El FSM y su gobernanza: el monstruo de cien cabezas

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FRANCINE MESTRUM | Acaba de realizarse en Túnez el 12º Foro Social Mundial (FSM), dos años después de la ‘Primavera Árabe’ que derrocó al antiguo régimen y estableció un gobierno dirigido por Ennahda (“movimiento del renacimiento”), un partido político islamista.

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El Foro resultó un éxito, tanto en términos de participación como políticos. La juventud de la región asiste masivamente, los tunecinos sienten que la solidaridad internacional con su revolución es palpable, y los participantes constatan que el FSM ha recuperado lo mejor de sus experiencias pasadas.

¡Y esto era muy necesario! Pues, los participantes internacionales, principalmente de Europa y América Latina, estaban más bien escépticos sobre el futuro del proceso. Es más, luego de este Foro se reunió su Consejo Internacional (CI), cuya agenda aborda precisamente la futura gobernanza del FSM. El éxito del FSM 2013 bloquea el camino de aquellos que querían poner fin al Consejo Internacional, cuando no al propio proceso FSM. Dicho esto, no hay nada definido, todo está por (re)hacer.

La horizontalidad y las estructuras

La forma como se rige el FSM no es fácil de entender. El Foro Social Mundial es un ‘espacio abierto’, lo que significa que no tiene dirigentes, no representa a sus componentes y está abierto a todos aquellos y aquellas que aceptan su carta de principios. Su labor consiste básicamente en posibilitar la realización de eventos auto-organizados.

Sin embargo, este principio de horizontalidad, contrario a las jerarquías, es contrarrestado por unas estructuras relativamente pesadas que se crearon durante la última década.

En primer lugar, está el Consejo Internacional, en su origen un seminario de líderes de los movimientos sociales y de intelectuales activos a nivel global. En ese entonces, las reuniones se realizan a puerta cerrada. Al poco tiempo, se lo percibe como elitista, reunido en hoteles 5 estrellas. Su tarea consiste en definir la estrategia del FSM.

Después del FSM de Mumbai en 2005, se propone una primera reestructuración y se formula el objetivo de promocionar y expandir el proceso del FSM, dándole mayor visibilidad y definiéndolo como un proceso y no un evento.

La expansión se efectúa principalmente a nivel del propio CI, que se convertiría en un órgano de más de 150 miembros, con seis comisiones, un pequeño comité de enlace y múltiples grupos de trabajo.

En términos políticos, sin embargo, pierde poder. Éste pasa primero a una secretaría basada en Sao Paulo que se encarga del trabajo diario y mantiene el control sobre el conjunto del proceso. Sin embargo, en Mumbai surge también un comité organizador local que cuestiona el poder de la secretaría brasileña.

Hoy, en 2013, se constata que el poder principal reposa efectivamente en manos del comité organizador del Magreb y que una nueva instancia se ha creado en Brasil –el GRAP: Grupo de Reflexión y de Apoyo al Proceso del FSM- de la cual nadie conoce la composición ni su influencia real. La secretaría ha sido abandonada y el CI se ha convertido en un barco sin timón.

Debate necesario

Ante tanto despelote, se impone la urgencia de un debate, sobre todo porque entre muchos miembros del CI surge un sentimiento de abandono. De hecho, para las últimas reuniones del CI, apenas había una agenda concreta. El comité de enlace, que debería haber sido renovado en 2012, ha sido de hecho disuelto. Las distintas comisiones del CI ya no funcionan, la Comisión de estrategia está monopolizada por un solo miembro…

Por lo tanto, el debate realizado en Túnez, en medio de un contexto de entusiasmo y optimismo, es bienvenido.

Allí se formulan varias observaciones:-

En primer lugar, la distancia enorme entre el CI de un lado y el FSM de otro, en tanto proceso, y en tanto evento. Como varios participantes señalan, el FSM 2013 es un éxito, a pesar de, más que gracias a la existencia del CI.

Segundo, la ‘nueva cultura política’ de la cual el proceso del FSM siempre se ha enorgullecido, no existe. Ciertamente, se respeta la diversidad, pero las relaciones de poder echan a perder todo, estando ocultas por una horizontalidad ficticia que no sirve más que para eso.

Por último, en ausencia de normas y metodología para equilibrar las relaciones de poder, no existe democracia dentro del CI. Los miembros saben más o menos quienes detentan el poder -un núcleo reducido de miembros brasileños y franceses- aunque raras veces éste se manifiesta abiertamente. En cuanto al comité organizador local, no es parte del CI y sus miembros no se conocen oficialmente.

Todo esto debe ser visto ahora en el contexto de un conflicto importante entre los movimientos sociales de Brasil y una falta total de confianza entre los participantes en las reuniones del CI. En términos de las relaciones humanas, la situación es muy difícil y la amistad entre los miembros del CI es o superficial o sectaria. Nada sorprende, entonces, que las reuniones sean difíciles de soportar más allá de un medio día.

Vale mencionar también que el GRAP contrata una secretaria a tiempo parcial quien se encarga actualmente del trabajo más urgente, y que contó con una sala de reuniones permanente a su disposición en un hotel 5 estrellas de Túnez.

¿Otro CI es posible?

En Túnez el CI dedicó dos días y medio a un debate sobre su futuro. Previamente se prepara un informe de síntesis de las distintas contribuciones presentadas en los últimos meses. Si bien este informe es bien recibido, no se lo tiene en cuenta en el debate. Se instalaron tres grupos de trabajo: uno, de medidas urgentes, incluyendo la ubicación de la próxima reunión del CI y del FSM, un segundo sobre la reestructuración y estrategia del CI y un tercero sobre la estrategia del proceso del FSM.

