EEUU se propone derrocar a los gobiernos de Venezuela y Colombia
Álvaro Verzi Rangel
El secretario de Guerra, Pete Hegseth, anunció el despliegue el portaviones Gerald Ford, el más nuevo de la Armada, además de tres destructores, en la zona operativa del Comando Sur, con la excusa de “desmantelar organizaciones criminales y combatir el narcotráfico”. El grupo de ataque actualmente se encuentra en el Mediterráneo. Su propósito es el de derroca los gobiernos de Venezuela y de Colombia, opuestos a las políticas imperiales del gobierno de Donald Trump para la región.
Los miles de soldados embarcados para asesinar a 43 personas y hundir 10 lanchas pesqueras en dos meses pudieron haber monitoreado las aduanas terrestres y aeroportuarias estadounidense, verdaderos puntos de entrada de los estupefacientes. En lugar de gastar miles de millones de dólares en operar sus flotas, Washington podría hacerse con ingentes recursos combatiendo el lavado de dinero que se lleva a cabo en su sistema financiero, donde sus propias autoridades estiman que el crimen organizado blanquea 300 mil millones de dólares al año.
Si lo que Trump llama las “Organizaciones Criminales Transnacionales” no pudieran cobrar y mover las ganancias de sus actividades, quedarían inmediatamente paralizadas; pero es evidente que a la Casa Blanca no le interesan ni la salud de sus ciudadanos,ni la legalidad del dinero que circula por sus bancos y empresas.
El argumento de que todos estos buques se despliegan con el objetivo de “desmantelar las Organizaciones Criminales Transnacionales (TCO) y contrarrestar el narcoterrorismo en defensa de la patria” no resiste el mínimo
análisis. Bien podrían desplegarlo ante las costas estadunidenses, con lo cual se reduciría el costo de mantener
largas cadenas de suministro y se evitaría todo roce diplomático.
Los miles de soldados embarcados para asesinar a 43 personas y hundir 10 lanchas en dos meses pudieron haber prestado un servicio mucho mayor a su patria monitoreando las aduanas terrestres y aeroportuarias, verdaderos puntos de entrada de los estupefacientes. Ante todo, en vez de gastar miles de millones de dólares en operar sus flotas, Washington podría hacerse con ingentes recursos combatiendo el lavado de dinero que se lleva a cabo en su sistema financiero, donde sus propias autoridades estiman que el crimen organizado blanquea300 mil millones de dólares al año, señala un editorial del diario mexicano La Jornada.
El presidente colombiano Gustavo Petro mandatario calificó las sanciones de “arbitrariedad propia de un
régimen de opresión”. El gobierno de Donald Trump envía señales cada día más alarmantes sobre su determinación de agredir a Venezuela a fin de imponer un cambio de régimen e instalar una administración títere, así como de facilitar el ascenso o la consolidación de la ultraderecha en todo el hemisferio mediante una combinación de amenazas armadas y extorsiones económicas.
Ayer, el Departamento de Guerra anunció el envío del Grupo de Ataque del Portaviones Gerald R. Ford y su ala aérea embarcada al área de responsabilidad del Comando Sur de Estados Unidos; esto es, al norte de Sudamérica. Lo anterior implica la presencia del propio portaviones, de las 75 aeronaves que transporta, y de toda la panoplia necesaria para sus operaciones: tres destructores, un buque de reabastecimiento, un buque de carga seca y un buque de la guardia costera.
Sólo el Gerald R. Ford transporta a 4 mil 600 militares, a los que se suman las tripulaciones de las naves auxiliares.
El argumento de que todos estos buques se despliegan con el objetivo de “desmantelar las Organizaciones Criminales Transnacionales (TCO) y contrarrestar el narcoterrorismo en defensa de la patria” no resiste el mínimo
análisis. Por principio de cuentas, podrían desplegarlo ante las costas estadunidenses, con lo cual se reduciría el costo de mantener largas cadenas de suministro y se evitaría todo roce diplomático.
Alarmas
El gobierno de Donald Trump envía señales cada día más alarmantes sobre su determinación de agredir a Venezuela a fin de imponer un cambio de régimen e instalar una administración títere, así como de facilitar el ascenso o la consolidación de la ultraderecha en todo el hemisferio mediante una combinación de amenazas armadas y extorsiones económicas. Y, obviamente, apoderarse de su petróleo.
El tono bélico de esta escalada es tan manifiesto que incluso el presidente de Brasil, Luiz Inácio da Silva (quien no disimula su animadversión hacia el presidente venezolano Nicolás Maduro), criticó los bombardeos de Estados Unidos sobre lanchas en el Caribe, señalando que “si se convierte en moda, cada uno creerá que puede invadir el territorio ajeno y hacer lo que quiere”, con lo que la región se volverá una tierra sin ley.
