El asalto al tanquero Skipper y los portaaviones insulares de EEUU en el Caribe

Conozca los estados islas que funcionan como bases del Pentágono para ejercer la piratería.

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Armando Carrieri – Últimas Noticias

La acción delincuencial no es un invento de la sociedad actual. Ha tomado múltiples formas y expresiones en el devenir de los acontecimientos dentro del marco del despliegue del imperialismo. Los estados de sitio, bloqueos y acciones de guerra por desgaste y mengua de las fuerzas beligerantes del territorio objetivo, tienen un marco referencial. No son casuales las recientes agresiones de los EEUU en contra de Venezuela en el difuso espacio del Caribe. Los gobiernos delincuenciales ingleses, holandeses y franceses, parecen haber trocado nominalmente de la piratería a las acciones gansteriles de hoy.

Piratas y corsarios en el pasado, son el correlato de los actuales eventos en el Caribe, una suerte de alquimia de dominación está mediando el estado de cosas. Un reloaded de los vicios del imperialismo que, cronológicamente ha generado estos lodos en el Siglo XXI.

Tras el asalto al tanquero más grande del mundo, una acción sin precedentes, Estados Unidos “incautó”, eufemismo por secuestro y robo, en aguas internacionales del Caribe el tanquero «Skipper», un buque de 333 metros con capacidad para 2 millones de barriles de petróleo. La acción de piratería, ejecutada por el FBI y la Guardia Costera, se basó en sanciones por el historial del barco en una red de transporte iraní, a pesar de que su carga actual era venezolana y su gestión privada, con bandera de Guyana y sienta un precedente al extender la jurisdicción estadounidense para aplicar sanciones unilaterales más allá de sus fronteras, lo que evidencia una amenaza a los activos marítimos de cualquier nación.

Históricamente el Caribe es percibido como un territorio insular desagregado, un cúmulo de islas, islotes y cayos que llegan a siete mil, configurando una suerte de cinturón de asteroides acuático. Sin embargo, muchas de ellas están deshabitadas o no tienen relevancia política y, por tanto, no son concebidas como naciones insulares independientes. La cuenta de naciones reconocidas es de 13 países a la fecha.

Detrás de esa aparente falta de homogeneidad del Caribe, se esconde una serie de alianzas producto del coloniaje y el neocoloniaje de países que han ejercido dominio en esas naciones insulares. Son islas nombradas como no independientes que responden al dominio y tutelaje de otras naciones (Reino Unido, Francia, Países Bajos, y Estados Unidos).

En el contexto de despliegue y agresión del Comando Sur de los Estados Unidos (Ussouthcom) en el Caribe, justo en el borde del mar territorial de Venezuela y sobre la base de la narrativa de una supuesta lucha contra el narcotráfico usando el concepto acomodaticio de narcoterrorismo, las islas bajo control directo gringo y otras naciones caribeñas abiertamente proclives a la geopolítica estadounidense, operan como bases avanzadas en escenarios de guerra convencional: portaviones insulares.

Un arqueo de la influencia gringa y europea en El Caribe

Por supuesto, esas islas son posesiones extraterritoriales de países que representan gran parte de la hegemonía histórica. Así, Puerto Rico e Islas Vírgenes de EEUU (Saint Thomas, Saint John y Saint Croix) responden al control gringo; Guadalupe y Martinica son propiedad de Francia; Islas Caimán, Islas Vírgenes Británicas son territorio de Reino Unido; y Aruba, Curazao, Bonaire, San Martín, Saba, y San Eustaquio pertenecen a los Países Bajos.

Además, existen enclaves como Navassa Island, cuya soberanía es disputada pero donde EEUU mantiene presencia. Más allá del dominio formal, la influencia estadounidense se extiende a naciones como Bahamas, Jamaica y República Dominicana, donde mediante acuerdos de cooperación y presencia militar marcan la política de la región.

El Caribe en su laberinto

En 1989 el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, El Gabo, desarrolla el tema de piratas y corsarios en el Caribe. En la novela El general en su laberinto, Gabo narra los últimos días de Simón Bolívar y, durante su travesía por los ríos y costas del Caribe, haciendo referencias históricas a piratas, corsarios y la influencia que estos personajes tuvieron en la vida política y social del Caribe colonial.

En el Capítulo IV de la novela se refiere la influencia de corsarios en la región: “El general (Bolívar) recordaba que Cartagena de Indias había sido tomada por corsarios en más de una ocasión, y que el Caribe era el escenario de batallas y pactos secretos entre naciones que se disputaban el control de las rutas y los tesoros.” García Márquez usa la historia de piratas y corsarios para dar cuenta de la inseguridad, el misterio y la riqueza cultural del Caribe en la época de Bolívar.

