EEUU y la Unión Europea no solo quieren petróleo venezolano, sino aislar a Rusia
Leopoldo Puchi |
En una conversación filtrada por los medios, el presidente francés, Emmanuel Macron, le dijo a su homólogo estadounidense, Joe Biden, que Zayed al-Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos, le había dicho dos cosas sobre la capacidad de producción de petróleo: “Estoy al máximo, al máximo”, y que los saudíes solo podían en 150 mil barriles por día, “tal vez un poco más”.
A raíz de estos comentarios, un funcionario de la presidencia francesa dijo que los países occidentales deberían explorar todas las opciones para aliviar la escasez de suministros de energía, incluyendo naciones productoras como Irán y Venezuela.
“Hay un nudo que se debe desatar para que el petróleo iraní vuelva al mercado”, dijo el funcionario a los periodistas. “Tenemos petróleo venezolano que también necesita volver al mercado”. De inmediato, los grandes medios, como Bloomberg, titularon: “Francia quiere petróleo de Irán y Venezuela en el mercado”.
Casa Blanca
Aunque Biden podía lucir asombrado con la información que le daba Macron, es poco probable que no estuviera en conocimiento de las limitaciones existentes en el Medio Oriente para incrementar la producción y colmar las necesidades creadas por las sanciones a Rusia.
En realidad, no hizo falta que los precios del petróleo se duplicaran o triplicaran para que, desde un primer momento, apenas comenzado el choque bélico en Ucrania, la Casa Blanca enviara en marzo una delegación de alto nivel para negociar con el gobierno venezolano el incremento del suministro de crudo.
Para el momento en que le presidente francés da su alerta, ya Washington había acordado aliviar las sanciones a Repsol y a ENI para que pudieran enviar petróleo a Europa, y Chevron ya había recibido un permiso para que negociara acuerdos para elevar la producción.
Aislamiento de Rusia
Ahora bien, Washington y Bruselas no solo quieren petróleo, sino que a la vez tienen interés en aislar a Rusia, como medio que contribuya a su derrota. El objetivo es evitar así que se consolide un orden mundial con varios polos que tiendan a equilibrarse.
En este sentido, la Voz de América señala que “Washington mantiene en el punto de mira la creciente influencia de China y Rusia en América Latina”, y la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson, dijo que la clave para contrarrestar a China y Rusia es “trabajar con los ejércitos y las fuerzas de defensa de nuestros socios y aliados”.
Por su parte, el embajador de la Unión Europea en Brasil señaló, durante la XIX Conferencia de Seguridad Internacional del Fuerte de Copacabana, que los países latinoamericanos deben mantenerse del lado de la “legalidad internacional” frente a Rusia y llamó a los países de la región a incrementar el gasto militar.
Comenzando marzo, Venezuela expresó su disposición a venderle petróleo a Estados Unidos “para la estabilidad del mundo”. Y, a propósito de lo planteado en la cumbre del G-7, el presidente Nicolás Maduro anunció: “Venezuela está lista para recibir a todas las empresas francesas que quieran venir a producir petróleo y gas para el mercado europeo, para el mercado mundial”.
Farías y Lavrov
Sin embargo, Venezuela no ha accedido en relación al otro interés de Washington: el aislamiento de Rusia. La posición adoptada es la de no beligerancia, lo que al parecer pudiera satisfacer parcialmente, en lo inmediato, las expectativas estadounidenses.
Con la reciente visita a Moscú del ministro de exteriores, Carlos Farías, se reafirmó que Rusia no sería aislada por Venezuela y Serguéi Lavrov reiteró que su país mantendrá su rol como parte de la mediación del diálogo de México que adelanta Noruega, en la que participan Rusia y los Países Bajos.
Tercer interés
Además del interés por el petróleo y el aislamiento de Rusia, Washington tiene un tercer interés: el ‘cambio de gobierno’, en función de la reinserción de Venezuela de manera plena en el dispositivo geopolítico estadounidense.
Ahora bien, todo indica que esta meta ha sido diferida y se ha reformulado la estrategia para alcanzar ese fin, a consecuencia del fracaso de la política de derrocamiento de la administración Trump y en razón del surgimiento de un nuevo contexto global de enfrentamiento entre potencias que coloca al petróleo en el centro de los acontecimientos, por su escasez y por el aumento de los precios de la gasolina, lo que estremece los mercados y amenaza la estabilidad política y social en varias regiones del mundo.