Muy pocas decisiones se tomaron. La ubicación del próximo CI está por definir. Si bien hacia el final del debate, el horizonte se despejó un poco y las denuncias y acusaciones son más escasas, el hecho es que los puntos más importantes han sido más o menos excluidos del debate.

Quiero mencionar cuatro:-

Antes de poder decidir el futuro del CI, es necesario confirmar o reformular sus tareas. Sólo a partir de allí se podrá desarrollar una posible estrategia. Estas tareas, por supuesto, dependerán de las relaciones de poder dentro del proceso del FSM. Si los comités organizadores siguen existiendo, deben unirse al CI. En cuanto al GRAP, se debe formalizar su existencia y aclarar su papel, a fin de evitar superposiciones.

A continuación, será necesario volver a hablar de los recursos necesarios para el funcionamiento del CI. Sus reuniones son caras, sobre todo cuando se pretende pagar los billetes de avión de sus participantes. En el pasado, un fondo de solidaridad con contribuciones de los movimientos del Norte sirvió para pagar boletos para representantes del Sur. Hoy en día, hay varios movimientos en el Sur que son mucho más ricos que los del Norte. Otra solución que se propone en la reunión celebrada en Dacca es establecer una cuota fija a pagar anualmente por parte de todos los miembros del CI. Este asunto es urgente y necesita encontrar una solución eficaz y sostenible.

En tercer lugar, la dimensión política que se manifiesta en dos niveles. En los foros en América Latina, surgen cada vez conflictos respecto a la presencia en el Foro de hombres o mujeres políticos, incluso presidentes. Para algunos, la política institucional no tiene lugar en el FSM, que es una especie de encuentro abierto para los movimientos sociales, llamados ‘sociedad civil’. Curiosamente, este debate no ha tenido lugar en Túnez, donde sin embargo el gobierno apoyó abiertamente el FSM y una delegación del CI fue invitada al palacio presidencial. Cualquiera que sea la fórmula elegida, no me parece aceptable que dependa del país en el que se realice el FSM. Se debe tener en cuenta sobre todo las alianzas y nexos políticos posibles para los movimientos sociales. Si el CI puede trabajar con un gobierno islamista, debe ser capaz de acoger a un presidente aliado de los movimientos sociales.

El segundo nivel político a considerar en el CI es la realización de debates políticos en su seno. El mundo ha cambiado profundamente desde el año 2001, estamos viviendo múltiples crisis y hay cambios geopolíticos en marcha. Es más, nuevos actores jóvenes se han hecho presentes para cuestionar el sistema dominante, así como el funcionamiento del FSM y sus órganos. Hasta ahora, los debates políticos se han evitado en el seno del CI, por temor a provocar divisiones. Me parece esencial reservar espacios para estos debates, como la única manera de construir gradualmente convergencias e ir más allá del sectarismo.

En cuarto lugar, el CI tiene una necesidad urgente de democracia, de transparencia y de rendición de cuentas. Ninguna instancia puede sobrevivir si no hay confianza entre sus miembros. Sin embargo, la confianza no puede existir si las decisiones se toman fuera de las reuniones, si no se tienen en cuenta los informes solicitados, si no se presentan las cuentas, si las relaciones de poder permanecen ocultas tras el velo de la horizontalidad.

¿Y ahora?

Muchas preguntas siguen abiertas. Si el FSM va a sobrevivir -lo que tras el éxito de Túnez, todos desean- hay que reconsiderar su gobernanza. Si el CI quiere sobrevivir, tendrá que reconstruirse y democratizarse. Si el FSM quiere repetir sus éxitos, se lo debe organizar allí donde los movimientos sociales tengan necesidad de él y estén directamente involucrados en su programación.

Un CI donde los movimientos sociales, grandes y pequeños, incluidos los sindicatos, puedan sentirse como en su casa para discutir la política y la estrategia a seguir, podría proporcionar al FSM una orientación intelectual. Además de los foros temáticos que ya se organizan, el CI podría proponer a los comités de organización centrarse en unos pocos temas sobre los que se podrían organizar eventos. No se trataría de ninguna manera de imponer una ‘línea política’, sino de poner de manifiesto las principales corrientes de pensamiento diferentes sobre ciertos temas. Esto podría alentar a los movimientos presentes en el FSM y ayudarles a preparar mejor sus propios seminarios.

El espacio abierto es una gran idea, pero tiene poco sentido si conduce a la yuxtaposición sin más de una cantidad ilimitada y con frecuencia superpuesta de temáticas.

Doce años después de Porto Alegre, la relevancia de la iniciativa de los fundadores del FSM se confirma. Ahora ha llegado el momento de renovar la fórmula y hacer todo lo posible para no desperdiciarla. Es hora de abrir un espacio para las nuevas generaciones y hacer de él un espacio estratégico para la reflexión y la acción. (Traducción ALAI).

– Francine Mestrum es doctora e investigadora en ciencias sociales. Es Coordinadora de Global Social Justice (www.globalsocialjustice.eu) y representante del Centre Tricontinental -CETRI- en el CI del FSM.

* Este texto es parte de la Revista América Latina en movimiento No. 484, que en esta edición trata sobre “Foro Social Mundial: ¿Momento de replanteamientos?” (http://www.alainet.org/publica/484.phtml)