Para la investigación de la novela el propio Gabo confesó que solicitó el apoyo del intelectual venezolano Luis Britto García quien aportó significativamente a la documentación y el contexto histórico. Según el propio Gabo, lo ayudó a entender el ambiente político, social y cultural de la época, incluyendo la presencia de piratas, corsarios y las dificultades que enfrentó Bolívar en sus últimos días. Años más tarde, en 1998, Britto García escribiría las novelas Pirata y Demonios del mar.

La arquitectura del teatro

En el informe Bases militares estadounidenses en América Latina y el Caribe (2005) de Foreing Policy in Focus se señalan los siguientes puntos clave sobre la estrategia militar estadounidense en el Caribe y América Latina, luego de la retirada estadounidense de las bases militares en Panamá en diciembre de 1999, el documento señala lo siguiente:

  • El Pentágono cuenta con una nueva infraestructura en América Latina, con cuatro nuevas bases militares.
  • El cierre de bases en Panamá dio paso a una nueva serie de instalaciones que rodean a Colombia.
  • Las operaciones y el mantenimiento de las bases se subcontratan cada vez más a contratistas privados.
  • El nuevo centro militar está en Puerto Rico.

Según Global Policy Forum (2004) el Comando Sur gringo denomina «arquitectura de teatro» a la compleja red de instalaciones y funciones militares en América Latina y el Caribe. Las instalaciones militares estadounidenses representan compromisos concretos con una ineficaz guerra contra las drogas basada en la oferta y con las prioridades políticas subyacentes, como garantizar el acceso a recursos estratégicos, especialmente el petróleo.

El mismo informe del Global Policy Forum precisa que las operaciones y el mantenimiento de las bases se contratan cada vez más a empresas privadas, un claro ejemplo de la mercantilización y tercerización de la guerra.

Aunque los informes de las fuentes consultadas tienen más de 20 años, no dejan de aportar valor por cuanto evidencian una estrategia sostenida por los sucesivos gobiernos de los EEUU desde 2004 a la fecha. Esas fuentes señalan que EEUU enfrenta críticas por priorizar la presencia militar sobre el desarrollo social y la diplomacia, operar en condiciones de opacidad y falta de rendición de cuentas, y dejar graves daños ambientales y sociales en las comunidades anfitrionas. Las bases militares, muchas establecidas sin consentimiento democrático, perpetúan relaciones desiguales y vulneran la soberanía local.

El Caribe, ¿un bloque o un mosaico de intereses?

El Caribe es, en esencia, un crisol de fragmentos políticos y económicos donde cada territorio insular responde a dinámicas propias, pero también a intereses externos según sus particularidades históricas, políticas y sociales.

Por ejemplo, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EEUU actúan como extensiones directas de la política estadounidense, mientras que Guadalupe y Martinica mantienen su identidad caribeña bajo la tutela institucional de Francia. Por otro lado, países independientes como Jamaica y Bahamas han optado por establecer alianzas pragmáticas con Washington y Londres, buscando beneficios económicos y de seguridad.

Los portaviones insulares gringos

Históricamente, Latino América y el Caribe han sido considerados por Estados Unidos su “patio trasero”. Tal percepción se sustenta en la llamada Doctrina Monroe que, aunque enunciada en 1823 se ha mantenido vigente a lo largo del tiempo y tiene incidencia directa en la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos aprobada por Trump el pasado noviembre.

La cercanía geográfica convierte a las islas del Caribe en nodos para el monitoreo y control de rutas marítimas Para reforzar nuestra premisa inicial procedemos a listar los territorios insulares gringos bajo influencia directa de los EEUU y aquellos que pueden convertirse en potenciales aliados para la estrategia belicista del gobierno de Trump.

Islas bajo influencia directa

Puerto Rico: En el contexto de las agresiones militares a Venezuela, la Marina de Guerra de Estados Unidos tiene instalaciones militares y centros logísticos que han servido en operaciones regionales y globales. Actualmente, de las 11 bases militares que EEUU llegó a tener en la isla, preservan la de Fort Buchanan, Fort Allen, Base Aérea Muñiz y Camp Santiago, además de parte de antiguas bases en Ramey y Roosevelt Roads.
Este año se han incrementado los ejercicios militares y las maniobras navales en la antigua base Roosevelt Roads (Ceiba) y cerca de Vieques, con despliegue de cazas F-35B. Una nota Associated Press publicada el pasado octubre revela que “satélites comerciales y observadores militares, además de fotoperiodistas, han visto drones MQ-9 Reaper de la Fuerza Aérea, capaces de volar largas distancias y transportar hasta ocho misiles guiados por láser, operando desde Puerto Rico”.

