El día que María Corina Machado entregó Cabruta a Elon Musk
Marcos Salgado
“Los fulanos cohetes los vamos a sacar de Cabruta”, le dijo en mensaje público María Corina Machado a Elon Musk, durante un “live” la semana pasada. Sus interlocutores, comediantes venezolanos, enseguida festejaron la ocurrencia. Tal vez habrán entendido que la referencia a una pequeña población en el centro geográfico de Venezuela era una casualidad discursiva. Pero no. No parece.
Difícil creer en casualidades cuando se habla de cohetes y de Musk. El magnate viene desplegando desde 2019 una extensa red de satélites para conexión de Internet de alta velocidad. En junio de este año completó más de 6 mil satélites en órbita, pero el plan es mucho más ambicioso y prevé el doble de aparatos: casi 12 mil. Además, mantiene un plan para alcanzar Marte.
Los lanzamientos de los satélites de Musk se realizan desde Cabo Cañaveral, en la península de La Florida, en Estados Unidos. Esa plataforma de lanzamiento está sobre el paralelo 28 en el hemisferio norte, una localización que está lejos de ser óptima para lanzar cohetes al espacio, espacialmente para colocar satélites en órbita.
Las mejores localizaciones posibles para esta tarea son la más cercanas a la línea del Ecuador. En esas latitudes la rotación de la Tierra le otorga una gran velocidad inercial al cohete y requiere menos maniobras de posicionamiento. En lineas generales, lo más importante es que cuanto más cerca del Ecuador está la plataforma de lanzamiento, se gasta mucho menos en combustible (y es mucho lo que un cohete quema para salir de la atmósfera).
Además, por la misma razón, desde las latitudes bajas se pueden colocar objetos más complejos y pesados en el espacio con menos combustible y maniobras más sencillas de posicionamiento.
El problema para Elon Musk es que la línea del Ecuador no pasa por los Estados Unidos. Cabo Cañaveral está a más de 3 mil kilómetros del paralelo cero. Mientras que en Venezuela, la localidad de Cabruta, referida por MCM cuando piensa en Elon (o “Ilon”, como ella lo nombra, haciendo alarde de pronunciación en inglés) está cerca del paralelo 7 norte, a unos 900 kilómetros de la línea ecuatorial.
Así, Cabruta se convierte en mucho más que una población lejana a orillas del Orinoco, y en mucho menos que una casualidad en boca de María Corina Machado.
Elon, mirando al sur
El interés de Musk (y en general de las élites de Estados Unidos) por contar con una plataforma de lanzamiento más eficiente para su programa espacial no es nueva. Durante el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, las miradas estuvieron puestas en la Base Espacial de Alcántara, la mejor ubicada del mundo, a apenas 2 grados de latitud sur.
Durante una visita de Bolsonaro a Trump, en marzo de 2019, se llegó a un acuerdo para la utilización de esa base por parte de Estados Unidos. El “Acuerdo de Salvaguardias Tecnológicas” se aprobó no sin resistencias en el congreso brasileño, en diciembre de ese año.
En mayo de 2022, Musk se reunió con Bolsonaro en Sao Paulo. Las crónicas del encuentro se deshacen en alabanzas a proyectos para el desarrollo de la Amazonía y la conexión a Internet en el estratégico territorio.
Pero los tiempos políticos no le alcanzaron a Bolsonaro y Musk. En enero de 2023 volvió al Palacio del Planalto Luis Inacio Lula Da Silva, y los planes en Alcántara se ralentizaron. Paradojas, hoy el principal escollo para los planes de Estados Unidos en Alcántara son los habitantes de la zona, los quilombolas, descendientes de esclavos emancipados que se oponen a una eventual expansión de la estratégica base.
El otro gran centro de lanzamiento muy bien ubicado en América del Sur es el Puerto Espacial de Kourou (5 grados al norte del Ecuador), en la Guayana Francesa. Es uno de los centros más activos del mundo, pero operado por la Agencia Espacial Europea está vedado a Musk, con cada vez peor relación con el viejo continente.
Hegemonías
Así, queda claro que Venezuela es mucho más que la principal reserva de crudo del mundo. Su posición estratégica es apetecible también para intereses de creciente vigencia. Es que una de las características del nuevo momento de la carrera espacial es la aparición de plutócratas globales por sobre los Estados.
No es casual que Musk (primera fortuna global), y también Jeff Bezos, de Amazon (el segundo multimillonario de mundo) tengan sus propios planes en el espacio. También el británico Richard Branson (el mismo del concierto “Venezuela Aid Live” en Cúcuta, en 2019, con Iván Duque, Mike Pence y otros, en el apogeo de la estrategia Guaidó) tiene su propia filial espacial, Virgin Orbit. Además de un interés conocido en la base brasileña de Alcántara.
Todos estos intereses multimillonarios chocan, claro, con estrategias soberanas de los Estados, y necesitan de gobiernos amigos, dispuestos a entregar recursos y en este caso posiciones geoestratégicas a cambio de apoyo político y económico. El caso de Milei en Argentina y su enamoramiento con Musk con el litio de por medio es claro en este sentido.
El gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado en las últimas semanas que Musk y Bezos apoyaron y financiaron la movida de MCM para atacar el conteo de votos del Consejo Nacional Electoral y desconocer los resultados blandiendo un conteo de actas inverificables, de la mano de una ofensiva en medios y redes. Esto acompañado de la generación de un clima insurreccional tras los comicios, que fracasó en pocas horas.
Una de las diferencias de esta nueva derecha respecto al neoliberalismo de las últimas décadas es su desparpajo a la hora de anunciar lo que quieren hacer, sin demasiados ambages. Así como Milei en la Argentina, Machado en Venezuela vocifera sus ofertas estratégicas sin vergüenza. La diferencia es que Milei ganó, mientras MCM necesita imperiosamente de una espalda internacional. ¿De gobiernos o de plutócratas?
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).