Su asesor especial y ex canciller Celso Amorim advirtió que una intervención externa, sea armada o con servicios de inteligencia, no es el camino para decidir quién va a gobernar Venezuela, un problema que sólo atañe a los venezolanos. Asimismo, alertó sobre el peligro de incendiar América del Sur y llevar a la radicalización de
la política en todo el continente.
Amorim, manifestó la preocupación de Brasil “con el uso de la fuerza” por parte de Estados Unidos en Latinoamérica), así como sus “métodos clandestinos como la (Agencia Central de Inteligencia) CIA para derribar
gobiernos de la región”.Advirtió que estas acciones“pueden efectivamente tener consecuencias profundas y muy
graves. No va a quedar contenida a los países donde ocurra. Hay una amenaza de intervención externa,
(…) hay personas muriendo ya. No sé si son narcotraficantes, pero no hay ninguna prueba de que lo sean.
Es muy peligroso”, sostuvo.
Sin duda, Trump transparenta su añoranza de ver en Bogotá a la oligarquía colombiana siempre presta a seguir sus
directrices y poner el territorio andinocaribeño a disposición de sus tropas y sus agencias de espionaje. En este sentido, ayer el trumpismo elevó sus ataques contra el presidente Gustavo Petro a la imposición de sanciones
por “permitir el florecimiento de los cárteles de la droga y negarse a detener esta actividad”, una acusación para la que no presentó prueba alguna, como tampoco lo hace en sus constantes diatribas contra México, Venezuela y otras naciones que cuentan con gobiernos celosos de su independencia y soberanía.
Qjuizá los servicios de inteligencia estadounidenses no le comentaron a Trump que en América del Sur no hay ninguna guerra que justifique sitiar el subcontinente con una serie de flotas de ataque y desembarco, pero
cada día queda más claro que la Casa Blanca está decidida a iniciar una conflagración, sin importar lo absurdo de sus pretextos. La intención trumpiana es la de sumergir a la región en la barbarie con tal de desviar la atención de su propia ineptitud y entregar cantidades ingentes de dinero al complejo militar-industrial que parece ser el único
sector cuya prosperidad interesa al magnate, dice la Jornada.
El trumpismo elevó sus ataques contra el presidente Gustavo Petro a la imposición de sanciones por “permitir el florecimiento de los cárteles de la droga y negarse a detener esta actividad”, una acusación para la que no presentó
prueba alguna, como tampoco lo hace en sus constantes diatribas contra México, Venezuela y otras naciones que cuentan con gobiernos celosos de su independencia y soberanía.
En América del Sur no hay ninguna guerra que justifique sitiar el subcontinente con una serie de flotas de ataque y desembarco, pero cada día queda más claro que la Casa Blanca está decidida a iniciar una conflagración para asegurarse los recursos naturales y geoestratégicos de la región, sin importar lo absurdo de sus pretextos, sumergiendo a la región en la barbarie con tal de desviar la atención de su propia ineptitud y entregar cantidades ingentes de dinero al complejo militar-industrial que parece ser el único sector cuya prosperidad le interesa.
El despliegue del portaviones aumentará significativamente los recursos militares del Pentágono en
una región que ya sufrió un gran incremento de la presencia estadunidense en las aguas frente a Venezuela y Colombia, donde ya hay más de 6 mil marineros e infantes en ocho buques de guerra. La totalidad del grupo de ataque del Ford incluye cerca de 4 mil 500 marineros y nueve escuadrones de aviones asignados al portaviones.
El anuncio se produjo después de que el ejército estadunidense atacó en la noche del jueves otra embarcación en aguas internacionales caribeñas tras asegurar, sin pruebas,que transportaba drogas y asesinó a seis personas.
Hegseth, aseveró, sin presentar evidencia alguna, que la lancha era operada por el Tren de Aragua con la
intención de justificar las muertes, que tras la reciente embestida se elevaron a 43 desde el inicio de sus
ataques contra embarcaciones en la región.
El Pentágono difundió un video en blanco y negro en el que se ve una lancha que circula a velocidad
normal, hasta el momento en que explota. Este es el décimo bombardeo de Washington en aguas sudamericanas, ocho de ellos tuvieron lugar en el Caribe, cerca de Venezuela, y dos de los ataques más recientes se llevaron a cabo en el Pacífico oriental, cerca de Colombia.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista seniordel Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)