Islas Vírgenes de EEUU: Poseen puertos y aeropuertos adecuados para el despliegue de fuerzas y el abastecimiento de unidades navales y aéreas. Este territorio puede ser utilizado ocasionalmente como punto logístico o de apoyo para ejercicios conjuntos.

Navassa Island: Aunque EEUU no posee una base militar activa en la diminuta y deshabitada isla, su ubicación es estratégica, y tiene antecedentes que datan de la Segunda Guerra Mundial de haber sido usada para puestos de observación y estaciones de radio en el pasado.

Islas bajo influencia indirecta:

Bahamas: Mantiene con EEUU relaciones diplomáticas y militares cercanas, y acuerdos de cooperación. Colabora con Estados Unidos en ejercicios militares conjuntos como Tradewinds (Vientos Alisios). En las últimas semanas, ante los ataques de la armada gringa contra pequeñas embarcaciones en el Caribe, la posición de Bahamas ha coincidido con mantener al Caribe como “Zona de Paz”. Lo que indica una cierta autonomía que privilegia los intereses de la nación.

Jamaica: Colaboración con EEUU en seguridad, comercio y política exterior. También ha participado en ejercicios militares gringos en el Caribe como el Vientos Alisios. Ante los ataques del ejército estadounidense a pequeñas embarcaciones en el Caribe ha hecho llamados a la calma, la diplomacia y el respeto por la soberanía.

República Dominicana: EEUU tiene una gran influencia económica y cooperación en temas de seguridad. Recientemente, según Deutsche Welle (DW) “Estados Unidos utilizará de manera «provisional» dos aeropuertos dominicanos como parte de su lucha contra el narcotráfico en la región, a través de la operación «Lanza del Sur», el anuncio fue hecho en noviembre pasado por el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, y el secretario de Guerra y animador estadounidense, Pete Hegseth.

Barbados: Mantiene con EEUU estrechas relaciones diplomáticas y acuerdos de seguridad. A raíz de su petición, fueron organizados y ejecutados los ejercicios militares en el Caribe, Vientos Alisios. Pese a ello, en los últimos días ha condenado las agresiones militares gringas contra pequeñas embarcaciones, bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico.

Trinidad y Tobago: Tiene con Estados Unidos convenios de cooperación en seguridad, energía y comercio. Su posición frente a la destrucción de pequeñas embarcaciones por EEUU es de colaboración en materia de seguridad, pero también de defensa de su soberanía, la protección de los derechos de sus ciudadanos y la exigencia de transparencia y respeto en todas las operaciones.

Cuba y Haití: Representan las excepciones. Cuba ha fijado históricamente una posición de resistencia frente a EEUU y Europa, sin embargo, en su territorio opera la Base Naval de Guantánamo. Haití, enfrenta una crisis institucional producto de la injerencia gringa que limita cualquier alineamiento estable.

Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, y Granada son sin duda las islas que han mostrado apertura y apoyo a políticas de integración latinoamericana impulsadas por Venezuela en los sucesivos gobiernos de Hugo Chávez y Nicolas Maduro. Recientemente San Vicente y las Granadinas tuvo elecciones donde el Nuevo Partido Democrático (NDP), principal fuerza de oposición en San Vicente y las Granadinas, obtuvo la victoria, al asegurar 9 de los 15 escaños parlamentarios, superando el umbral de 8 requeridos bajo el sistema de mayoría simple para designar al próximo primer ministro, cambiando así el panorama de las relaciones entre esa isla y Venezuela.

Como pudimos observar, los “portaviones insulares” de Estados Unidos en el Caribe son más que puntos ubicables en el mapa: son, en realidad, plataformas de poder, influencia y proyección de la política guerrerista de EEUU. Su papel en la política de defensa estadounidense es evidente, lo que nos induce a pensar que, en tiempos de conflicto convencional, podrían ser la diferencia entre el éxito y el fracaso de una operación regional.

Detrás del bloque heterogéneo que conforma el Caribe se puede identificar la estrategia gringa de favorecer la fragmentación político e ideológica en la zona. La intención es, como ha sido siempre, impedir las alianzas entre los territorios insulares y los países que se hallan en su cuenca. La movilidad de apoyos y rechazos de estas naciones está mediada por intereses que no siempre responden a las necesidades nacionales, pues, suelen estar relacionados con las oligarquías y los operadores internos de los intereses gringo.

Así las cosas, el Caribe actual no dista mucho del que nos describió el Gabo en El general en su laberinto. Es precisamente un territorio de piratas y corsarios o, como diría Luis Britto, de Demonios del mar.