir en el libro de oro del futbol algunas palabras, pero siempre tiene que haber alguien que produzca esos recuerdos. El Flaco lo consiguió en aquel Mundial”, afirma el ex futbolista Mario Kempes, monarca también en la final contra Holanda en medio de la dictadura militar. Tan distintos eran aquellos tiempos que nadie quería jugar para Argentina. Desde el llamado ‘Desastre de Suecia’, como se le conoce a la eliminación en primera ronda en la Copa de 1958, la corriente dominante en la AFA recomendó cambiar los antiguos valores por otros que privilegiaran el físico y la especulación en lugar de la belleza.
Menotti consideró aquello como un atropello. Su primera gran obra en su carrera en el banco fue el Huracán de 1973, un equipo que consiguió que medio país lo siguiera con entusiasmo al obtener su primer campeonato profesional. Quiero este futbol para mi país
, sostenía el rosarino; porque un título lo puede ganar cualquiera, pero lo más importante es la búsqueda, el camino, defender una idea para ser felices
.
Algunos llamaron a aquella forma de jugar el futbol que le gusta a la gente
. El Flaco lo definía con dos palabras: ‘La Nuestra’, un estilo de toque y gambeta con nombre y apellido. Esa revolución futbolera será eterna
, escribió el ex portero Ubaldo Pato Fillol sobre un collage de fotos al lado del rosarino. Pocos recuerdan del ex estratega una frase que no haya sido una enseñanza, un elogio justo, una crítica fundamentada.
Lo mejor era guardar silencio y escucharlo
, describe su ex ayudante Roberto Saporiti, tan acostumbrado a apretar las teclas de rec
(grabar) y stop
(detener) imaginariamente delante de su amigo. Mucho antes de ganar el Mundial, Menotti jugó para Rosario Central, Boca Juniors, Racing y el Santos de Brasil (junto a Pelé); se formó como auxiliar técnico y a los 36 años puso como condición que su contrato en la selección durara hasta 1978 con la final del torneo.
Eran cuatro años. Nadie se imaginaba un proceso tan largo
, señala Saporiti. Habían desfilado por lo menos 10 o más entrenadores
. Pero entonces El Flaco, fumador empedernido, consiguió con una idea seductora el regreso a las raíces del futbol de su país.
Más de una vez quedó registrado ante las cámaras junto al dictador Jorge Rafael Videla, pero nunca fue complaciente con el régimen. Cuando vino el golpe de Estado, fui a presentar mi renuncia
, confesó el ex técnico en 2018. Pero Alfredo Francisco Cantilo, uno de los mejores dirigentes que conocí, me dijo que lo único serio que habían encontrado en la AFA era mi proyecto
.
En su bohemia trasnochadora de joven, Menotti frecuentó las milongas, centros barriales de baile. Conoció a sus admirados directores de orquestas tangueras como Osvaldo Pugliese y Aníbal Pichuco Troilo. Del boxeo, coleccionó en su mente peleas de Ray Sugar Robinson, Carlos Monzón y Nicolino Locche, pero sobre todo de Julio César Chávez, porque fue el primero que me enseñó a meter la mano izquierda
, confesó alguna vez.
Su visión en el campo
Desde su manera de entender el futbol, encabezó una lucha dialéctica con Carlos Bilardo, técnico campeón del mundo en México 1986. El llamado bilardismo
planteaba que lo único que importa en un partido es ganar como sea
, mientras El Flaco respondía: es más o menos como decir en la vida que lo único que importa es respirar
.
Al poco tiempo de ser campeón del mundo, conoció a Jorge Luis Borges, uno de sus autores preferidos además de Mario Benedetti, Gabriel García Márquez y Joan Manuel Serrat. “¿Usted me lee a mí? –le preguntó Borges–. ¡Qué manera de perder el tiempo! Me dejó muerto, no sabía qué decirle
, se reía al recordarlo.
Nacido el 5 de noviembre de 1938 en Rosario, Menotti también condujo a los clubes españoles Barcelona y Atlético de Madrid. Fue un militante de la política como afiliado al Partido Comunista argentino, creó la escuela de directores técnicos profesionales y mantuvo una relación estrecha con Diego Maradona, quien siempre le recriminó haberlo dejado afuera del Mundial de 1978 por su poca experiencia.
En México, dirigió a la selección nacional entre 1991 y 1992, tiempo en el que sentó las bases de un cambio de mentalidad en sus jugadores.
Y, aunque nunca le temió a la muerte, sus problemas de salud lo alejaron del futbol y la AFA, donde fungió como director de representativos nacionales desde 2019 y celebró, al lado de Lionel Messi, la tercera Copa conquistada por la Albiceleste en la final de Qatar 2022.