El desabastecimiento

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Eleazar Díaz Rangel – Últimas Noticias

El ministro Osorio ha garantizado que existen alimentos suficientes para los próximos tres meses, volumen que se irá incrementando gradualmente con producción e importaciones. La medida de control al acceso a los mercales y bicentenarios según el terminal de la cédula, ha mermado algunas colas, pero aún no desaparecen. Las del Bicentenario de Macaracuay son más largas que antes. Se dan duros golpes a los acaparadores y especuladores. Parece realmente una guerra.

Para la mayoría de los venezolanos, los clasificados en C, D y E, que es el 90% de la población, el más importante problema que tienen desde hace meses y subsiste comenzando el año, es el del desabastecimiento. Y, colateralmente, el de los precios especulativos. Son la más importante expresión de la guerra económica, que, estimulada desde afuera, tiene aquí poderosas y variadas fuerzas internas, porque hasta buhoneros especuladores, ¿inconscientemente?, le hacen el juego.

No se puede negar el esfuerzo que hace el Gobierno por colmar los anaqueles de la mayoría de los productos de primera necesidad, de ofrecerlos en espacios abiertos en todo el país; millones de kilos se han vendido a precios justos en los últimos meses y, por supuesto, millones de venezolanos se han beneficiado. Pero otros venezolanos, centenares, miles seguramente, han aprovechado estas circunstancias para acaparar, esconder en depósitos clandestinos y vender a precios especulativos miles de toneladas de muchos de esos productos que escasean, incluidos pañales y alimentos para niños. A cada rato se denuncian hallazgos de tales almacenes y se ponen a la vista de todos las cantidades de productos acaparados e incautados y luego vendidos a precios regulados. Lo que se ha llamado “inteligencia social” está jugando un importante papel en esta guerra.

Junto al abastecimiento aparece el desabastecimiento, y se produce una inexplicable contradicción: mientras más se abastecen los mercados, más largas se hacen las colas. De poco han servido los captahuellas y el control cedular, hasta hace poco, cuando los abastos Bicentenario decidieron atender a sus clientes según el terminal de la cédula.

¿Y cuál ha sido la conducta del consumidor? En las páginas 14, 15 y 16 de esta edición ofrecemos un reportaje que trata de mostrar las explicaciones. Mientras tanto, lean estas opiniones del sicólogo Erick Rodríguez en un análisis de esta situación:

“El Gobierno puede estar ganando una batalla en el reabastecimiento, pero podríamos perder la batalla en la cola. Las colas son un instrumento de guerra que se ha creado para provocar la neurosis; la hemos categorizado como ristratimia (a la gente no le importa qué se vende en la cola, compra lo que sea, por lo que sea, no le importa), es una situación de histeria, descompone la estructura emocional del ser humano, crea desconfianza”. (No sé si recuerdan que en una nota que escribí desde Barinitas, contaba lo que escuché en casa de Amílcar, sobre señoras que hacían las colas sin saber qué vendían) “Si te crean desconfianza, te crean decepción, o te desilusionas, o te desmovilizas. No buscan que los chavistas se pasen a la oposición, buscan que se abstengan y no vayan a votar”.

Este es el riesgo mayor, en tanto pone en juego el triunfo en las parlamentarias. El Estado Mayor Presidencial que lucha contra el desabastecimiento y los precios especulativos, como todos los funcionarios del más alto nivel, estarán conscientes de este peligro y terminarán derrotando esa expresión de la guerra económica que son las colas y el desabastecimiento. Es lo que uno supone.